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La humanidad necesita impuestos globales

Ricardo García Zaldivar, Consejo Científico de Attac España. Publicado originalmente para El Salto.

El pasado 24 de noviembre el Congreso de los Diputados aprobó aplicar con carácter temporal un impuesto a la banca y a las empresas energéticas. Medida que ha recibido el apoyo mayoritario de la opinión pública española. El Gobierno la ha justificado porque se trata de sectores que se están beneficiando de un contexto de alta inflación, registrando beneficios extraordinarios con el aumento de los precios del dinero y la energía.

Pero, por ser una situación que se observa no solo en España sino en la mayoría de países, sería oportuno plantearse qué se puede hacer para que impuestos estatales como estos puedan convertirse en impuestos globales, aplicados a escala planetaria. Por ejemplo, los impuestos globales son los únicos que permitirían hacer frente a un capital financiero especulativo que no conoce fronteras.

Fiscalidad en la ONU

Si en 2012 el Parlamento Europeo logró poner en marcha la implantación de un impuesto sobre las transacciones financieras (ITF), en 2023 es imaginable un proceso similar a nivel global. Especialmente cuando se ha hecho pública la iniciativa de trasladar a la ONU la elaboración de las normas fiscales sobre impuestos globales.

Las grandes potencias y las élites financieras llevan décadas controlando las reglas fiscales y frenando cualquier esfuerzo por gravar, de forma efectiva, una riqueza mundial cada vez más concentrada

Este hecho puede constituir un valioso paso adelante en la reforma de la fiscalidad internacional en tanto que va a restar poder a las grandes potencias y a las élites financieras. Estas, en el seno de la OCDE y a través del G7, llevan décadas controlando las reglas fiscales y frenando cualquier esfuerzo por gravar, de forma efectiva, una riqueza mundial cada vez más concentrada.

Además, debatir y consensuar la reforma de las reglas fiscales globales en espacios menos excluyentes como son los de la ONU otorgará a una mayoría de países más peso en las decisiones en materia de fiscalidad global.

En la nueva situación que crea la resolución de la ONU, la Asamblea General debería empezar a desarrollar un Convenio Marco que dote de instrumentos a las Haciendas Públicas de los diferentes países. Así se podrá poner fin, de forma coordinada, a la sangría de recursos que supone la elusión y evasión de impuestos practicada por las megacorporaciones y grandes fortunas gracias a una desarrollada ingeniería fiscal a su servicio.

Un paso más en esta dirección sería constituir, en el seno de Naciones Unidas, una autoridad fiscal internacional que estableciera e hiciera seguimiento de acuerdos y tratados.

Impuesto global sobre las transacciones financieras

La necesidad de aplicar un impuesto a las transacciones financieras se ha reforzado tras la pandemia, la guerra de Ucrania y la crisis energética. Si en 2022 hubiésemos podido aplicar un ITF a los mercados mundiales, al menos se habría logrado evitar las escandalosas subidas del precio del gas en los mercados energéticos, pues los procesos especulativos sobre futuros y otros derivados financieros habrían perdido muchos incentivos.

También se habría evitado mucho sufrimiento a gran parte de la ciudadanía que ha sido arrastrada a una gran pobreza energética. Asimismo, se hubiera contenido en parte la fuerte inflación provocada por los especuladores de los mercados gasísticos.

Por ello, organizaciones como la Plataforma por la Justicia Fiscal, que llevamos muchos años exigiendo la implantación del ITF, no vamos a parar hasta lograrlo. Hoy estamos mucho más cerca de conseguirlo que hace 50 años, cuando James Tobin propuso la idea del impuesto. 2023 podría ser un año de presión social para que el ITF vuelva a la agenda política europea, aprovechando el semestre español en la presidencia de la UE.