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¿Que actividades tomarán el relevo?

Artículo publicado originalmente en sinpermiso.info. Albino Prada.

Ante las incertidumbres laborales que están acompañando a la digitalización, y la mutación de actividades a causa del big data y la robotización, a cada paso es más común escuchar a variados optimistas tecnológicos razonar que de esta saldremos como hemos salido de revoluciones tecnológicas anteriores: más ricos, con más empleos, con más consumo.

Manejan pruebas contundentes. ¿Es que no pudimos pasar de un país agrícola a un país de servicios?; ¿las mejoras tecnológicas en la producción material (bienes, alimentos, energía, …) no nos permitieron generar muchos puestos de trabajo que ahora ocupamos en actividades de servicios? ¿Hay algún problema con eso?, ¿alguien duda de que podamos volver a repetirlo con otras actividades? Veamos. Paso a paso.

Las dos primeras preguntas son fáciles de responder afirmativamente. Sí, pasamos de ser un país agrícola a uno de servicios gracias a mejoras tecnológicas que salvaron empleos en algunas actividades al tiempo que abrieron posibilidades de empleos crecientes en otras.

El cuadro de datos que ilustra este análisis resume esta radical mutación entre los años 1976 y 2022. Durante todos esos años, el número de ocupados en España pasó de trece a veinte millones, aunque las actividades realizadas ya no tienen nada que ver. En 1976, 41 de cada cien estaban ocupados en servicios, y 59 en el resto de actividades productivas materiales (agricultura, industria, construcción), pero hoy aquel mundo se ha invertido con 76 de cada cien ocupados en servicios, y sólo 24 en el resto.

¿Hay algún problema con esto? Porque de entrada hay cosas muy valiosas en esa mutación. Por ejemplo, buena parte del empleo de esos 76 de cada cien en los servicios tiene que ver con un sistema público de educación y salud que apenas existía en 1976, o con el empleo en las administraciones públicas (desde los municipios hasta las Autonomías) que en 1976 no existían o estaban atrofiados. Son cosas positivas, si las mantenemos no hay problema. Aunque los digitalizadores del hiper capitalismo son un peligro para que así sea.

Pero también hay cosas problemáticas tras esa mutación. Por ejemplo el sector primario o alimentario perdió 18 de los 22 puntos de empleo (por cien) que tenía. Claro que hoy estamos alimentados (siempre según el bolsillo de cada uno) aún mejor. ¿El truco? Sin duda la contribución de los combustibles fósiles y de recursos minerales llegados de todo el mundo. Algo con lo que nos permitimos un milagro alimentario, pero a costa del colapso climático y de un sistema muy frágil, muy poco resiliente.

¿Podemos repetir una mutación de esta envergadura de nuevo? En este punto las incertidumbres son máximas. Lo que está claro de entrada es que la digitalización y la inteligencia artificial tienen un enorme potencial para, por vez primera, amortizar puestos de trabajo justo en los servicios. Vaya por dios, justo en las actividades que hoy ocupan a la mayoría de la población.

Uno puede imaginar un sistema de educación en línea con IA que funcione con una décima parte del empleo actual, siempre que la sociedad decida que esta mutación es de su interés. En las actividades de salud y cuidado de las personas, las vías para ser “atendido” por una IA serán galopantes si nuestra inteligencia social no les pone freno.

En el sistema de distribución comercial, en la venta online 24 horas todos los días del año, en seguros, en finanzas, en gestión, en el audiovisual, en transporte sin conductor, etc. etc. mas de lo mismo Y no importa si se trata de un trabajo poco cualificado o altamente cualificado. Sobrarían también las farmacias y tal vez nos quedarían las peluquerías y los bares o restaurantes. Si hubiera suficientes clientes o turistas para mantenerlos.

Pero si tantos puestos de trabajo se pueden amortizar en los servicios (como antes se amortizaban en las actividades de producción material), ¿a qué se dedicarán los trabajadores excedentes? No todos podrán ser absorbidos en el sector primario, aunque algunos deban adaptarse a una agricultura sin el uso y abuso de recursos fósiles. Siempre partiendo de la base de que seamos capaces de mantener una educación, salud y servicios sociales basados en empleo público humano decente.

Aún así nos ronda la amenaza de un paro estructural masivo (quizás 25 de cada cien ocupados) a no ser que se explore una oportunidad enigmáticamente abandonada desde hace 40 años: reducir de forma radical la jornada laboral para todos, para que todos podamos vivir de las horas de trabajo que sean necesarias. Un cambio de las actuales 37 horas semanales a 23 horas1Ver páginas 74-76 aquí, https://secretaria.uvigo.gal/uv/web/publicaciones/public/show/378. Solo así podremos gestionar esta mutación. Porque no hay actividades que se puedan o deban inventar (como no sea en los mundos del Metaverso), no debería tener sentido inventar nuevas formas de derrochar riqueza para mantener a las personas ocupadas 8 horas al día (y a otros muchos desempleados).

La mutación de la jornada laboral acompañada de una Renta Básica Universal que la favorezca, me parece la única forma de salir de esta llamada “transición digital” sin dejar cada día más ciudadanos en la cuneta. Con menos sociedad de mercado y con más sociedad decente. Con menos crecimiento económico, pero con más desarrollo social2Ver https://secretaria.uvigo.gal/uv/web/publicaciones/public/show/358.

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