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Mosler: “Varoufakis se equivocó al ordenar el cierre de los bancos griegos”

Eduardo Garzón Espinosa – Consejo Científico de ATTAC España

El exministro griego de Hacienda, Yanis Varoufakis, criticó la propuesta de salida del euro de Warren Mosler y Philip Pilkington por considerarla demasiado costosa en términos humanos. Entre otras cosas, el economista griego señaló que el Banco Central Europeo dejaría de dar asistencia financiera a los bancos del país que abandonara el euro y ello obligaría a cerrarlos a no ser que se recapitalizaran con la nueva moneda. Frente a esta puntualización, el economista estadounidense Warren Mosler le espetó no entender adecuadamente el funcionamiento del sistema bancario, sirviendo como ejemplo de ello el cierre de bancos que ordenó decretar Varoufakis cuando, según el estadounidense, no había ninguna necesidad. Esto es lo que trataremos a continuación.

Mosler explica que cuando un cliente retira su dinero de un banco de su país para llevárselo a un banco de otro país, el primer banco suele compensar la pérdida de dinero (reservas) pidiendo un préstamo a otro banco, de forma que se neutraliza el desequilibrio. Cuando ese banco pierde la confianza de los otros bancos (como ocurrió con los bancos griegos) no puede conseguir que otras entidades bancarias le presten dinero, de forma que acude al banco central como prestamista de última instancia para obtener financiación. En el caso de Grecia, los ciudadanos griegos llevaban muchos meses llevándose su dinero a bancos extranjeros (o a su casa), y puesto que los bancos extranjeros no querían prestar dinero a los bancos helenos, éstos fueron recurriendo  de forma progresiva al mecanismo de emergencia de liquidez (ELA, por sus siglas en inglés) que ofrece el Banco Central Europeo. A medida que los bancos griegos iban necesitando más dinero, el Banco Central Europeo (BCE) aumentaba el límite máximo del ELA. El día que fue convocado el referéndum griego sobre el tercer rescate, el BCE decidió no incrementar el nivel máximo del ELA y dejarlo en 89.000 millones de euros.

El economista estadounidense señala que, a pesar de tratarse evidentemente de una decisión política por parte del BCE, el establecimiento de ese nivel máximo ni suponía un problema para la economía griega ni mucho menos obligaba a cerrar los bancos griegos. En realidad, nadie podía saber si esos 89.000 millones de euros iban a ser suficientes para las necesidades de los bancos. La cantidad podría haber sido suficiente, o podría no haberlo sido. En cualquier caso, si no se hubiesen cerrado los bancos lo peor que podría haber pasado es que algunos clientes griegos que hubiesen querido retirar su dinero habrían recibido una negativa por parte de los trabajadores del banco. A cualquiera de ellos le habrían dicho: “lo siento, pero hoy no le podemos desembolsar el dinero porque hemos llegado al tope máximo que nos permite el BCE. Tendrá usted que esperar hasta que nos expandan el límite o hasta que recibamos nuevos depósitos de otra persona o empresa” ¡Algo que por cierto ocurre en cualquier banco de cualquier país si se quiere extraer de golpe mucho dinero! No ocurriría nada más.

Manteniendo los bancos abiertos permites que las transacciones bancarias sigan teniendo lugar con toda normalidad (compras de bienes y servicios, pagos del sector público, pagos de impuestos, etc), de forma que los intercambios de reservas entre unos bancos y otros se seguirían produciendo, pudiendo así tener en ocasiones suficiente dinero para que los clientes puedan retirar sus ahorros [1]. Al cerrar los bancos se pierde esa posibilidad y se desencadena un pánico bancario que no conduce a nada bueno. Warren Mosler concluye: “ordenar el cierre de los bancos fue un error y revela la mala comprensión del sistema bancario (por parte del ejecutivo heleno). Y esto es sólo un aspecto de esa mala comprensión, porque hay muchísimos ejemplos más durante el mandato del gobierno griego”.

Desde el punto de vista del economista estadounidense, el gobierno griego mandó cerrar los bancos por miedo a que la gente se llevara el dinero y a que no pudiese seguir funcionando la economía griega, pero asegura que ese miedo no tenía ningún sentido. La pérdida de confianza en los bancos helenos llevaba tiempo consolidada, y el dinero que quedaba en los depósitos bancarios de los bancos griegos pertenecía fundamentalmente a familias y empresas que habían dejado sólo lo suficiente para poder seguir realizando pagos (de compraventa de bienes y servicios, de pago de hipotecas, etc). Eran depósitos que no iban a ser retirados por miedo o falta de confianza en los bancos. En consecuencia, no había motivos para temer más retiradas de depósitos.

Por otro lado, a la economía griega no le afecta que un ciudadano griego saque su dinero de un banco griego para llevárselo a un banco extranjero (probablemente situado en la misma calle, por cierto), porque esa persona podrá seguir realizando compras con el dinero en cualquier sitio. Eso de la huida de depósitos no tiene ningún sentido. Los depósitos cambian de banco cada día en volúmenes astronómicos y con frecuencia inimaginables. “¿Acaso algún vendedor o alguna administración pública no le va a aceptar el dinero a alguien porque lo tenga depositado en un banco alemán en vez de en uno griego?”. “La economía es gente que compra y vende cosas, y por lo tanto la griega podría haber seguido funcionando como lo venía haciendo si los bancos no se hubiesen cerrado. Se hubiesen evitado muchos problemas.”

Este ejemplo le sirve a Mosler para impugnar los miedos de Varoufakis a que cualquier economía europea entre en estancamiento y deflación o que incluso provoque una crisis en Europa y en Estados Unidos sólo por salir del euro. “Esos miedos están infundados; no se sostienen.”

Hasta aquí la crítica de Mosler a Varoufakis. Antes de abordar otras propuestas de salida del euro diferentes, en el próximo post de esta sección explicaremos en qué consistió el plan B que supuestamente Varoufakis quiso llevar a cabo en la última etapa de su mandato al frente del Ministerio de Hacienda griego, haciendo hincapié en que no se trataba de una salida del euro sino de la creación de un sistema paralelo de pagos (y que, desde el punto de vista de Mosler, no tenía ningún sentido establecer).

[1] Para profundizar en el asunto del intercambio de reservas entre bancos recomiendo leer este post.

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