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Las mulas de carga han dicho basta

Articulos publicados en Mrafundazioa.eus y Ela.eus

Publicación Ferrovial Araia

Han sido necesarios 40 días de huelga, pero lo han conseguido. La plantilla del almacén de Ferrovial en Araia –compuesta por 90 trabajadores y trabajadoras–, que realiza labores logísticas para Michelin, ha forzado a la dirección a firmar un convenio de empresa (2020-2024) que supone un salto adelante en la mejora de sus condiciones laborales, después de que en el anterior lograran acabar con la doble escala salarial que sufrían. Paso a paso, convenio a convenio, los trabajadores y trabajadoras de esta subcontrata se van acercando a las condiciones laborales de sus compañeros de la empresa principal. Roberto Pardo, responsable de Industria eta Eraikuntza en Araba, destaca una lucha que ha demostrado que “a pesar de la precariedad, una plantilla unida y organizada en un sindicato con caja de resistencia puede lograr algo tan difícil, a priori, como vencer a dos multinacionales”. No es casualidad, tampoco, que los 5 delegados sindicales de esta empresa sean de ELA.

En primer lugar, enhorabuena. ¿En tiempos tan duros para la clase trabajadora cómo sabe una victoria sindical como la de Ferrovial?

– Tanto la plantilla de Ferrovial como el sindicato estamos muy contentos. Han sido 40 días de huelga, con todo lo que eso supone, pero hemos conseguido los puntos más importantes de nuestra plataforma reivindicativa.

También damos mucho valor a cómo se ha llevado a cabo el proceso que ha terminado en la convocatoria de huelga: la movilización de la plantilla a la hora de revindicar mejores condiciones de las subcontratas pone de manifiesto que una plantilla, aún siendo precaria, si está organizada, afiliada y unida puede plantar cara a dos grandes multinacionales como Michelin y Ferrovial y lograr objetivos que, en principio, podían parecer imposibles.

Tampoco quiero olvidar el aspecto humano del conflicto: se han reforzado los lazos entre los tres colectivos –gente de la comarca, subsaharianos y magrebíes– que componen la plantilla. La lucha codo con codo ha forjado relaciones de confianza que van a permitir seguir dando pasos importantes a nivel sindical en el futuro.

¿Cuáles son los puntos fundamentales del convenio conseguido?

-La plataforma de convenio de ELA era muy ilusionante; no sólo revindicábamos mejoras salariales, sino que poníamos el foco en erradicar la precariedad tanto a nivel de contratación como de seguridad y salud laboral.

En este sentido, destacar que el convenio logrado recoge incrementos lineales en el salario base de más de 3.600 euros en los cinco años de vigencia (2020-2024). Asimismo, se ha logrado un plus para el sistema de trabajo 5×8 (dos semanas de mañana, dos de tarde y dos de noche, librando 4 días) de 220 euros mensuales y de 170 para el 4×8 (6 semanas de mañana, 5 de tarde y 6 de noche, librando 1 semana), cuando antes no se retribuía por trabajar fin de semana, domingo y festivos.

En jornada, se han logrado 14 horas anuales de libre disposición remuneradas. El acuerdo recoge, también, la creación de una bolsa de trabajo que rija de manera objetiva la llamada de personal eventual y que el personal de ETTs tenga las mismas condiciones laborales que el directo de Ferrovial.

Asimismo, las bajas laborales, independientemente de su grado, se cobrarán al 100%.

40 días de huelga son muchos días. ¿Cuáles han sido las razones de la larga duración de este conflicto?

-Nosotros ya preveíamos que la huelga iba a ser larga. En las reuniones y asambleas preparatorias ya adelantamos a la plantilla que teníamos que prepararnos para un conflicto largo porque el enemigo, entre comillas, no era fácil: dos multinacionales, Ferrovial y Michelín, ni más ni menos. Y a pesar de ello, la asamblea, de manera abrumadora, decidió ir a la huelga indefinida. Creían en ellos y en el sindicato.

Y el conflicto se ha alargado en el tiempo, también, porque una vez más las empresas han jugado sucio y han conculcado el derecho de huelga de la plantilla: Michelin ha desviado producción a otros almacenes, se han dado casos de sustitución ilegal de trabajadores, ha habido transportistas que han realizado tareas propias de Ferrovial… Han intentado, por todos los medios, minimizar los efectos de la huelga, pero la plantilla se ha mantenido firme hasta el final. Sin duda, se han ganado el convenio.

