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¿Plan europeo o castillo de naipes nacional?

Por Albino Prada. Publicado originalmente en Infolibre.

El Gobierno español ha aprobado este 17 de marzo un paquete de medidas económicas en la buena dirección para paliar los efectos sociales del coronavirus y reforzar los medios de contención contra el mismo. Aunque su dotación económica presupuestaria es solo una parte del esfuerzo total planteado, todo podría caer como un castillo de naipes ante el desplome de los ingresos fiscales que la paralización de la actividad supone, la congelación de variados impuestos y cotizaciones y el aumento galopante de las dotaciones presupuestarias necesarias. Un escenario en el que la financiación del Estado por sus actuales acreedores se tornaría muy problemática.

Contexto y premisas

En la pandemia mundial provocada por el coronavirus desde China, si bien este país anota más de ochenta mil casos Europa ya supera hoy esa cifra (el día 19/3/2020). La zona cero de Europa está formada por Italia y España (con treinta y cinco mil y quince mil casos) que han supuesto la quiebra radical de la vida económica y social en ambos países, a causa de las medidas de confinamiento generalizado que finalmente ha habido que implementar y para las cuales se desconoce su duración en el tiempo.

A las imponderables pérdidas en vidas humanas se han de añadir los costes y gastos sanitarios y de toda naturaleza asociados a esta crisis, así como los efectos en el empleo y los ingresos de amplias capas sociales en las más diversas actividades (turísticas, transportes, comercio, manufacturas, etc.). Tanto la naturaleza a día de hoy desconocida de la pandemia como lo indeterminado de los daños que puede provocar nos sitúan en una situación de una catástrofe o acontecimiento excepcional (art. 122 y 222 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea) que incidirán de manera letal en la situación social y de las cuentas públicas de España e Italia.

Países que según las estimaciones y previsiones de la Comisión Europea ya tienen muy altos niveles de deuda (España 97 % PIB, Italia 136 %) y anotaron déficits elevados en 2019 antes de esta catástrofe sobrevenida (España -3,1%, Italia -2,2%). Todo ello los coloca en una situación de extrema fragilidad ante los mercados financieros y de fuertes restricciones de gasto derivadas de sus actuales programas de estabilidad. Más si tenemos en cuenta que las previsiones de crecimiento para este año 2020 (en ausencia de este shock) se limitaban ya a un 1,5% para España y a un 0,4% para Italia según esas mismas previsiones.

Un plan europeo

En consecuencia para poder reforzar al máximo sus recursos sanitarios de lucha contra la pandemia y para poder paliar los daños sobre las rentas de la población que pasará a estar desocupada, la Comisión y el Consejo Europeos debieran proceder urgentemente a implementar las siguientes medidas de choque.

Primera: Una renta mínima mutualizada a escala de la UE para todas aquellas personas que pierdan su empleo, o más del 50% de sus ingresos, por causa de esta pandemia con cargo a un Fondo Paliativo (ajustado a dicho art. 122.2.) tal como en su día se hizo con el Mecanismo de Estabilización Financiera en la crisis del año 2008 por 500.000 millones de euros. Como en aquella ocasión su fundamento sería tal que: “El artículo 122.2 del Tratado contempla la posibilidad de prestar apoyo financiero a Estados miembros que atraviesen dificultades provocadas por circunstancias excepcionales que dichos Estados no pudieran controlar. En la actualidad nos enfrentamos a circunstancias excepcionales de este tipo y el mecanismo se mantendrá en vigor tanto tiempo como sea necesario para preservar la estabilidad social y financiera” (solo he insertado la palabra social al texto literal aprobado en 2010 con tal motivo).

Segunda: Dejar en suspenso los Programas de Estabilidad para aquellos países en situación excepcional por esta pandemia, y que reciban un impacto de más de un punto de crecimiento de su PIB, siendo prioritario destinar el mayor déficit del 2020 (respecto al anotado en 2019) en programas sanitarios y de lucha contra la pobreza y la exclusión social, una vez ya mutualizados los programas de protección a los desempleados a causa de la pandemia. En el caso de España dejar en suspenso singularmente el cumplimiento de las Recomendaciones 1.1. y 1.4 del Consejo Europeo para el Plan Presupuestario de 2020.

