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Techo de gasto: tres camisas de fuerza

Albino Prada – Comisión JUFFIGLO ATTAC España

Cuando el Gobierno del Estado -o de la Xunta- establece su llamado techo de gasto marca un límite al crecimiento del mismo. Para el caso de España tanto las previsiones de la Comisión Europea como la última actualización del Programa de Estabilidad del Gobierno (en abril de este año) coinciden en que el gasto público en relación al PIB disminuirá en torno a ocho décimas entre el 2016 y el 2017.

En un país con un deterioro prolongado en los últimos años de los recursos sanitarios, educativos o para innovación, y con un déficit catastrófico en la cobertura de dependientes, desempleados o personas en riesgo de pobreza, un techo de gasto que no suponga incrementar los recursos disponibles de forma sustantiva supone profundizar en una galopante desigualdad y destrucción del tejido social. Una camisa de fuerza.

Porque en vez de reducir en unos 11.000 millones el gasto público total para el 2017, nuestro reto debiera ser ponernos a alcanzar la media de la eurozona (47,6 % PIB), lo que supondría llegar -algún día- a contar con 70.000 millones más para cubrir aquellas necesidades sociales. Claro está que los monaguillos del techo de gasto austericida suelen engatusarnos con lo que hacen con la otra mano: bajar los impuestos. De manera que en aquellas previsiones y en aquel programa nos enteramos de que, a pesar del intenso crecimiento del PIB, a causa de las rebajas populistas los ingresos públicos, solo se incrementarán entre el 2016 y el 2017 en España en una décima del PIB.

Un círculo vicioso, porque se bajan impuestos para crecer más, pero ese crecimiento ni mejora la recaudación ni, menos aún, se construye con una creciente reducción de la desigualdad social y laboral. Un círculo vicioso y desastroso. Otra camisa de fuerza.

Pero tampoco en este caso se abren camino propuestas claras, para no pocos desagradables, de cómo alcanzar en España la media de ingresos de la eurozona (un 46 % del PIB), lo que supondría recaudar unos 80.000 millones más. Y, de paso, reducir así la desigualdad.

Así las cosas llegamos a la tercera camisa de fuerza. Se hace necesario, a pesar de reducir los gastos y por negarse a recaudar a la europea, un endeudamiento anual (déficit público) que año tras año supera el listón del 3 %.

Eso sí después, y esta es la tercera camisa de fuerza, de que a las comunidades autónomas (que son las que gestionan la sanidad y la educación) solo se les permita en el 2017 la tercera parte de déficit que al Estado. Las otras dos partes y los ahorros en austeridad social se los come el rampante capitalismo de amiguetes. De manera que con estas tres camisas de fuerza ni las comunidades autónomas cumplidoras, como Galicia, podrán recuperar el nivel de dotación sanitaria y educativa previa a la crisis, ni el Estado podrá elevar la cobertura a desempleados o dependientes. Sin embargo, las rentas más altas podrán seguir disfrutando de un patriótico paraíso fiscal, creando empleos precarios y empujando así el consumo, la producción y el PIB. Si los primeros aguantan, no dude usted de que los segundos seguirán colocándonos sus tres camisas de fuerza.

 

Publicado en La Voz de Galicia