Decías antes que la plantilla de Ferrovial está compuesta por distintos colectivos. ¿Esta diversidad ha sido una ventaja o una desventaja para el desarrollo del conflicto?

-En ELA estamos convencidos de que la diversidad es enriquecedora y la entendemos en clave de suma, aunque es cierto que muchas veces es utilizada para dividir. Como sindicato y como clase trabajadora debemos evitar caer en esa trampa.

La plantilla de Ferrovial se compone de tres grandes grupos de trabajadores y trabajadoras: un colectivo de gente de la comarca, otro grupo de trabajadores subsaharianos y otro de magrebíes. Independientemente de su origen, durante los meses previos a la huelga y durante la misma han luchado codo con codo y de manera solidaria para acabar con la precariedad que sufrían.

Yo destacaría, en este sentido, el esfuerzo colectivo tanto de los trabajadores y trabajadoras como de incluso gente de la zona de Agurain (Salvatierra) para ayudar a las personas emigrantes que hablan castellano justo justo (y nada de euskera), o cómo se han hecho responsables de traducir lo que se decía en las asambleas y en el resto de movidas. El idioma no ha sido una barrera ni elemento de división gracias a esa solidaridad.

Finalmente, ¿y ahora qué?

-Pues seguir trabajando como hasta ahora. Los miembros de la sección sindical de ELA en Ferrovial están haciendo un gran trabajo, se han ganado la confianza de la plantilla, tienen una gran credibilidad, y van a seguir en esa línea. Sabiendo que el primer reto es velar por el cumplimiento de lo firmado y estar vigilantes para que la dirección no adopte ningún tipo de represalia contra los trabajadores más activos sindicalmente.

Cuando David vence a Goliat

Mirari Ullibarri, responsable de Acción Social en Araba

El 11 de marzo, tras 40 días de huelga, la plantilla de Ferrovial Araia consiguió uno de los mejores acuerdos de la industria alavesa. Bajo el lema ‘Las mulas de carga han dicho basta’ se ha logrado aunar las reclamaciones de la plantilla; el acuerdo no solo obtiene mejoras para todos los grupos, también erradica las diferencias entre los mismos, alcanzado así tanto beneficios como igualdad. La planificación estratégica de la negociación colectiva materializada en un arduo trabajo de asambleas, reuniones, notas informativas y planfletadas, ha dado lugar a la unión y la fuerza que ha conseguido doblegar a Goliat. Ferrovial Araia es una de las subcontratas de la multinacional francesa Michelin que se ha visto obligada a seguir el ritmo que marcaban los y las trabajadoras.

La huelga no hubiese sido posible si no existieran herramientas de contrapoder. En primer lugar, herramientas como la caja de resistencia, que hace posible realizar huelgas resolutivas y eficaces. En segundo lugar, una mayoría sindical que facilite tanto la toma de decisión como de movimiento. Por último, una plantilla unida dispuesta a llegar hasta el final.

La Pasionaria dijo una vez: “El mejor guerrero no es el que triunfa siempre, sino el que vuelve sin miedo a la batalla”. Eso es lo que no tenían las y los trabajadores de Ferrovial: miedo. Una plantilla, compuesta tanto por personal de ETT como por personal interno, que politizó e informó a toda su estructura. Muchas de esas personas apenas hablaban castellano, pero pusieron en jaque tanto el sistema tradicional de lucha como a los magnates de la industria francesa.

“Nunca lo hubiera imaginado, pero después de este proceso de huelga, habéis pasado a ser mi familia”, dijo uno de los trabajadores de Ferrovial tras la última asamblea. Las movilizaciones, llenas de contrastes culturales, a veces con pastas, otras con almuerzos comunitarios (en los que se tenía en cuenta a toda la plantilla), han conseguido que las mulas de carga sean más fuertes que nunca y logren un pacto digno donde se escucha a todas las personas de la plantilla.

