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La promoción internacional del fraude fiscal: Credit Suisse

Juan Hernández Vigueras – Consejo Científico de ATTAC España

Como ejemplifican los casos de los bancos suizos Credit Suisse y UBS, investigados por el Senado estadounidense, la promoción del fraude fiscal entre los clientes extranjeros es parte del negocio bancario de nuestros días. La liberalización y globalización del sistema bancario y financiero global ha contribuido a potenciar el impago de impuestos en los países como fuente de liquidez y de beneficio bancario mediante las comisiones y la gestión de grandes paquetes de activos, bases hoy del negocio global de la banca.

En unos casos, el fraude fiscal de los clientes se canaliza de modo pasivo, donde la intervención del banco se reduce a facilitar los deseos de mayor rentabilidad para el capital del cliente. Es el caso de los bancos que ayudaron a crear o crearon las sociedades offshore instrumentales que aparecen en los mediáticos divulgados como papeles de Panamá o del Paraíso y Bahamas leaks,  Y en otros casos como ilustran UBS y Credit Suisse la banca desarrolla y gestiona políticas agresivas de captación de clientes foráneos adinerados incentivando el fraude fiscal en el país de origen.  Mediante una organización interna y una gestión planificada, se persigue facilitar el impago de impuestos en el país de origen para lograr una máxima rentabilidad del titular del dinero y unos beneficios para el banco por su gestión.

El Subcomité permanente de investigaciones del Senado estadounidense (que desde hace años impulsa el senador demócrata por Michigan, Carl Levin) y en el contexto del estudio del secreto bancario, examinó en profundidad el caso del banco suizo Credit Suisse ([i]), intentando comprender el alcance del fraude fiscal en EEUU mediante la promoción bancaria de sociedades offshore en paraísos fiscales y los esfuerzos realizados para que los bancos que utilizaban paraísos fiscales offshore y sus clientes rindieran cuentas y pagaran los impuestos adeudados en EEUU. Siendo el Credit Suisse el segundo banco más grande de Suiza después del UBS, el Subcomité consideró que muy  probablemente también habría de tener un gran número de cuentas suizas no declaradas de clientes estadounidenses, que buscaban evadir impuestos utilizando los servicios de gestión de la llamada de banca privada o personalizada.

La banca globalizada incentiva el impago de impuestos

Con la publicación de los conocidos como Papeles de Panamá o del Paraíso y la filtración de datos del registro mercantil de las Bahamas, se ha demostrado una vez más que existe una práctica generalizada del impago de impuestos por las personas adineradas, identificadas con nombres y apellidos, que se sirve de la gran banca globalizada para la creación de estas sociedades mercantiles instrumentales en los llamados paraísos fiscales, entidades que son puras ficciones jurídicas sin actividad económica local alguna y que son un mero instrumento para la opacidad y ocultación del verdadero titular beneficiario del dinero, proceda del ahorro personal o de negocios ilícitos.
Anotemos que a la expansión de esta actividad bancaria contribuyó  la aplicación de la Directiva europea sobre el ahorro individual en 2005, extendida a Suiza y otros paraísos fiscales europeos mediante convenios bilaterales entre esos países y territorios con la Comisión europea un año después. Esta norma implicaba que los bancos del país helvético debían informar de todas las cuentas de sus clientes extranjeros o bien practicarles una retención tributaria sobre sus ganancias en función de unos tramos, que podían llegar al 35%. Como era de suponer, esto provocó una oleada de pánico entre los grandes patrimonios que tenían dinero escondido en Suiza y otras jurisdicciones offshore como Mónaco, Andorra, Panamá o las islas Vírgenes Británicas, micropaíses con secreto bancario y escasa fiscalidad. Para los afectados, la opción fue la creación de una sociedad pantalla tras la que ocultar su identidad y así evitaban tener que dar información al fisco del país de origen y la consiguiente retención fiscal. Al parecer, sobresalió Panamá por las facilidades del país y la agresiva operativa de despachos como el citado Mossack Fonseca (aunque el bufete también constituía estos instrumentos en otras jurisdicciones como las Islas Vírgenes).

