- Con sangre falsa y biodegradable, más de un centenar de investigadores y científicas españoles han realizado una acción de desobediencia civil noviolenta ante el Congreso de los Diputados.
- Grandes figuras científicas como Fernando Valladares (CSIC) y Jorge Riechmann (UAM) se han expuesto a ser arrestadas para alertar al resto de la sociedad sobre la catástrofe climática que amenaza la humanidad entera.
- Este evento se engloba en la semana de acciones en más de 25 países del movimiento internacional de científicos contra la crisis climática Rebelión Científica / Scientist Rebellion.
Madrid, 6 de abril de 2022. A las 10:00h ha tenido lugar una acción de desobediencia civil noviolenta en la que numerosos profesionales de la ciencia y la academia han arrojado pintura roja sobre la fachada del Congreso de los Diputados, para visibilizar con sangre falsa y biodegradable el crimen de masa que implican décadas de inacción climática. La acción, coordinada por el movimiento internacional Rebelión Científica (Scientist Rebellion), tiene por objetivo dar la voz de alarma sobre la extrema urgencia de la crisis climática y ecosocial y demandar compromisos firmes, eficaces e inmediatos a los responsables políticos, así como concienciar a la ciudadanía de lo ya expuesto en el informe IPCC del panel de expertos de Naciones Unidas, publicado íntegramente el pasado día 4 de abril.
La sangre roja que se derramó simboliza el estado de trágica emergencia que establece el sexto informe del IPCC y que el secretario general de la ONU llamó un «código rojo» que, de no actuar, nos lleva a «una senda suicida para la humanidad». Esta sangre falsa y biodegradable no ocasionará daño ni perjuicio material alguno, al contrario de la criminal inacción climática actual de los gobiernos.
¿Qué es la Rebelión Científica?
La Rebelión Científica es un movimiento formado por personas pertenecientes a la comunidad científica y académica, que en 2020 decidió tomar cartas ante la inacción política frente a la crisis climática y ecológica. Han decidido llevar a cabo acciones de resistencia civil noviolenta para forzar los cambios necesarios: como conocedores directos de la extrema gravedad del problema, consideran que es su responsabilidad comprometerse con el resto de la sociedad.
Entre el 4 y el 9 de abril la Rebelión Científica organiza una semana de movilización internacional en 25 países con huelgas académicas, divulgaciones científicas, ocupaciones de universidades y acciones de desobediencia civil. En España, más de 1000 personas ya han firmado el manifiesto La ciencia se rebela publicado por El País, y que afirma: «Invitamos a toda la comunidad científica, a todos los colectivos y actores sociales y a toda la ciudadanía, a pasar a la acción. Llegó la hora de exigir unos cambios que, de no producirse, van a ocasionar una cantidad inimaginable de sufrimiento. Un sufrimiento que puede ser evitado. Sólo si asumimos que nuestro maravilloso planeta tiene límites, y que somos nosotros y nosotras quienes nos tenemos que adaptar a ellos».
Una rebelión necesaria, justa y noviolenta desde la ciencia y con toda la ciudadanía
Como declaró hace tan sólo dos días en el acto de publicación de la última parte del IPCC Antonio Guterres:«Los activistas climáticos se describen a veces como peligrosos radicales. Pero los peligrosos radicales son los países que están incrementando su producción de energías fósiles». La inacción climática actual nos condena a un planeta inviable para la humanidad. Si lo que dice la ciencia no se escucha, el comportamiento de los gobiernos se está convirtiendo en un crimen de masa de escala inédita, con la responsabilidad directa de los grupos de intereses económicos que actúan para paralizar las dinámicas de justa transición ecológica.
Fernando Valladares, del CSIC, afirma también que «los movimientos sociales se nutren de los datos e informes que hacemos los científicos y debemos mostrarles nuestro apoyo e incluso, como ahora, dar la cara por y con ellos». Elena González Egea, física y activista de Rebelión Científica, apunta que «como científicos llevamos décadas avisando de la magnitud del problema. Por ello, y para que se nos escuche y se actúe en consecuencia, nos vemos obligadas a emplear la resistencia civil noviolenta».
La Rebelión Científica pide al gobierno español que las recomendaciones consensuadas de la comunidad científica se conviertan en objetivos vinculantes, con mecanismos institucionales que garanticen la participación real de la ciudadanía, como prevé el convenio europeo de Aarhus desde 2005.
En una época de guerras por los escasos recursos, de vulnerabilidad colectiva de la humanidad sin precedente alguno, la comunidad científica llama a toda la sociedad española y al compromiso de todas y de todos para reconocer que ha llegado el momento de pasar a la acción, y la valentía para hacerlo.