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Yanis Varoufakis: “No importa si gobiernan PSOE y Podemos, lo que importa es la voluntad para el cambio”

Thilo Schäfer lamarea

Madrid // Yanis Varoufakis (Palaio Faliro, Grecia, 1961) ha sido sin duda la estrella de las jornadas de presentación de Plan B, la rama española del movimiento DiEM25 impulsado por él, este fin de semana en Madrid. El exministro de Finanzas heleno dimitió en verano pasado en protesta por el giro del primer ministro Alexis Tsipras al aceptar un nuevo rescate internacional con durísimas condiciones a pesar de que los griegos se habían pronunciado en contra en un referéndum poco antes. Ahora se propone combatir las fuerzas centrífugas que amenazan un proyecto europeo, en su opinión, mal diseñado y mal gestionado por dirigentes y tecnócratas en Bruselas, Franfurt y otras capitales sumando las fuerzas progresistas por un cambio profundo de las normas que determinan la conviviencia de los pueblos europeos. En una entrevista conjunta con La Marea y el Huffington Post, el economista Varoufakis explica cómo se debe escapar a la espiral de deuda y deflación que no nos deja salir de la crisis.

¿La crisis de refugiados es más peligrosa para la Unión Europea que la crisis del euro y de Grecia del año pasado?
No debería ser una crisis. Si Líbano es capaz de acoger a cientos de miles de refugiados, Jordania acepta un millón y Turquía dos millones, Europa seguramente podrá hacerse cargo de esta gente que quiere salvar su vida. El hecho de que estamos ante una crisis existencialista sólo demuestra la desintegración del proyecto europeo. Lo hemos gestionado mal durante mucho tiempo, hemos creado una moneda común sobre fundamentos muy débiles que empezó a implosionar con la gran crisis financiera internacional de 2008 y no la hemos superado. Pretendemos haberla superado al posponerla al futuro. Entonces llega un pequeño shock externo con los refugiados y la cosa entera colapsa. Tenemos unos malos fundamentos en Europa y necesitamos reforzarlos porque si continúa esta desintegración acabaremos en un embrollo que recordará a los años 1930.

¿Cómo le recomendaría actuar al primer ministro griego Alexis Tsipras en la crisis de refugiados?
Creo que Grecia está haciéndolo lo mejor que puede. Varios dirigentes europeos, por un lado, están exigiendo que el presidente de Turquía, [Recep Tayyip] Erdogan abra sus fronteras para dejar entrar a la gente que huye de la guerra en Alepo y otras zonas y, por otro lado, exigen a Tsipras que Grecia cierre sus fronteras y que la OTAN patrulle el mar. Pero no tengo muy claro qué se supone que los barcos de la OTAN deben hacer salvo recoger a la gente. Ojalá no lo hagan para devolverlos al sitio de donde venían. Todo esto muestra que tenemos un problema serio de moralidad en Europa, estamos perdiendo nuestra integridad y nuestra alma. Tsipras tiene mi solidaridad en este asunto. El pueblo griego que ha sufrido durante años una depresión terrible está abriendo sus casas, sus tiendas y sus corazones a los refugiados, no todos, pero la gran mayoría. No hay que tratarlos como despojos metiéndoles en campos de concentración a los que ahora llaman hotspots.

¿Y qué debería hacer Tsipras con el programa de rescate para Grecia?
Eso es como preguntarme qué debería hacer para cuadrar el círculo, no se puede. Se ha pretendido que era posible hacerlo desde 2010. El motivo de mi dimisión el año pasado era muy obvio. Me negué a firmar un acuerdo que todo el mundo sabía que no podría funcionar. Aceptamos un nuevo préstamo con la garantía de devolver los créditos, los viejos y los nuevos. Mi desacuerdo con el primer ministro Tsipras fue en este sentido. Le dije que aceptaría una serie de medidas con unos objetivos pero que con éstas era imposible conseguir los objetivos por los cuales sería juzgado. ‘Estás aceptando un acuerdo imposible’, le dije. Este programa fue diseñado para fracasar. Nadie creyó en ello. Christine Lagarde, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), admitió en una reunión del Eurogrupo de ministros de Finanzas a la que asistí que la deuda griega no era sostenible. No tengo dudas de que Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), está de acuerdo con lo que estoy diciendo. El doctor Schäuble [ministro de Finanzas alemán] fue muy explícito en nuestras discusiones y tampoco se lo creía. El mismo Tsipras lo describió como un golpe de Estado y Angela Merkel [la canciller de Alemania], que es una política muy astuta e inteligente, también lo entiende. Toda Europa y el FMI saben que es un programa fallido pero todo el mundo está comprometido con él. Hasta aquí hemos llegado en Europa.