Parece ser que al descubrimiento mediático de estas prácticas masivas en detalle contribuyó la ola de investigaciones sobre casos individuales, desencadenadas al hacerse pública la existencia de la conocida como lista Falciani de delincuentes tributarios, los datos revelados por un ex empleado del HSBC de Ginebra, que permitió de un modo u otro que las Haciendas nacionales europeas accedieran a estos mecanismos innovadores de defraudación fiscal, gestionados desde los departamentos de la denominada  banca privada o personalizada de la gran banca. Sin embargo, tras las revelaciones de los papeles de Panamá y Bahamas no ha habido noticias sobre posibles nuevas investigaciones sobre la labor de los bancos implicados en la cooperación para el fraude fiscal mediante la constitución de esas miles de sociedades offshore. Y el Parlamento europeo prosigue su inacabable debate sobre el Mediterráneo descubierto por las referidas investigaciones periodísticas.

El Credit Suisse, un negocio transnacional ilegal basado en el fraude fiscal

En mayo de 2014, ante las autoridades de los EEUU, el banco suizo Credit Suisse se declaraba culpable de una “conspiración extensa y de gran alcance” para ayudar a clientes estadounidenses a evadir el pago de impuestos y aceptaba pagar cerca de 2.600 millones de dólares en multas, convirtiéndose en el primer gran banco global en las dos últimas décadas que admitía acusaciones de haber cometido delitos penales. ([ii]) La aceptación negociada de la acusación (plea agreement) de conspiración presentada por representantes de los bancos Credit Suisse y su filial Clariden Leu ante un tribunal de Virginia, resolvía una investigación de larga duración sobre el negocio de banca privada o personalizada de este banco suizo, que ayudaba a ciudadanos estadounidenses a ocultar activos en el extranjero. Como parte de este pacto sui géneris, el Departamento de Justicia de Estados Unidos recibiría 1.800 millones de dólares en multas y reembolso; y el Departamento de Servicios Financieros del Estado de Nueva York recibiría 715 millones más 100 millones que irían a la Reserva Federal. ([iii])  Y el banco suizo mantenía su licencia bancaria a pesar de su actividad delictiva.

Desde el colapso financiero de 2008, Credit Suisse era el primer gran banco acusado de un delito penal, que se declaraba culpable de ayudar a los clientes en el fraude fiscal y a la evasión de impuestos. Y tendría que pagar (en los EEUU) una multa sustanciosa  que, como una novedad, causó un gran impacto general. Pero subrayaba el experto estadounidense James Henry ([iv]), que esa multa para el Credit Suisse representaba solamente una cuarta parte de sus ingresos, por muy elevada que sonara la cifra de 2.600 millones; que puesta en perspectiva representaba sólo un trimestre de ganancias para un banco; que gestiona alrededor de 1,4 billones de activos de sus clientes y que sus propios activos alcanzan en torno a 1 billón de dólares. Es el segundo mayor banco suizo y lo ha sido casi siempre. Y desde siempre ha estado comprometido en este tipo de prácticas, que consisten en ayudar a los estadounidenses ricos y a los ricos de todo el planeta a colocar su dinero en Suiza libre de impuestos.

Como se logró saber, establecieron equipos especiales para tal objetivo que, en el caso de los EEUU deambulaban por las convenciones en torno al arte y cultivando la confianza de la gente rica; de modo que llegó acumular al menos 22.000 clientes selectos. Una actividad muy lucrativa para el Banco. En ese contexto, esa cifra tan elevada no resultaba enorme. Y como ejemplo comparativo, Henry citaba un reciente acuerdo de divorcio en los tribunales suizos entre un oligarca ruso y su esposa, por el cual ella tuvo que conformarse con 4.500 millones. Así comprende que el actual CEO del banco dijera, tras el anuncio de este acuerdo, que esto tendría un impacto trivial, de menor importancia para la rentabilidad del banco.

Los hechos ilegales reconocidos en la confesión acordada

En la declaración de hechos firmada por la representación legal del Credit Suisse y por las autoridades estadounidenses (y registrada en el tribunal de distrito de Virginia oriental en mayo de 2014), se reconocen los hechos básicos que fundamentan la sanción económica aplicada al banco suizo con su conformidad; y que describen la línea de negocio transatlántico ilegal que resumimos a continuación ([v]). En dicho documento judicial se dice que durante décadas antes y durante o en torno a 2009, en el Distrito Este de Virginia y en otros lugares, el banco “Credit Suisse realizó voluntaria e ilegalmente de forma deliberada y a sabiendas, conspirando, combinando, confederándose, y de acuerdo con otros a comisión del siguiente delito contra los Estados Unidos: ayudar voluntariamente,  procurar, asesorar, y aconsejar en la preparación y presentación de falsas declaraciones de impuestos” y otros documentos a la Agencia Tributaria o Servicio de Rentas Internas (IRS) del Departamento del Tesoro, en violación del Título 26, Código de Estados Unidos, Sección 7206 (2), todo ello en violación del Título 18, Código de Estados Unidos, la Sección 371.

