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Lo que nos jugamos

Artículo publicado originalmente por CTXT Contexto y Acción

Juan Gimeno (Futuro Alternativo) 

En pocos meses pueden precipitarse decisiones que van a marcar el futuro de las próximas décadas. La magnitud de los recursos que se van a comprometer supera los destinados a la reconstrucción de la segunda gran guerra. Si el destino de esos fondos no camina en la dirección acertada provocaremos una larga sombra que oscurecerá el futuro de las próximas generaciones. 

Llevamos medio siglo con avisos del deterioro climático que ya se ha convertido en emergencia. Llevamos décadas coincidiendo en que necesitamos cambiar nuestro modelo económico. El incremento de la desigualdad y la exclusión social en los últimos lustros sitúan a España a la cabeza de la vergüenza en Europa. Se han desoído también todas las alertas sobre la profunda crisis de cuidados y de reproducción social, así como los avisos de pandemias.

A esos problemas arrastrados, se han venido a unir la grave crisis económica y sanitaria derivada de la covid-19 y un preocupante fantasma que trae siniestros recuerdos. La sombra del autoritarismo antidemocrático se extiende por Europa y América en niveles que empiezan a preocupar seriamente.

Por todo ello, es necesario alzar un grito desgarrado en favor de una renovación democrática, en una triple vertiente: política, social y económica. 

Ha quedado al descubierto su precariedad, resultante del adelgazamiento impuesto por políticas erróneas de austeridad

Democracia política frente a gestos, signos y movimientos autoritarios. Es necesario recomponer comportamientos democráticos profundos que parecen haberse perdido: el respeto a los resultados de las urnas y de los equilibrios parlamentarios resultantes, a la separación de poderes, a la dignidad de las instituciones, a las minorías y a los diferentes, al adversario y al argumento como valor, frente al insulto y la descalificación grosera. La seguridad y la eficiencia deben ir unidas al ejercicio de la libertad, los derechos, la igualdad y la participación democrática.

No solo tenemos que impedir que nos devore la crisis, es obligado imaginar la mejor salida democrática que coloque al mundo y a España en una nueva senda. 

Volver a la antigua normalidad no es una salida. La vigencia de los paradigmas basados en la acumulación y el consumo ilimitados en un planeta finito había puesto en evidencia la fragilidad del modelo económico imperante, cada vez más desigual, cada vez más inestable. Muy distintos indicadores estaban avisando. Por causas muy diversas esta puede ser la tónica del futuro. Las emergencias no van a ser excepción, sino regla. Aumentará la frecuencia de crisis globales con perfiles diferentes: financieras, sanitarias, bélicas… Los escenarios de colapso medioambiental se acercan a corto y medio plazo. Si no lo remediamos, el futuro puede quedar marcado por un salto irremediable en el nivel de desigualdad. 

Democracia social porque necesitamos dar la vuelta a la herencia ideológica dominante y escuchar a la sociedad civil. Son muchas las propuestas alternativas elaboradas desde nuestras organizaciones y desde otras muchas plataformas, que apuestan por la vida y la dignidad humana frente a la especulación y el crecimiento desigual y destructivo. Bien harán Gobierno y Congreso en mirar en esta dirección y no apoyarse en los lobbies habituales.

Necesitamos más Estado. Ha quedado probada la imperiosa necesidad de contar con sistemas públicos de salud y atención social bien dotados en cuanto a recursos humanos, físicos, organizativos y financieros. Ha quedado al descubierto su precariedad, resultante del adelgazamiento impuesto por políticas erróneas de austeridad. También se ha hecho visible la importancia asumir los cuidados atención desde la responsabilidad pública y colectiva, como viene reivindicando la economía feminista. Con ella, pedimos asegurar la igualdad de género y el respeto a los derechos de las mujeres en todos los ámbitos de la vida; la Plataforma Impacto de Género Ya! ha formulado algunas propuestas, especialmente urgentes tras la crisis covid19.

Ha quedado también de manifiesto la fragilidad de los sistemas públicos de I+D y es necesario reforzarlos. 

La demanda creciente de Estado y de las opciones públicas choca con sus debilidades acumuladas. Es necesario un debate global sobre la deuda heredada, y la crisis de la covid-19 es una circunstancia propicia. Hay que atreverse a plantear su reducción mundial drástica, ordenada, sensata y progresiva. 

No podemos permitirnos un nuevo fracaso de la UE. Confiemos en que las propuestas en curso consoliden programas adecuados de reconstrucción y permitan un salto adelante cualitativo y cuantitativo: otra administración de intereses comunes que complementa la administración local, la regional y la nacional. 

Debe asegurarse una base fuerte de garantía de servicios públicos gratuitos, que conviertan las declaraciones constitucionales en realidad para toda la población

En todo caso, es necesaria una revisión a fondo de nuestro sistema tributario, ampliando la capacidad recaudatoria hasta equipararla a los niveles medios del contexto europeo. Las plataformas por la justicia fiscal, han presentado sus propuestas que permitirían un incremento sustancial de recaudación a partir de actividades, sectores y grupos que hoy disfrutan de una presión fiscal inferior a la que exige la equidad fiscal.

Los mayores ingresos no deben ocultar la necesidad de revisar a fondo la eficiencia del gasto público, la organización e incentivos de nuestras Administraciones Públicas y la lucha contra la corrupción, el fraude y las malas prácticas. 

