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Bankia, nuestra banca pública de depósitos

Aurora Martínez Hernández – ATTAC Madrid
La “Campaña Parar la Venta de Bankia” sigue, pues aunque el MOU no fuerza a la privatización, las leyes españolas sí. Y la presión desde Europa, continúa. Por eso nuestro, primer paso es conseguir el apoyo popular para parar la venta de Bankia. Para esto debemos insistir en tres ideas poco utilizadas: una, que lo que asegura que un banco o una empresa funcione bien, no es que sea pública o privada: ¡Es que tenga un órgano efectivo de control! Control que no tenían ni los presidentes de las Cajas ni los Alcaldes. De ahí la corrupción y su deficiente gestión. Ahora con auditorias, muchos ayuntamientos ya tienen superávit. Nuestro banco público tendría un órgano de control o vigilancia similar al que tiene La Caisse des Dépôts francesa, formado por parlamentarios, altos funcionarios y personalidades ciudadanas, y daría cuenta en el Parlamento.
La segunda idea es que en nuestra banca pública los ahorros de los ciudadanos estarán más seguros, porque no financiarán actividades especulativas, que son más arriesgadas. Los primeros bancos más solventes del mundo son públicos.
Y la tercera idea es que se necesita que Bankia funcione como pública, no como ahora, y pueda invertir en un nuevo modelo productivo. Actualmente Bankia destina unos 120.000 millones de euros a prestar a sus clientes, unas 8 veces los préstamos del ICO. , que se podrían destinar a inversiones de utilidad públicas, según se fueran liberando. El problema, la cada vez menor presencia de la banca en el sistema financiero.
El segundo paso sería dilucidar si queremos que Bankia funcione ya como pública: financiando algún proyecto público, o que el FROB entre en su Consejo (cambiando el artículo 54.7 de la Ley 9/2012) o que Bankia sea totalmente pública, comprando el 38% de su capital privado, unos 3000 millones de Euros, que se podría financiar con sus beneficios, si no se reparten. Esta decisión permitiría que Bankia dejara la bolsa, y así evitar que la compren.  Estos temas nos obligan a estar en contacto con las organizaciones europeas que defienden casos similares a los de Bankia, como el de Royal Bank of Scotland en el Reino Unido o el de Belfius, en Bélgica.
Hablar de la organización territorial de la banca pública nos lleva a la urgente necesidad de iniciar un gran debate sobre el nuevo modelo productivo, donde se decidan prioridades nacionales y autonómicas a las que financiar. Pues las sucursales autonómicas tendrán que adaptar sus inversiones a los planes de desarrollo de sus comunidades y también dar cuenta en su Parlamento. El problema surge para las Comunidades Autónomas donde no llega Bankia. Para este caso habrá que manejar soluciones como comprar sucursales de los bancos medianos, utilizar las oficinas de correos, convenios con las cooperativas de crédito o la banca ética, o promover fintechs públicas.
Nuestra referencia es la banca pública alemana que financia la industria local por todo su territorio. ¡Y no la dejaremos que dé pérdidas, porque la Ley General Presupuestaria contempla consignaciones para las inversiones públicas y el artículo 106 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea lo permite!

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