Dice el refrán, ‘quién la sigue, la consigue’. Esto es lo conseguido: conversión de todos los contratos parciales a tiempo completo; 14 horas remuneradas anuales de libre disposición; mejoras en los pluses; que se abone el cuarto y quinto equipo; que las bajas laborales independientemente de su grado se paguen al 100%; mejoras a partir del cuarto día en las bajas comunes; una bolsa reglada para las personas eventuales; igualdad de condiciones sociolaborales para las personas de la ETT; que el plazo para reclamar cantidades aumente a 24 meses; que la empresa otorgue un vehículo a disposición cuando esta tenga que ir a la mutua; que se aborde el problema de género en el centro de trabajo; garantía contra el despido en caso de ser declarada persona No Apta tras un reconocimiento médico…

Por si fuera poco, no solo se han logrado mejoras para la plantilla de Ferrovial, también se ha conseguido que a las trabajadoras de la limpieza de la empresa subcontratada se les aplique el convenio de la limpieza de Álava. Esta lucha, además de interseccional, también ha sido solidaria. A través de esta batalla se ha conseguido poner la vida en el centro, otorgándoles valor a todas las personas de la plantilla, estableciendo no solo mejoras monetarias, sino también socio-laborales. Gracias por recordarnos que la organización y la constancia traen sus frutos, que por muchos palos que nos pongan en las ruedas, seguiremos adelante. Sois ejemplo.

Reunión con los trabajadores

Publicación Ferrovial ARAIA

Trabajadores de la empresa Ferrovial de Araia reunidos
en la plaza de Aguraín.

Nos reunimos con once trabajadores y trabajadoras de la empresa Ferrovial de Araia una mañana, a principios de mayo, al abrigo de los arcos de la plaza de Agurain (Salvatierra). El fresco mañanero contrastaba con el cálido ambiente del corro que formamos. Era manifiesta la proximidad existente entre las personas reunidas y la estrecha relación que mantenían. Nos habíamos reunido para hablar de la huelga que protagonizaron durante 37 días, una protesta que finalizó con una importante victoria. La distancia de seguridad no conseguía reducir la proximidad que nos unía a los allí presentes.

Fue una conversación animada, en la que además de los testimonios y los relatos se escucharon frecuentes risas y aplausos. Compartimos las vicisitudes de la huelga, la situación anterior a ésta, así como los detalles del conflicto y de su solución. Las emociones –con sus altibajos– también tuvieron su propio espacio y protagonismo durante todo el proceso, y muchas salieron a la luz aquel día, bajo los arcos de la plaza.

El encuentro comenzó con palabras de agradecimiento y de admiración. Sentimiento que  queremos trasladar a las personas que protagonizaron la huelga, especialmente a aquellos que vinieron aquella mañana a hablar con nosotros. La victoria alcanzada no solamente fue importante para quienes protagonizaron la lucha, sino para toda la clase trabajadora, y también para el sindicalismo. Mostraremos a continuación la magnitud y la importancia de éste conflicto, dando la palabra a quienes participaron en él.

Voces de los/las huelguistas

Karim: “Salió a la huelga gente que no domina el castellano, que no sabe lo que es una caja de resistencia. ¿Que por qué? Porque tenían plena confianza en la sección sindical. Y porque les explicamos, hasta en francés y en árabe, que si no salíamos a la huelga no íbamos a conseguir nada”. Y, orgulloso, añade: “Admiro a quienes salieron a la huelga sin tan siquiera entender castellano, a los que tienen muchos hijos y poco dinero. Han venido aquí a trabajar, a mejorar sus vidas y, de repente, se preguntan: “¿No vamos a trabajar? ¿Vamos a hacer huelga? La mitad de la plantilla son migrantes, y la actitud de la mayoría ha sido ejemplar. Impresionante. No tenían dinero para comer, pero no han abandonado la huelga”.

Joseba: “Me percaté de que era vulnerable, débil. Creía que estaba fuerte, pero me vine abajo el primer sábado de la huelga. ¿Estábamos pidiendo demasiado? Menos mal que tenía cerca a los compañeros y compañeras, que me animaron. Hicimos una parrillada aquel mismo día”.

Roberto Pardo: “La mayoría de las personas en huelga recibían el 100% de la caja de resistencia, aunque algunas personas –recientemente afiliadas– solamente el 60%. Dicha situación era preocupante, ya que esos compañeros difícilmente iban a poder llegar a fin de mes. Nos pidieron que diseñáramos algún sistema para que todos los huelguistas cobraran lo mismo. La sección sindical analizó el asunto, hizo los cálculos pertinentes y propuso lo siguiente: si quienes tenían derecho a cobrar el 100% renunciaban a 90 euros mensuales, todas las personas en huelga podrían cobrar lo mismo”

Samiou: “Tenemos mucho que mejorar todavía, tanto nosotros como los compañeros y compañeras de otros centros de trabajo. Todos estamos puteados. Como venimos de países pobres, se creen que nos vamos a conformar con lo que nos ofrezcan. Sí, venimos de países pobres, pero llegamos aquí con la esperanza de mejorar nuestras vidas. y para mejorar, no miramos a África. Si queremos mejorar, debemos fijarnos en los países que están en mejor situación que el nuestro. Algunos quieren quitarnos la palabra, pero tenemos mucho que contar. Siempre hay cosas que mejorar, y nuestra labor no ha terminado aún”.

