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La desaparecida Caja Postal de Ahorros, un buen antecedente para el banco público y ético que necesita España.

Aurora Martínez, profesora de Economía jubilada y miembro de la Plataforma Banca Pública.   

La Caja Postal ha sido la única caja de ahorros de ámbito nacional que ha tenido España. Se creó en 1909, obtuvo su reglamento operativo en 1916 y  se trasformó en Caja Postal S.A en 1991, formando parte de la Corporación Bancaria Española, posteriormente Argentaria.  Desapareció definitivamente en 1.999 cuando Argentaria se integró en el grupo BBVA.

Pequeña historia.

La Ordenanza Postal aprobada el 19 de mayo de 1960 encomienda a la Caja Postal “fomentar, recoger y administrar el ahorro nacional de primer grado” para realizar “operaciones genuinamente bancarias y comerciales”. Más tarde, en 1968 obtuvo la condición de “entidad  estatal autónoma” y en 1972 se la definió como institución de derecho público, con plena capacidad jurídica para el cumplimiento de sus fines. Era una caja de ahorros con la garantía del Estado.

Históricamente se limitó a la captación de ahorros y a la inversión en deuda pública (imprescindible para el desarrollo del país), pero no ofreció servicios financieros a las empresas, por lo que su peso en el sistema financiero español pudo ser mayor. Y aunque en sus últimos años se introdujeron nuevos servicios al ciudadano (6 tipos de cartillas, cuentas corrientes, tarjeta de crédito VISA, planes de ahorro remunerados entre el 5% y el 10%, cajeros automáticos, financiación a la vivienda, …) y aumentaron sus actiivdades (seguros, operaciones con activos, adelantos informáticos…), el crédito a las empresas se quedó a las puertas.

Hoy en Europa hay instituciones postales de ahorro públicas en las que se puede obtener crédito y préstamos de forma directa o indirecta, como ocurre con la Banque Postale francesa, el Banco Posta italiano o el Post Finance suizo. El primero pasó de ser entidad de ahorro a banco en 2006; el Banco Posta funciona como banco, aunque no es realmente un banco (los préstamos personales, las hipotecas y las tarjetas prepagos han sido desarrollados en asociación con bancos y otros intermediarios financieros) y el Post Finance suizo, que teniendo licencia bancaria y ser una institución “demasiado grande para caer”, no concede ni hipotecas ni prestamos: el Estado garantiza que cubrirá el déficit de capital en el caso de quiebra.

La Caja Postal en cifras.

Las datos que se ofrecen provienen de “El sistema bancario español en cifras: años 1985, 1986 y 1987”. En1987 (justo antes del comienzo del proceso de su privatización)  su tamaño, medido por su activo, era mucho menor que el de las dos cajas de ahorros y de los 7 bancos privados de mayor tamaño en España. El activo de la Caja Postal era de 665.788 millones de pesetas frente a los 2.431.335 de la Caja de Pensiones de Cataluña y Baleares, los 1.504.710 de Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, los 2.891.146 del Central o los 2.517.429 del Banesto (los mayores bancos). Sin embargo la confianza que mostraban los ciudadanos por depositar sus ahorros en ella, medido por su cuota de mercado, un 18,9%, era mucho mayor que la que tenían en los bancos. La máxima cuota de mercado la tuvo Caja Madrid con un 31,3% y la máxima cuota de los bancos estaba en el 6,46% del Central. Asombroso fue el ROE de la caja Postal (rentabilidad de los fondos propios), un 39,61%: el mayor de todas las cajas, que a su vez tenían un ROE superior al de los 7 mayores bancos (que estaban entre el 20,88% del Vizcaya y el 12,9 % del Santander-¡ y el Hispano con un 0,09%! ). Su  ratio de margen financiero (diferencia entre los intereses cobrados y pagados  con respecto al activo), un 5,71%, estaba en la media de los grandes bancos y cajas y la tesorería, tanto en cajas y bancos era muy alta (40% del activo en el Central y Banesto, y 33% de la Caja Postal). Significativo es comprobar que el crédito comercial fue prácticamente inexistente y que la ratio de solvencia de las cajas (porcentaje de recursos propios respecto activos totales) y en concreto la de la Caja Postal con un 4.81%, era inferior al de los 7 mayores bancos (el máximo. un 8,39%, lo tenía el Popular). Y mientras las cajas repartían dotaciones a su obra social (hasta el 50% de sus beneficios, como la Caja Postal) los grandes bancos lo hacían a los accionista con un “pay out” similar.

Necesidad de un banco postal hoy.

Leandro Briones, en “La Caja Postal de Ahorros: pasado, presente y futuro” (1976), señalaba que el gran atractivo de la Caja Postal fue la extensión de sus oficinas por los pueblos del país y la garantía del Estado y pedía, como estrategia de buen futuro, “volver al origen, al entusiasmo del personal y a dar un servicio que sirva”. Ahora también, aprovechando el buen recuerdo que dejó la Caja Postal, y la confianza que mostraban los ciudadanos para depositar en ella sus ahorros, es el momento de pensar en una caja postal como antecedente de ese banco postal minorista que no tiene este país. Un banco postal público y ético que promueva el desarrollo rural y la atención cercana a las personas y a las pequeñas empresas desde la extensa red de las oficinas de Correos.

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