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CARTA ABIERTA A MCGUINNESS – CONSEGUIR QUE EL SECTOR FINANCIERO DE LA U.E. SEA ECOLÓGICO: EXIGE URGENTEMENTE UNA TAXONOMÍA DE LAS ACTIVIDADES PERJUDICIALES PARA EL MEDIO AMBIENTE

7 enero 2021

Estimada Comisaria Mairead McGuinness, 

Nosotros, las organizaciones firmantes, le escribimos para instarle a que incorpore en la próxima Estrategia Renovada de Financiación Sostenible de la UE, un firme compromiso para adoptar lo antes posible un sistema de clasificación (taxonomía) de las actividades económicas que perjudican considerablemente la sostenibilidad ambiental como instrumento clave para acelerar la transición verde de Europa, orientando e impulsando la desinversión en proyectos no sostenibles.

Como usted misma subrayó en su primer discurso como Comisaria: «El tiempo se está acabando». Cinco años después del histórico Acuerdo de París sobre la lucha contra el cambio climático, no podemos sino ser testigos de lo poco que ha cambiado la situación respecto a las enormes corrientes de capital hacia proyectos que agravan el cambio climático. Creemos firmemente que la Comisión, de conformidad con sus responsabilidades específicas en virtud del Acuerdo de París, debe actuar con urgencia para dirigir más eficazmente las corrientes financieras fuera de las actividades económicas insostenibles, además de fomentar el apoyo a las iniciativas positivas para el clima. 

El enfoque actual es insuficiente para alcanzar los objetivos climáticos básicos.

Sabemos que para evitar los impactos del calentamiento global por encima de 1,5 °C, el mundo necesita una caída del 7,6% en las emisiones de gases de efecto invernadero al año. La estrategia actual de la UE se limita a fomentar inversiones respetuosas con el medio ambiente a través de una “taxonomía verde” no vinculante. 

Para ello, la UE ha decidido dedicar el 30% de su gasto futuro a lograr el objetivo de neutralidad climática para 2050. Sin embargo, no es suficiente, ya que los actores financieros europeos todavía asignan cantidades masivas de préstamos y otras inversiones a nuevos proyectos de combustibles fósiles, deshaciendo los efectos positivos que de otro modo se lograrían. Solo los bancos europeos han aportado 760 mil millones de dólares a la industria de los combustibles fósiles desde 2016, con un resultado anual en aumento. Con los incentivos actuales, la financiación privada nos está llevando a un calentamiento global muy por encima de 1,5 °C.

Aunque las autoridades supervisoras europeas y nacionales podrían utilizar las reglas bancarias de la UE para imponer estrategias de transición lejos de las industrias de combustibles fósiles, ayudando a los bancos a eliminar esos activos varados en el futuro, en la actualidad estas autoridades son demasiado lentas. La Comisión podría igualmente decidir imponer requisitos de capital más estrictos para las instituciones financieras, a fin de penalizar la financiación de actividades contaminantes. Sin embargo, actualmente falta un instrumento perfeccionado para definir con precisión cuáles son esas actividades perjudiciales.

Ampliar la taxonomía como herramienta contra el cambio climático

Las autoridades financieras, como el Banco Central Europeo (BCE) y la Autoridad Bancaria Europea (ABE), han pedido a la Comisión Europea que proponga una taxonomía de las actividades perjudiciales para el medio ambiente. De hecho, el Reglamento de la UE sobre taxonomía, si bien es un marco ambicioso, no incluye todavía actividades incompatibles con los objetivos climáticos, especificando que deben dejar de ser utilizadas y a qué ritmo. 

Sin una taxonomía de este tipo que identifique claramente qué préstamos e inversiones perjudiciales para el medio ambiente deben eliminarse progresivamente, será muy difícil diseñar herramientas clave para acelerar la transición verde. 

Además, sin una clasificación adecuada de la UE de lo que es insostenible desde el punto de vista del medio ambiente, los pequeños inversores y las instituciones no tendrán un marco común y fácilmente accesible para presionar a los bancos y a los gestores de activos para que diseñen políticas claras para la desinversión en actividades perjudiciales para el medio ambiente.

Somos conscientes de que poderosos intereses financieros y del sector de los combustibles fósiles están ejerciendo presión contra ese cambio de la taxonomía de la UE. Por otra parte, le instamos a que tenga en cuenta los intereses de la sociedad civil y dé prioridad a la creación de dicha taxonomía.

El reloj climático está corriendo y la Comisión debe actuar ahora

Sólo nos quedan unos pocos años para la enorme tarea de transición de las grandes empresas, la mayoría de las prácticas comerciales y todo el sistema financiero. Como advierte la Red de Bancos Centrales y Supervisores para un Sistema Financiero más Ecológico, si no actuamos con la suficiente rapidez, la transición será desordenada y el impacto climático será masivo, incluyendo la inestabilidad financiera.

La Unión Europea y sus países miembros, al firmar el Acuerdo de París, se comprometieron en su artículo 2.1c, a alinear los flujos financieros privados de acuerdo con sus compromisos climáticos. Ahora es crucial que la Comisión reconozca sus propias responsabilidades a ese respecto.

Con la próxima Estrategia renovada de financiación sostenible de la Unión Europea, Comisario McGuinness, tiene usted la oportunidad perfecta para demostrar su compromiso de hacer que se produzca el cambio necesario:

  • Cambiando el enfoque de la Comisión hacia los incentivos para desincentivar contundentemente la financiación de las actividades que ocasionan el cambio climático.
  • Definiendo una taxonomía de actividades significativamente dañinas además de una taxonomía verde estricta;
  • Introduciendo una aplicación obligatoria de la taxonomía más allá de un mero reporte;
  • Y presentando propuestas legales para implementar estos cambios en 2021.

Estas son las condiciones esenciales para que Europa pueda financiar una transición justa para todos, en la que la financiación de las actividades relacionadas con el cambio climático se eliminen gradualmente y se detengan. Confiamos en que se escuchará la voz de los ciudadanos de la UE y se creará una economía sostenible que funcione para las personas, incluida la próxima generación.