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Condiciones para acabar con la desigualdad.

Sira Vilardell. Publicado en Catalunyaplural.com el 22.3.2022

Las condiciones del mercado de trabajo han cambiado bastante en los últimos años, la precarización y la bajada de los salarios están creando un nuevo fenómeno, el de trabajadores y trabajadoras pobres. Las crisis han comportado importantes recortes en los derechos sociales y las condiciones laborales. A las dificultades que ya existían se le han sumado dificultades en el bienestar y en el acceso a condiciones materiales para la subsistencia básica para muchas personas.

Las ayudas condicionadas (a diferentes situaciones de paro o pobreza) no han corregido la pérdida de rentas de las clases populares. En este sentido son las mujeres las que más han sufrido este cúmulo de dificultades. El paro femenino en Cataluña en 2021 era del 13’9% mientras el masculino era del 10’4%, entre 2020 y 2021 hubo una recuperación de puestos de trabajo que significó que el paro masculino bajara un 1′ 5% mientras que el femenino sólo un 0’5%. Los obstáculos de entrada en el mercado laboral para las mujeres son muchos: falta de medidas «de conciliación», carga de las tareas de cuidado, salarios más bajos, falta de acceso a trabajos masculinizados… Hay datos que señalan que los mujeres tenemos un 30% menos de posibilidades de que se nos haga una entrevista laboral y, en caso de tener familiares a cargo, la discriminación aumenta.

Pero, como apuntaba anteriormente, acceder al mercado de trabajo, ya no es indicador de superar el umbral de la pobreza. Actualmente se habla de un 16’9% de trabajadores y trabajadoras que no pueden cubrir sus necesidades básicas. A esto debemos añadir la brecha salarial para las mujeres, que es de un 26% de media -unos 6.000 € anuales-.

Un estudio actual del Área Metropolitana de Barcelona sobre el salario de referencia metropolitano, considera que es de 1.345,48€ para el conjunto del Área Metropolitana de Barcelona, ​​un 1,7% superior al de 2020 y hay muchos salarios por debajo de esta referencia. El trabajo remunerado no es, por tanto, una garantía de bienestar.

En cuanto a las rentas sociales condicionadas por situaciones de necesidad, tampoco podemos decir que sean garantía para erradicar la pobreza que cada vez es más cronificada. Una de cada cinco personas en Cataluña se encuentra en riesgo de pobreza. – El Ingreso Mínimo Vital -IMV-, por ejemplo, no está cubriendo las necesidades básicas de las personas y familias que lo reciben. Hace un año un estudio de ECAS destacaba que la ayuda no estaba llegando a todas las personas que lo necesitaban y que las que no lo recibían ni siquiera tenían conocimiento de las ayudas a las que podía tener derecho. Por otro lado, el hecho de que el IMV y la Renta Garantizada de Ciudadanía -RGC- no haya partido de los mismos requisitos frenó la necesaria actuación de urgencia en la etapa más dura de la pandemia y esto ha tenido consecuencias graves en el bienestar de muchas familias y personas.

Las ayudas condicionadas no están sirviendo para detener ni eliminar la pobreza, contrariamente a lo que persiguen el incontable número de condiciones hace que no lleguen a las personas que lo necesitan y, además, desincentivan al trabajo dado que los trabajos de baja calidad y bajos salarios son, además, temporales y hacen perder estas ayudas.

Ante esta incapacidad reiterada para dar la vuelta a la curva de la pobreza y la desigualdad, necesitamos un cambio de enfoque. Una renta básica puede contribuir a la dignificación del mercado de trabajo así como a incentivar el emprendimiento. La renta básica es una medida económica que nos hace avanzar hacia la equidad por no poner condiciones y con ella quedarían cubiertas las necesidades básicas. Dotarnos de equidad es dotarnos de una base para acabar con las desigualdades.

Sira Vilardell és diplomada en Treball Social i màster en Direcció i Gestió d’ONGs. Especialitzada en interculturalitat i gènere, ha treballat en l’atenció a dones i famílies i en la intervenció comunitària intercultural. Forma part de la junta directiva d’ECAS (Entitats Catalanes d’Acció Social) i actualment, és la directora general de la Fundació Surt