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La Renta Básica Incondicional no es incondicional, digan lo que digan

Eduardo Garzón Espinosa – Consejo Científico de ATTAC España

La Renta Básica Incondicional (o Universal) es una medida consistente en que el Estado entrega una cuantía monetaria a todo ciudadano independientemente de su situación económica y personal. La propuesta más conocida –la que abanderan colectivos como el de Red Renta Básica– eleva a unos 650 euros mensuales aproximadamente ese ingreso que recibiría todo el mundo. Si sólo se lee hasta aquí uno tiende a pensar que efectivamente se trata de una prestación monetaria incondicional, es decir, que no impone condiciones o requisitos a la persona que la va a disfrutar (igual que ocurre con la sanidad o educación públicas gratuitas, que todo el mundo puede recibir estos servicios independientemente de su situación económica o personal). Sin embargo, los problemas empiezan cuando uno se pregunta lo siguiente: ¿de dónde sale el dinero para pagar esos 650 euros a todo el mundo?

Si ese dinero fuese de nueva creación (es decir, si se creara para inmediatamente entregarlo a los receptores de la Renta Básica Incondicional (RBI)) entonces sí que estaríamos hablando de una medida incondicional, pues sería igual para todo el mundo. Pero el problema es que los defensores de la RBI nunca piensan en esta posibilidad de financiación, sino que siempre proponen que se pague a través de una potente reforma fiscal que detraiga recursos de los ciudadanos más adinerados. Por lo tanto, el dinero que se entregaría para la RBI provendría de los bolsillos de una parte de la población, y es en este punto donde se pierde la incondicionalidad. Concretamente, la Red Renta Básica propone una reforma fiscal que perjudicaría, en términos generales, al 30% más rico y beneficiaría al 70% más pobre. Es decir, mientras el 70% de la población más pobre pasaría a recibir más dinero que antes de la aplicación de la reforma fiscal, el 30% más rico pasaría a recibir menos dinero.

En el gráfico se muestra lo que le queda de dinero hoy a cada persona tras pagar impuestos (línea de color turquesa) y el que le quedaría si se aplicase una RBI tal y como la propone la Red de Renta Básica (línea de color rosado), en función de sus ingresos mensuales. Como se puede observar, todos aquellos que ingresen menos de 1800 euros al mes (en torno al 70% más pobre de la población) se verían beneficiados por la RBI, mientras que los que ingresen más de esa cantidad (en torno al 30% más adinerado) se verían perjudicados. El dinero que perdería el 30% más rico es el dinero que ganaría el 70% más pobre.

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Así las cosas, resulta imperativo hacernos la siguiente pregunta: ¿tras este tipo de reforma fiscal la RBI se puede considerar incondicional?

Evidentemente no, porque es condicional a la renta. Aunque la persona más rica de todas recibiese 650 euros del Estado, al mismo tiempo estaría pagando en impuestos muchísimo más de 650 euros, ergo esta persona se encontrará en peor situación económica tras ejecutarse la RBI. Al mismo tiempo, la persona más pobre del mundo no pagaría nada de impuestos pero recibiría una renta de 650 euros, mejorando por lo tanto su situación. Así las cosas, que uno acabe mejor o peor tras la ejecución de la RBI depende de la renta que ingrese, ¡ergo su situación económica final está condicionada a su renta! El 30% más rico saldrá perdiendo, y el 70% más pobre saldrá ganando. ¿Y a la medida que provoca eso se le considera independiente de la renta? Venga ya, seamos serios. La RBI no es una medida incondicional sino totalmente condicionada a la renta del receptor: si se encuentra en el 30% más rico de la población acabará peor que antes; si se encuentra en el 70% más pobre, acabará mejor.

Algunos podrían argumentar (muchos lo hacen) que la RBI en sí, como ingreso monetario de 650 euros, es plenamente incondicional porque lo recibe todo el mundo. Pero decir esto es hacerse trampas en el solitario porque de nada le sirve a una persona recibir 650 euros del Estado si luego le paga a éste, por ejemplo, 1.000 euros: el efecto neto (que es lo que importa) será negativo. ¿De qué le sirve a esta persona recibir 650 euros si no va a ver ninguno de esos euros porque va a pagar muchos más? Lo importante es cómo acabe el bolsillo de la persona, el resultado final después de contar tanto lo que ingresa como lo que paga. En otras palabras: lo importante no es si se recibe una RBI, es si se disfruta.

Tampoco resulta serio argumentar (muchos lo hacen) que la medida es incondicional alegando que en el hipotético caso de que un rico pasase a la capa de la población más pobre se vería beneficiado por la RBI, ya que este efecto es exactamente el mismo que produce una renta condicional cuyo requisito es estar por debajo de un determinado nivel de renta para poder cobrar la prestación monetaria. En consecuencia, seguiríamos hablando de una renta condicionada a la renta que uno tenga.

En definitiva, la RBI no tiene nada de incondicional por mucho que sus defensores lo repitan hasta la saciedad.

Artículo publicado originalmente en el número 43 de La Marea

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