Tercera: El Banco Central Europeo tomará todas las medidas necesarias (emulando a la Reserva Federal de EE.UU. que ya ha decidido el 15 de marzo comprar 700.000 millones de dólares de deuda pública) para garantizar la refinanciación a tipos de interés medios de la eurozona de la deuda soberana de los países gravemente afectados por esta catástrofe. Garantizando así que el desplome de los ingresos públicos no abran camino a los especuladores financieros de la prima de riesgo contra los Estados más débiles a resultas de esta pandemia.

Realidad del plan europeo y castillo de naipes español

Sobre mis propuestas primera (Rescate Social de los Estados más afectados) y segunda (suspensión de los programas de Estabilidad) no ayuda nada leer que en la reunión del Eurogrupo del día 15 de marzo España, «frente a la ambición de Francia de un gran paquete de estímulos que suscitaba dudas en España por el impacto que un estímulo masivo podía tener sobre el déficit» (ver aquí). Miopía absoluta a pesar de que incluso en el art. 135.4 de la Constitución Española se dice: «los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública sólo podrán superarse en caso de catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad económica o social del Estado«. Como dijo el presidente Sánchez en el Congreso el día 18 el escenario ha cambiado radicalmente. Cosa que eso no se nota en lo que España argumenta en el Eurogrupo.

Tampoco se notaba claridad meridiana en las posiciones del Banco Central Europeo, hasta el día 18 de marzo, para garantizar la refinanciación de los Estados en situación más crítica y evitar una escalada de la prima de riesgo (mi propuesta tercera), prima que se incrementó en una semana nada menos que un 50%.

Con todo esto resulta asombroso comprobar que en el singular debate en el Congreso del día 18 sobre nuestros paquetes de medidas nadie, subrayo nadie, reparase en que en el 2008 para hacer lo que se hizo fue necesario rescatar países (incluida España). ¿Cómo va a ser posible no hacerlo ahora que el lío es más gigantesco?, ¿cómo nos hacemos trampas al solitario con nuestro presupuesto, nuestros ingresos (todos cayendo), y una gigantesca deuda acumulada?, ¿porqué no se intenta –con Italia y Francia– forzar a la UE a replicar y mejorar aquella terapia de mutualizar los riesgos financieros que se avecinan antes de vernos en la bancarrota?. ¿Es que una monumental crisis social y sanitaria no nos la vamos a tomar tan en serio como una crisis bancaria?. Nada de esto se observa se haya planteado seriamente en el Consejo Europeo celebrado el pasado día 17 por videoconferencia.

Tres patas para no caerse

Hay que felicitarse que al fin del día 19 el BCE se haya puesto las pilas dando acomodo a la tercera de las propuestas que anotamos más arriba (y que ya se reclamaba el pasado día 16 en este diario). Sin embargo debe enfatizarse que es una solo de tres condiciones. Aligera la refinanciación de la deuda vieja o histórica que tienen ya en circulación los países pero en nada afecta a los límites actuales para incurrir en déficit y emitir nueva deuda, o, menos aún, sobre si se abre una vía de rescate social (como en se hizo en la crisis financiera) para que en vez de con nueva deuda y déficit de cada Estado el coste multimillonario de esta crisis se financie con un mecanismo mancomunado y mutualizado europeo.

Tenemos una de las tres patas, pero para que no se caiga el castillo de naipes de cada Estado dentro de la eurozona necesitamos las tres. Una vez que el BCE movió ficha, ahora necesitamos un Mecanismo de Rescate Social por parte del Consejo Europeo y la supresión de las recomendaciones restrictivas a los programas de estabilidad por parte de la Comisión Europea.

Albino Prada es miembro de ECOBAS y de Attac.