Las claves de la victoria

La victoria se ha erigido sobre cinco pilares que se refuerzan mutuamente: la solidaridad y la estrecha relación entre las plantilla, la confianza para con la sección sindical, el alto nivel de afiliación, la caja de resistencia que ELA pone a disposición de los trabajadores y trabajadoras y, por último, la caja de solidaridad interna organizada por los propios trabajadores. Estos pilares están estrechamente ligados entre sí, y se apoyan unos en otros.

La solidaridad entre los trabajadores era palpable el día de la entrevista, y ha estado presente a lo largo de todo el relato. “La empresa no se esperaba que se produjera tan elevado nivel de solidaridad entre nosotras. Y al haber muchos trabajadores y trabajadoras de muy diversas procedencias, tampoco esperaban que la lucha durara tanto. Pero hemos luchado y aguantado todas y todos juntos”, afirma Bego. Han recordado numerosas muestras de solidaridad; los
ánimos que se daban mutuamente, por ejemplo, o el caso del trabajador que quería ir a la puerta del almacén los días de huelga pero no tenía dinero para gasolina: “Me llevaba un compañero todos los días. No podía permitirme gastar dinero en gasolina… El esfuerzo ha merecido la pena”. Tienen claro, por otra parte, que aquello que la empresa veía como un punto débil –muchos contratos temporales, muchos inmigrantes– se convirtió en fortaleza.

La sección sindical, que lleva muchos años trabajando y en la que la plantilla confía plenamente. Será porque ha hecho bien su trabajo durante todos estos años. Además, la mayoría sindical de ELA refuerza dicha confianza (hay cinco representantes sindicales, y los cinco son de ELA). “Sin la ayuda de ELA, no lo hubiéramos conseguido. Y Roberto Pardo ha sido un elemento clave; siempre ha estado ahí, dispuesto a ayudar”, apunta Mikel. La plantilla se ha mantenido unida, en cierta medida, gracias a la sección sindical: “La sección sindical ha hecho una gran labor ayudando a las personas migradas, intentando que los trabajos más duros no fueran siempre para ellas, explicándoles sus derechos… Siempre hemos contado con el apoyo de la sección sindical y, sin su ayuda, hubiéramos estado divididos, que es lo que quería la empresa”, recuerda Txino.

La tasa de afiliación era elevada antes de la huelga (un 80%, aproximadamente); con el impulso de la huelga, se superó el 90%. Evidentemente, una tasa de afiliación alta es fundamental para que la huelga prospere; además, fortalece a la sección sindical, puede reforzar la solidaridad entre las plantilla y, por supuesto, la caja de resistencia.

La Caja de Resistencia, por su parte, ha demostrado una vez más ser un importante instrumento de contrapoder. Hay que darle el valor que se merece a esta herramienta solidaria de toda la afiliación de ELA. El modelo económico de ELA está basado en la autofinanciación; más del 93% de los presupuestos del sindicato se financia mediante cuotas de la afiliación. Por ello, en gran medida esta huelga ha sido posible, ya que el sindicato cuenta con más de 100.000 afiliados y afiliadas, muchos de los cuales llevan años apoyando a un sindicato que se autofinancia a través de la cuota y alimentando a la Caja de Resistencia. “Si no, es imposible mantener a la gente 40 días en la calle. Muchos tienen que enviar dinero a sus países de origen, a África. La solidaridad entre los trabajadores y trabajadoras ha sido fundamental, pero sin la Caja de Resistencia todo esto no hubiera sido posible”, afirma Pardo. Por otra parte, la caja de resistencia ha reducido las distancias entre las diferentes categorías profesionales, y la huelga ha “acercado” al personal administrativo y conductores –por ejemplo– a peones de almacén.

No podemos obviar, por último, la caja de solidaridad interna creada por la propia plantilla. “Los que teníamos derecho a cobrar el 100% hicimos un esfuerzo para que todos cobráramos lo mismo. Actuamos todos de acuerdo”, señala Bego. Y Trini lo ratifica: “Era algo que había que hacer”. Emociona saber que lo tuvieran tan claro, pero dicha actitud no suele ser la más frecuente, y demuestra un elevado nivel de solidaridad, frente al individualismo que tanto fomenta el sistema capitalista.