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8 de marzo. Transformar la sociedad con una renta básica.

Sergi Raventós. Publicado en CATALUNYA PLURAL el 7-3-24

Los datos en los que salen perjudicadas las mujeres se suceden año tras año. No hace falta esperar cada año a que se acerque el 8 de marzo para conocerlas. Transformar de verdad la sociedad y trabajar para una renta básica universal que ponga freno y revierta, en parte, esa insoportable desigualdad contra las mujeres es cada vez más necesario, si queremos avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria.

Es habitual que, cuando se acerca el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, cada año asistimos a la proliferación de datos estadísticos en torno a las grandes desigualdades sociales entre hombres y mujeres que sufren nuestras sociedades. Vale la pena dedicar un rato a analizar algunos de estos datos que durante el resto del año parecen estar enterrados o escondidos para la mayoría de la población o, como mínimo, son más difíciles de ver.

Recientemente, el Idescat publicó los datos de la Tasa de población en riesgo de pobreza o exclusión social (AROPE, objetivo UE 2030), y, si para el año 2022 llegaba a un 24,7% de la población de Cataluña, en el 2023 es del 24,4%, por tanto, sólo habría disminuido unas 3 décimas. Ahora bien, cuando observamos la Tasa de mujeres en riesgo de pobreza o exclusión social (AROPE, objetivo 2030) nos encontramos con que ha aumentado del 25,4% al 25,9%. Desde el año 2015, en que ambas tasas fueron iguales –según el Idescat–, ya son ocho años en los que la tasa de pobreza de las mujeres es siempre superior.

Es conocido que la inmensa mayoría de hogares monoparentales están encabezados por mujeres. En Cataluña existen más de 100.886 hogares con niños, niñas y adolescentes que tienen al frente a una mujer sola. Cuatro de cada diez familias monoparentales viven en situación de pobreza en Cataluña. Desgraciadamente, es evidente que “la pobreza tiene rostro de mujer”.

Y apenas hace pocos días, también aparecían un conjunto de datos de los Indicadores de Igualdad de Género de 2023 que no pueden dejarnos indiferentes. Si bien el nivel formativo de las mujeres es superior al de los hombres (58% de titulaciones universitarias), y las chicas jóvenes tienen menos fracaso escolar (12% frente al 15,8% de los hombres), las mujeres siguen sufriendo una brecha salarial por hora del 13% (con datos de 2021), y firman la mayoría de los contratos parciales (el 72% del total).

Por lo que se refiere al ámbito de la crianza, los cuidados familiares y los trabajos domésticos, valdría la pena reparar en algunos datos de la Seguridad Social que no son muy conocidos y que son suficientemente significativos: los permisos de paternidad disfrutados durante el primer trimestre de 2021 fueron de 41.000, mientras que los permisos de maternidad durante el mismo período alcanzaron los 123.000. ¡Las reducciones de jornada por cuidado de los hijos/as en el año 2021 fueron un 5% masculinas y un 95% femeninas! y las reducciones de jornada por cuidado de personas dependientes, un 16% de hombres y un 84% de mujeres. Las excedencias por cuidado de hijos/as, un 5% de hombres y 95% de mujeres y las excedencias por el cuidado de personas dependientes fueron un 22% de hombres, frente a un 78% de mujeres.

Creo que, con este baño de datos, basta para constatar sólo una parte importante de las graves, recurrentes y grandes discriminaciones hacia las mujeres. Quizás ya es hora de proponer algunas políticas para hacerle frente y no quedarse sólo con lamentaciones y proclamas vacías.

¿Renta básica por cuidados o renta básica universal?

Para hacer frente a una realidad que no cambia desde hace años para la mayoría de mujeres, como hemos podido constatar con las cifras que más arriba hemos expuesto, cada vez existe una mayor necesidad de poner sobre la mesa algunas reivindicaciones y propuestas, para tratar de revertir mínimamente esta situación.