Durante décadas antes, durante o alrededor de 2009, “Credit Suisse operaba un negocio bancario transfronterizo ilegal que a sabiendas y voluntariamente ayudaba y asistía a miles de clientes estadounidenses en la apertura y mantenimiento de cuentas no declaradas y ocultando sus activos offshore y los ingresos ante la Agencia Tributaria”. A través de ciertos directivos, empleados y otras personas, Credit Suisse solicitaba de clientes estadounidenses la apertura de cuentas no declaradas, aprovechándose de que el secreto bancario suizo les permitiría ocultar la propiedad de esas cuentas. Credit Suisse admite que utilizó una variedad de medios para ayudar a sus clientes estadounidenses con la finalidad de que ocultaran sus cuentas en ese banco sin declararlas, que según el citado documento comprendían:

  • a.    Ayudar a los clientes en el uso de entidades tapaderas como supuestos propietarios beneficiarios de las cuentas no declaradas;
  • b.    Solicitar los formularios de la Agencia tributaria estadounidense (IRS) que falsamente declaraban bajo pena de perjurio, que las falsas entidades eran beneficiarias de la propiedad de los activos en las cuentas;
  • c.    No conservar en los Estados Unidos los registros relacionados con las cuentas;
  • d.    Destruir registros de cuentas enviadas a los Estados Unidos para su revisión por el cliente;
  • e.    Utilizar gerentes y empleados de Credit Suisse como asesores de inversiones no registrados sobre las cuentas no declaradas;
  • f.     Facilitar retiradas de fondos de las cuentas no declaradas, ya fuera mediante la entrega en mano de efectivo en EEUU o utilizando cuentas en bancos corresponsales del Credit Suisse en EEUU.
  • g.    Estructurar transferencias de fondos para eludir los requisitos de notificación de transacciones monetarias; y
  • h.    Proporcionar tarjetas de crédito y de débito en offshore para repatriar fondos de cuentas no declaradas.

Asimismo, en la citada declaración suscrita por el banco suizo y las autoridades estadounidenses se hace referencia a la utilización de entidades ficticias en paraísos fiscales, como titulares de las cuentas suizas de estadounidenses no declaradas en su país. Los Gerentes de banca privada (conocidos como Gerentes de Relaciones) servían como el principal contacto para los clientes estadounidenses con cuentas no declaradas en el Credit Suisse. Todos estos Gerentes del negocio transfronterizo ilegal con los EEUU, asistían activamente o facilitaban a miles de contribuyentes individuales a establecer o mantener cuentas no declaradas de una manera diseñada para ocultar la propiedad por parte de contribuyentes estadounidenses o de los interesados beneficiadas en dichas cuentas. Credit Suisse mantenía cuentas bancarias corresponsales en los Estados Unidos a través de las cuales los Gerentes de este banco y otros realizaban transacciones financieras en conformidad con su negocio transfronterizo ilegal.

