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Empleo y economía 3.0 en España (I)

Albino Prada – Comisión JUFFIGLO de ATTAC España

Según numerosos analistas la progresiva digitalización y automatización de las actividades económicas (en las finanzas, el comercio o las manufacturas) estaría provocando que el crecimiento económico en los países desarrollados se estuviese distanciando de un mayor empleo (por ejemplo para el Nobel en Economía de 2013 M. Spence) y que, a causa de ello “estemos ingresando en un período en el que serán necesarias adaptaciones importantes en los modelos de empleo, la semana laboral, el empleo por contrato, los salarios mínimos y la provisión de servicios públicos esenciales para mantener la cohesión social y conservar los valores centrales de la equidad y la movilidad intergeneracional”. Debido a que «la principal razón por la que invierten en automatización, después de todo, es reducir costes laborales» (Carr 2014: 203).

Siendo así que muchas actividades, primero se des localizarían hacia Asia, para sólo relocalizarse en los países ricos después de su feroz digitalización y automatización, después de generar ingresos por ventas sin incurrir en costes salariales y generando el menor empleo de calidad posible.

Recientemente R. Skidelsky (2013)  también se ha referido a un crecimiento sin apenas empleo, bien es cierto que lo hace quince años más tarde de un A. Gorz (1998: 15) que ya nos dejó escrito: “esos capitales lograron producir volúmenes crecientes de riquezas consumiendo cada vez menos trabajo, distribuyendo cada vez menos salarios y pagando cada vez menos impuestos”.

Para el caso de la economía española nuestro sector industrial, en los últimos doce años de paulatina adaptación a este nuevo paradigma productivo, acusaría con meridiana claridad este desacoplamiento entre la evolución de lo producido y el trabajo humano directo necesario para obtenerlo.

Es suficiente para ello el anotar en el gráfico que insertamos el hecho de que en el año 2015 se generaría la misma producción industrial en términos reales (descontada la inflación) que en el año 2002 (índices 97,9 y 97,0 respectivamente) pero con un 34% de horas de trabajo menos que en aquel año (el índice se desploma desde el valor 118,5 al 87,3). Nada menos que un ahorro de casi dos millones de horas de trabajo para obtener idéntica producción industrial.

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Fuente: elaboración propia con datos del INE

Tal desacoplamiento puede visualizarse de forma aún más sencilla con un indicador relativo al trabajo humano directo requerido en nuestro sector industrial por cada unidad monetaria producida. En este caso para un período aún más prolongado: las dos décadas que van desde 1995-2014. Ahora la caída es de un veinticinco por cien.

Complementariamente a este declive del trabajo humano directo necesario para conseguir la misma riqueza, no es menos cierto que la jornada laboral (en cómputo anual) no estaría acusando reducciones de semejante intensidad. Pues en el conjunto de la OCDE la reducción media habría sido de apenas el 7%. Para el caso de España en casi treinta años (1987-2015) la reducción de la jornada anual apenas habría sido del 5% frente a aquella reducción del trabajo necesario en más de un 25%.

Es ésta una muy limitada reducción de las horas anuales medias trabajadas por los ocupados por cuenta ajena, que podría coexistir, además, con tasas de desempleo crecientes, con la prolongación de la vida laboral para unos trabajadores y con la conversión de empleos a tiempo completo por a tiempo parcial para otros.

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Fuente: elaboración propia con datos del INE

A la vista de estos datos no es extraño que un catedrático español en ciencias de la computación concuerde con la hipótesis de M. Spence: “La pérdida de empleos provocada por la digitalización no encuentra contrapartida con la creación de otros que equilibrarían la balanza … cuando Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google, ante miles de emprendedores afirmaba hace unas semanas en la plaza de Las Ventas en Madrid que las start up generaban empleo no decía la verdad … a lo lejos se vislumbra la alternativa siempre polémica de repartir el trabajo. Una posibilidad que supera a la tecnología y que abre un arduo debate político” (Martín, 2015).

(Fragmento de un DOCUMENTO publicado por la Fundación 1 de Mayo)

Descargar aquí el documento completo: http://www.1mayo.ccoo.es/nova/files/1018/Estudio101.pdf