Artículo original publicado en france.attac.org por Guillaume Galerneau
En 1994, los países que pasaron a ser miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC, nacida el 1 de enero de 1995 ) firmaron los acuerdos de Marrakech. Los tratados incluidos en estos acuerdos y relativos a los productos agrícolas expiraron en 1997. Desde entonces, aunque las negociaciones todavía están oficialmente en curso, no han tenido éxito y parecen bloqueadas en el marco de la OMC.
Al mismo tiempo, se han desarrollado acuerdos comerciales bilaterales o regionales. La Unión Europea , que ejerce esta competencia exclusivamente en nombre de los Estados miembros desde el Tratado de Lisboa, ha negociado al menos sesenta acuerdos de este tipo.
Los acuerdos de libre comercio (TLC) que han sido noticia en los últimos meses durante las protestas campesinas son parte de estos acuerdos negociados por la UE en nombre de Francia y otros estados miembros. El acuerdo en el centro de las tensiones es el acuerdo entre la UE y Mercosur, un mercado común que reúne a varios estados sudamericanos (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia). Esta noticia ha puesto en primer plano los problemas que plantean estos acuerdos, particularmente en materia agrícola y medioambiental.
El origen de estos problemas proviene de la naturaleza y finalidad de estos acuerdos. El objetivo que persiguen los dos conjuntos de países es ampliar su mercado aumentando las exportaciones de determinados bienes a países de la otra zona. En el caso del acuerdo UE-Mercosur, la UE quiere aumentar sus exportaciones al Mercosur de bienes como automóviles o productos fitosanitarios. A cambio, los países del Mercosur esperan exportar a Europa productos agrícolas como el maíz, o metales críticos como el litio, el níquel, el cobalto o el grafito. De este modo, la UE espera diversificar y, por tanto, asegurar su suministro.
A nivel agrícola, un impacto negativo para ambas partes
Se alienta a los productores de los países exportadores a reorientar su producción hacia productos exportados, que son más rentables que los productos destinados al mercado interno. Al hacerlo, se alejan de la agricultura de subsistencia y/o destinada al mercado interno y los países exportadores pierden autonomía alimentaria incluso cuando aumenta su producción agrícola.
Dentro de los países importadores, los productos agrícolas importados reemplazan la producción nacional menos competitiva. Por ejemplo, tras el acuerdo entre la UE y Chile que entró en vigor en 2003, la cuota de las ciruelas pasas chilenas en el mercado europeo aumentó del 10 al 33%, mientras que la cuota de las ciruelas pasas de Agen disminuyó del 45% al 38%1Oficina Nacional Interprofesional de Ciruelas (BIP), “Repercusiones en la producción europea de ciruelas del propuesto Acuerdo de Libre Comercio UE/EE.UU.”, CA, 4 de julio de 2013; Informe “El acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur y su impacto en la agricultura”, del Instituto Ganadero, mayo de 2023.. Los productores restantes, para seguir siendo competitivos y reducir sus precios de venta, deben adoptar los mismos estándares de producción. Estos dos efectos combinados empujan a la baja los precios de los productos agrícolas , debilitando así al sector agrícola en su conjunto.
Desde el punto de vista medioambiental, los efectos se dan en varios niveles. A nivel de producción propiamente dicho, ciertos TLC prevén el reconocimiento de normas de producción y prohibiciones de determinados productos fitosanitarios (acuerdo JEFTA UE-Japón que reconoce las normas sanitarias SPS25 de cada una de las dos zonas, por ejemplo), pero este tipo de cláusula Depende de la negociación de cada acuerdo. El acuerdo UE-Mercosur no prevé una cláusula de este tipo. Por tanto, este acuerdo supondrá la entrada en suelo europeo de productos cultivados con productos fitosanitarios prohibidos en Europa. En respuesta a la ira de los agricultores, el gobierno respondió suspendiendo el plan Ecophyto, reautorizando así el uso de algunos de estos productos químicos. En última instancia, la calidad de los productos se degrada significativamente.
Segundo efecto, en algunos casos, incluido el del acuerdo UE-MERCOSUR, la extensión de los cultivos ganaderos corre el riesgo de provocar una ola de deforestación . Los estudios estiman esta deforestación adicional entre 620.000 y 1,35 millones de hectáreas2Informe “El acuerdo de libre comercio entre la “UE y el Mercosur y su impacto en la agricultura”, del Instituto Ganadero Instituto, mayo de 2023..
Tercer efecto, poco mencionado en el debate público pero sin embargo esencial, los productos intercambiados entre las dos zonas habrán recorrido distancias importantes entre el lugar de su producción y el lugar de su uso final. Entre el aumento de la producción y el transporte de mercancías, las emisiones de GEI están aumentando . Éste es, en particular, el caso del acuerdo UE-CETA, según el cual el aumento de las emisiones canadienses debido únicamente al aumento de la producción en suelo canadiense se estima en un 0,2 % de las emisiones anuales de GE3Informe de la comisión de evaluación de impacto del CETA presentado al Primer Ministro el 08/09/2017..
En última instancia, estos TLC, con el pretexto de asegurar el suministro de materiales críticos y proporcionar salidas para la industria o los servicios, promueven los aspectos más dañinos de la globalización y ponen en peligro la alimentación y la salud de las personas de las dos áreas en cuestión.