Desde los feminismos se han hecho propuestas para dar visibilidad y distribuir los costes de la reproducción social y han aparecido algunas voces significativas desde los años 70 del siglo XX (Mariarosa Dalla Costa, Silvia Federici, Judith Ramírez y Selma James) que han sostenido la necesidad de un reconocimiento del trabajo doméstico y de los cuidados familiares. Dentro del movimiento feminista hay consenso en que son actividades reproductivas al margen del mercado laboral, pero son trabajo al fin y al cabo, y, como tal, es necesario reconocimiento, contabilización, redistribución, reducción y también remuneración.

En la década de los años 70 se realizó una campaña a favor del Salario para el Trabajo Doméstico (STD). Si bien existe bastante acuerdo en reivindicar el trabajo doméstico, dentro del movimiento no existe tanto consenso en que este reclamo debe ser en forma de renta o salario o bien en forma de provisión de servicios públicos y mejoras de las condiciones laborales. Incluso, cuando se está de acuerdo en que este reclamo sea en forma de renta o salario, existen divergencias en cuanto a si debe ser una renta focalizada por las personas que realizan el trabajo de cuidados o bien debe ser una renta de tipo universal.

Desde el año 2015 aproximadamente existen diferentes sectores del feminismo que han recuperado la idea del salario por el trabajo doméstico con la reivindicación de una Renta de Cuidados (RC), heredera del STD. Pero también existe una corriente defensora de la renta básica universal, que sostiene que una política de asignación monetaria universal e incondicional daría a las mujeres autonomía económica y, por tanto, reforzaría la posición de las mujeres en diferentes ámbitos, también en el hogar. Y, naturalmente, debería acompañarse de políticas de mantenimiento y mejora de los servicios públicos (sistemas integrales de cuidados) y de las condiciones de trabajo y la redistribución del trabajo doméstico y de cuidados.

Una renta básica universal daría, por tanto, a las mujeres más poder de negociación y negociar en mejores condiciones y resultados la distribución del trabajo, incluido el doméstico. Favorecería su participación en los mercados laborales y democratizaría, al menos parcialmente, el uso de los tiempos, y contribuiría a mermar las desigualdades estructurales de género provinientes de la división sexual del trabajo.

Pronto hará cinco años de un manifiesto publicado en 2019 y firmado por muchas feministas, como las periodistas Sarah Babiker, Núria Alabao, Carme Porta, Anita Botwin y Ruth Toledano, o la catedrática de Filosofía Montserrat Galcerán, la veterana activista feminista Montserrat Cervera o la magistrada Amaya Olivas, entre otras muchas.

Algunos de los argumentos que se escribieron en ese manifiesto siguen bien vigentes. Los suscribo, como hice en su momento, también firmándolo, y creo que vale la pena rescatar aquí y hoy: “La renta básica no es ni una concesión ni un regalo. Es una forma radical de redistribuir toda la riqueza que producimos colectivamente, que no es sólo la que tiene que ver con el trabajo, es también el valor que generamos en los hogares en los que se garantizan los cuidados, es también la contribución social que todas y todos generamos en forma de información, saberes, cultura que no por no ser monetizados dejan de ser riqueza colectiva. Por eso, la renta básica es un mecanismo esencial que, sumado a la defensa y a la ampliación de los servicios públicos, contribuirá a darnos más poder, más tiempo y más libertad.”

Los datos en los que salen perjudicadas las mujeres se suceden año tras año. No hace falta esperar cada año a las inmediaciones del 8 de marzo para conocerlas. Transformar de verdad la sociedad y trabajar para una renta básica universal que ponga freno y revierta, en parte, esa insoportable desigualdad contra las mujeres es cada vez más necesario, si queremos avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria.

Sergi Raventós Panyella es el Director de la Oficina para el Plan Piloto de la Renta Básica en Catalunya. Doctor en Sociología por la UAB con una Tesis sobre Renta Básica y Salud Mental, ha escrito diversos artículos y contribuciones sobre salud mental, determinantes sociales y Renta Básica. Es miembro de la junta de Red Renta Básica.

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