Esa revisión debe afectar también al propio Estado de bienestar, que necesita adaptarse a las circunstancias del siglo XXI y definir una nueva generación de derechos sociales. Debe garantizarse una base fuerte de garantía de servicios públicos gratuitos, que conviertan las declaraciones constitucionales en realidad para toda la población. La actual maraña de prestaciones asistenciales, burocrática e ineficiente, debe ser sustituida por una renta básica incondicional, como derecho ciudadano y red de seguridad de último recurso, adicional al resto de servicios públicos y sin renunciar a objetivos de pleno empleo.

Democracia económica frente a una globalización financiera y monopolios tecnológicos que pervierten las instituciones democráticas en detrimento del interés general. Hoy más que nunca es exigible una política al servicio de la ciudadanía, salvaguardia y extensión de la democracia y de la auténtica competencia.

Es obligado revisar las magnitudes (como el PIB) que sirven de orientación equivocada a las políticas públicas y a los objetivos colectivos. Los nuevos índices deben apostar por el progreso más que por el simple crecimiento material.

Necesitamos un nuevo modelo productivo, nuevas prioridades. Toda la política de reconstrucción debe plantearse desde la estrategia de emergencia a que nos enfrentamos, siendo una prioridad la restitución de los equilibrios vitales básicos (clima, agua, suelos, biodiversidad, sistemas alimentarios…) y un compromiso explícito con los cuidados y la sostenibilidad de la vida como eje vertebrador de la reorganización ecosocial. La urgente transición energética y socioeconómica ha de adaptar la esfera productiva a tales requerimientos y propiciar una reorganización espacial basada en redes de cooperación con lógicas de sostenibilidad, equilibrio y proximidad.

Hay que facilitar un modelo de producción más próximo a las personas y la naturaleza. Eso significa el reconocimiento de sectores estratégicos (alimentación, sanidad, energía…) como articuladores de un proyecto de país, basado en una razonable autosuficiencia en y entre ecorregiones que reequilibren, también, la España vaciada (una oportunidad para ensayar con hechos una España federal). Hay que aprovechar el impulso al teletrabajo para reestructurar las lógicas de la movilidad.

La empresa va a recibir mucha ayuda pública en los próximos meses. Justo es construir un nuevo Contrato Socialen el que todos los grupos de interés tengan el papel adecuado. La empresa debe ser coprotagonista en la construcción de una sociedad sostenible, atenta al cuidado de los bienes comunes. Las redes de Economía Alternativa y Solidaria muestran que otra forma de hacer empresa es posible. 

Es preciso recuperar el valor del trabajo como generador de valor (sacrificio, cuidados, iniciativa, innovación…) que obliga a encontrar fórmulas en las que se reconozca su aportación, más allá de las retribuciones salariales. La necesidad de capitalizar los sacrificios obliga a facilitar la entrada de los trabajadores en el capital de las empresas. Compartir los grandes riesgos significa compartir las decisiones, especialmente las estratégicas. 

Sindicatos y organizaciones empresariales deben proseguir en el camino de negociación y acuerdos hasta revisar profundamente, con Gobierno y parlamento, la descompensada regulación laboral vigente. 

La salida debe contemplar una solidaridad y cooperación con las poblaciones de países empobrecidos y migrantes que no pueden quedar relegados por lógicas exclusivamente nacionales. Los acuerdos internacionales han de basarse en el respeto a los derechos de los pueblos y naciones, que promuevan la solidaridad y equidad entre ellos. Aún con sus limitaciones, la Agenda 2030 define horizontes para el progreso humano, a través de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible; que debemos asumir como mínimos obligados

Nunca fueron válidos los análisis parciales y superficiales, pero hoy menos aún. Es imprescindible el diálogo y el debate franco, plural, crítico y propositivo

Sobre estos avances necesarios y muchos otros en la misma línea, existen reflexiones y propuestas de gran calado. En estas semanas están proliferando manifiestos y declaraciones coincidentes con las preocupaciones aquí recogidas. Encontremos vías para que sean conocidas debidamente y se transformen en herramientas de cambio. 

La iniciativa de abrir la Comisión para la reconstrucción social y económica del Congreso a voces sociales y propuestas ciudadanas es digna de aplauso. Pero es preciso buscar cauces menos precipitados y más eficaces. Tanto la Comisión como la Oficina Nacional de Prospectiva y estrategia recientemente creada, deberían abrir un proceso más formal para recoger iniciativas sociales. A ambas instituciones hemos remitido esta solicitud de escucha reposada a la sociedad civil.

En cualquier caso, esta Plataforma se compromete a visibilizar estas aportaciones. Ofreceremos nuestra web para contribuir a su difusión, y aportaremos periódicamente algunas de las más relevantes en los ejes de debate necesarios.

Conscientes del marco de complejidad e incertidumbre en que nos movemos, es preciso aunar pensamiento colectivo e interdisciplinar. Nunca fueron válidos los análisis parciales y superficiales, pero hoy menos aún. Es imprescindible el diálogo y el debate franco, plural, crítico y propositivo. Es necesario lograr acciones y alianzas imprescindibles para una salida adecuada de la crisis.   

Algunos pretenden que vivamos en el miedo y la rabia. Pero preferimos apostar por la ESPERANZA. La ilusión y la unidad que demostramos levantándonos contra intentos golpistas o aplaudiendo en los balcones es lo que necesitamos para construir un futuro alternativo en el que impere una auténtica democracia, política, social y económica. Nos lo jugamos en los próximos meses.

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Juan A. Gimeno es miembro del departamento de Economía Aplicada y Gestión Pública de la UNED. 

Futuro Alternativo es un espacio de personas, colectivos y organizaciones sociales que se han unido con el fin de reflexionar y canalizar las iniciativas de la sociedad civil para construir un modelo de sociedad inclusivo y sostenible.