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Adiós al Banco Popular. Una decisión de madrugada

Julio Rodríguez López – Consejo Científico de ATTAC España

El sistema bancario español sufrió una importante sacudida en la segunda semana de junio de 2017. Una vez confirmado que el Banco Popular carecía de liquidez para abrir las oficinas el miércoles 7 de junio, los acontecimientos se precipitaron en la noche del martes al miércoles. El Mecanismo Único de Resolución (Single Resolution Board) actuó de forma contundente tras haber sido informado por el Banco Central Europeo (BCE) de que el Banco Popular corría riesgo de quiebra. Se amortizaron las acciones, así como toda la deuda subordinada y los bonos convertibles del Banco Popular. La intervención del BCE fue breve, duró el tiempo necesario para traspasar el saldo restante del Popular al Banco de Santander, único oferente en firme, a cambio de un euro.

El Banco de Santander informó que durante el mes de julio de 2017 efectuaría una ampliación de capital por importe de 7.000 millones de euros para hacer frente a la absorción del Popular. También avisó a los clientes del Popular que podían seguir operando con dicho banco desde el mismo día 7 de junio.

El último presidente del Popular, Emilio Saracho, había comentado en público que había que volver a estimar el alcance de las provisiones necesarias respecto de los activos problemáticos de dicha entidad (créditos morosos y activos reales del balance). Esta declaración no supuso precisamente un estímulo a posibles compradores bancarios de la entidad. En una semana el valor de las acciones del Popular se redujo en un 50%. Los días pasaban y el proceso de descapitalización parecía no tener fin. Se intensificó a la vez la retirada de dinero de las cuentas corrientes, operación ahora facilitada por la banca informática. .

En todo caso, sorprendió la velocidad a la que sucedieron los pasos que llevaron a la extinción del Banco Popular y de su simbólica compra por el Santander. La operación descrita ha reforzado la concentración existente en el sistema bancario español. Tras los ajustes de 2012-13, quedaban en España unos 13 grupos bancarios: dos de carácter internacional (Santander y BBVA), tres de tamaño intermedio (Popular, Bankinter y Sabadell) y otros siete resultantes del proceso de consolidación de las anteriores cajas de ahorros (Caixabank, Bankia, Unicaja, Ibercaja, Kutxabank, BMN y Liberbank).

Una vez absorbido el Popular por el Santander, cinco grupos bancarios concentran el 76% de los activos (Santander, BVBVA, Caixabank, Bankia y Sabadell), destacando la cuota del 27% correspondiente al Santander. La operación del Popular se ha presentado como una actuación perfecta, por aquello de no haber supuesto gasto público. Pero la realización de la misma implica la realidad de fuertes pérdidas de capital para un número importante de accionistas y de propietarios de deuda “junior”, por no hablar del destino incierto de los 15.000 empleados del Popular.

En junio de 2016 el Banco Popular había realizado una ampliación de capital de 2.500 millones de euros. Al realizar dicha operación el Popular debió aportar información a los nuevos suscriptores, contenida en el correspondiente folleto, que no debió ser muy exacta. El auditor había enviado señales de que algo no iba bien, con motivo de las cuentas de 2016. Por otra parte llama la atención el aviso del Popular de que no disponía de liquidez para abrir las oficinas el miércoles 7 de junio (¿Para qué están los supervisores?).

Además, el Popular había superado los últimos “stress-tests”” realizados por la Autoridad Bancaria Europea, lo que pone en cuestión la calidad de tales pruebas. Sorprende que la presidenta del Mecanismo Único de Resolución, Elke König, hubiese advertido públicamente en fechas recientes de la probable resolución del Popular en el caso de no encontrar comprador. Dicho aviso no era una invitación a compradores.

No fueron, pues, solo las cajas de ahorros las entidades que cometieron excesos en la etapa de la burbuja. También hubo excesos en la banca, donde el Popular entró en el negocio inmobiliario cuando los restantes bancos huían del mismo. La relativa tranquilidad por la que ha atravesado el sistema bancario español después de 2013 ha sufrido un cierto “shock” con la reciente quiebra del Popular.

Es posible que a partir de ahora los accionistas bancarios serán más cautos. De momento se ha complicado la vida a Liberbank, cuyas acciones han descendido abruptamente de precio en la última semana. Está por ver si el citado Mecanismo de Resolución emplea una dureza equivalente con alguna que otra entidad bancaria problemática de las que todavía quedan en Italia y Portugal.

 

Artículo publicado en la revista El Siglo de Europa el 16.6.2017

 JRL es vocal del consejo superior de Estadística y miembro de Economistas frente a la Crisis

Publicado en Mercado y política de vivienda