La asistencia técnica para la creación de entidades offshore

El programa internacional del Credit Suisse para la captación y atención del cliente megarrico estadounidense comprendía, inclusive, desplazamientos periódicos de altos empleados a EEUU para la apertura de cuentas suizas vinculadas, el asesoramiento inversor y defraudador evitando informes sobre transacciones, emitiendo tarjetas de crédito y débito y gestionando la creación de sociedades offshore. ([vi]) Según un análisis elaborado por el propio Credit Suisse, sus registros de viaje indican que, desde 2.001 a 2.008, los gerentes suizos de relaciones hicieron más de 150 viajes por separado a los Estados Unidos para reuniones con sus clientes locales y para contactar con nuevos clientes.
El programa del Credit Suisse de promoción del fraude y la evasión fiscal en los EEUU se complementaba mediante la creación y utilización de sociedades offshore. De modo que en la citada declaración de hechos ilegales reconocidos, suscrita por el banco suizo y las autoridades estadounidenses, se hace referencia a la utilización de entidades instrumentales o tapadera en paraísos fiscales como titulares de las cuentas suizas de estadounidenses no declaradas en su país ([vii]); entidades offshore cuya creación facilitaba el propio banco. El resultado de esta actividad ilegal del Credit Suisse, como la de cientos de otros bancos, lo encontramos confirmado en las identificaciones con nombre y apellidos, suministradas por los llamados Papeles del Paraíso, de  Panamá o la filtración de Bahamas.
Las cuentas suizas para clientes estadounidenses del Credit Suisse utilizaban como titulares de cuentas nominales a entidades tapadera en paraísos fiscales; y además, algunos de sus banqueros asistían activamente a los clientes para la constitución de esas entidades instrumentales, banqueros a los que apelaban como  “intermediarios” o “fiduciarios” que actuaban como “proveedores de servicios en la creación y mantenimiento de entidades jurídicas”. Y de los cuales se servía el banco suizo para introducir clientes potenciales. Asimismo, según el propio banco, los banqueros de Credit Suisse remitían a los clientes potenciales o actuales a los intermediarios para que establecieran una entidad jurídica que actuara como titular de la cuenta suiza; y la mayor parte de los intermediarios que utilizaban los banqueros suizos estaban localizados en Suiza o Liechtenstein. La finalidad primordial de las entidades offshore era lograr el enmascaramiento de la titularidad de la cuenta del cliente. Al abrir cuentas suizas para clientes de Estados Unidos, la evidencia muestra que algunos banqueros de Credit Suisse recomendaban la utilización de entidades fantasma o tapadera (Offshore Shell Companies) como titulares de cuentas nominales. Si bien no es ilegal establecer un fideicomiso o entidad en un paraíso fiscal como titular de una cuenta, es una práctica corriente utilizar esas sociedades mercantiles fantasma, fideicomisos o entidades jurídicas similares como titular de una cuenta nominal en vez de un ciudadano que suministra los fondos a la cuenta; de hecho, es una táctica común usada para evadir impuestos tanto en Estados Unidos como en España y el resto de países, porque impide la identificación tanto de las cuentas como de sus titulares estadounidenses. El referido informe relata testimonios de algún ex titular de una cuenta de Estados Unidos, que corrobora estas prácticas que le proporcionarían “una capa más de protección” para sus activos del cliente, aunque este cliente desestimó las sugerencias de “los intermediarios”, a causa de la cargas adicionales involucradas, y porque el cliente se sentía suficientemente seguro después de colocar los fondos en Suiza. En otros casos los clientes firmaban papeles para constituir las sociedades instrumentales en Liechtenstein o Hong Kong.

En los interrogatorios de la Subcomisión del Senado, a las preguntas que pretendían cuantificar  las cuentas suizas vinculadas a los EEUU que fueron abiertas a nombre de entidades offshore, la representación del Credit Suisse informó de que en 2008 habían sido abiertas  1.243 fichas informativas de clientes (CIF) con 4.000 millones de francos suizos en activos a nombre de entidades offshore, que tenían como titulares beneficiarios a clientes estadounidenses que habían omitido presentar un formulario W-9 (a efectos de declaración fiscal) identificando su titularidad de la cuenta como mantenida por una persona de los EEUU.
Esta nota sobre el caso del Credit Suisse se integra en una docena de casos documentados sobre las actividades ilícitas de grandes bancos globales, como contenido de una investigación inédita del autor de este blog.-

 


[i] Offshore Tax evasion: The Effort to Collect Unpaid Taxes on Billions in Hidden Offshore Accounts. (Credit Swiss: Case Study in Swiss Secrecy) Permanent Subcommittee on Investigations, US Senate Report, February 26, 2014; pp. 41- 114.

[ii] Credit Suisse pleads guilty to tax evasion. Financial Times, 19/5/2014
[iii] Credit Suisse Pleads Guilty to Conspiracy to Aid and Assist U.S. Taxpayers in Filing False Returns. Department of Justice. RELEASE, May 19, 2014
[iv] Entrevista con James S. Henry sobre el caso del Credit Suisse en Real Networks, canal de TV independiente por internet.  Es un destacado economista y abogado, que fue economista jefe de la consultora internacional McKinsey & Co; y, como periodista de investigación ha colaborado con numerosas publicaciones como Forbes, The Nation y The New York Times. Fue el investigador principal del informe titulado “The Price of Offshore Revisited” publicado por Tax Justice Network. Video en https://youtu.be/Q5C8_k6fgCo
[v] cfr. Credit Suisse. Statement of facts 19/5/2014
[vi] Offshore Tax evasion… (Credit Swiss :..) US Senate Report cit.; pp. 65-113
[vii] cfr. Credit Suisse. Statement of facts; y Offshore Tax evasion… (Credit Swiss…) US Senate Report cit.; pp.73-76

 

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LA EUROPA OPACA DE LAS FINANZAS