¿Y cuál es su explicación para esto?
Es un autoengaño. Piénselo: en 2010 se produjo la bancarrota del Estado griego y de repente los poderes fácticos en Europa se dieron cuenta de lo que habíamos ido diciendo desde 1992, que las reglas de la eurozona simplemente no podían ser impuestas o quizás pudieran serlo durante un tiempo, hasta que llegara la primera gran crisis. ¿Entonces qué decidieron hacer? Pretendían que se respetaran esas reglas a través de ingeniería financiera para manejar una deuda inviable. Otorgaron a una entidad en quiebra, el Estado griego, el mayor préstamo de la historia en términos absolutos condicionado a la contracción de la economía de ese país. Un niño de diez años te diría que esto no puede funcionar. Fue un error catastrófico, aunque igual no fue un error sino una forma de rescatar a Deutsche Bank, Société Générale y otros bancos a través del Estado griego. Le das dinero a Grecia para que se lo dé a Deutsche Bank porque sabes que no puedes ir al Bundestag [el parlamento alemán] y pedir un rescate para los bancos porque ya lo hiciste el año anterior. Entonces optas por rescatar a Grecia. Pero al hacerlo está claro que en algún momento tendrás que dar aún más dinero. Pongamos que una persona está en bancarrota y ya no puede pagar su hipoteca pero no quiere que se sepa y su banco tampoco. Entonces le da una tarjeta de crédito para sacar dinero y que siga pagando la hipoteca, y luego le da una segunda tarjeta para pagar la primera, y después una tercera… La situación evidentemente crea una burbuja. A nivel de un país es peor porque los inversores se dan cuenta rápido de que está en quiebra y que eso no va a acabar bien, así que dejan de invertir y la economía se encoge todavía más. Es una espiral de deuda y deflación que lleva al abismo. Pero es lo que se ha estado haciendo todo ese tiempo.

Cuando presentó su proyecto DiEM25 en Berlín a principios de febrero se refirió a la “renacionalización de la esperanza”. ¿Cree que hay partidos y movimientos de izquierda que contribuyen a este fenómeno?
Recuerda lo que pasó en Grecia en julio del año pasado cuando nuestra democracia fue aplastada por motivos que no tenían nada que ver con Grecia sino más bien con Portugal, España e Irlanda. Cuando se está desgarrando a Europa, la gente desesperada se adhiere a ideas desesperadas. Piensan que hay que mandar Europa a la mierda (to hell). Si nos han tratado de esta manera mejor volver a la dracma y levantar verjas en nuestras fronteras. Volvamos a la autarquía. Es un gran error porque no sirve a nadie. Los únicos que se benefician de esto son Amanecer Dorado, Le Pen y otros nacionalistas que quieren que nos confrontemos entre nosotros para acabar en una nueva versión de los años 1930. Esto es lo que llamo renacionalización de la esperanza, la esperanza de poder refugiarte en tu Estado-nación. Alguna gente de izquierda que se preocupa por los problemas de la clase obrera y todos los que están sufriendo pueden sentirse atraída por esa idea, el socialismo en un país, como dice el lema estalinista. Es una equivocación aunque es comprensible. Lo que nosotros intentamos hacer es dar esperanza de otra manera y ésa es el internacionalismo. Es la manera de democratizar Europa con el fin de parar la crisis allí donde tiene sus raíces, en los mismos fundamentos de la UE.

Alguna vez le han descrito como un lunático de la izquierda. ¿Aquellos que se apuntan a la renacionalización son lunáticos?
Alguna gente en la izquierda piensa que la Unión Europea fue una mala idea así que mejor volver a los Estados-nación. Es una posición legítima, pero que no comparto. Es muy importante que la gente de izquierda aprendamos a respetarnos con nuestros desacuerdos. En eso fallamos de forma masiva y trágica en el siglo XX. Nos metimos en gulags y nos denunciamos unos a otros, como hicieron los cristianos entre sí. Los de la izquierda deberíamos tratarnos con respeto y mostrar respeto hacia aquellos que no piensan como nosotros.

Habla de internacionalismo. Parece que los mercados financieros son el único poder realmente internacional. ¿Es posible vencerlos?
Es muy difícil pero no son el único enemigo. Cuando era ministro no me peleaba con los mercados financieros. En mi primera semana en el gobierno, cuando todo este alarmismo hizo bajar a la bolsa de Atenas, fui a Londres a hablar con unos 200 o 300 banqueros y financieros. Al día siguiente, la bolsa griega subió un 13 % porque habíamos tenido un diálogo y nos habíamos visto las caras. Los mercados financieros pueden ser un enemigo pero al mismo tiempo son comprensivos, sobre todo si tienes un programa razonable y moderado para un país como Grecia. El problema que tenía era la incompetencia financiera de la troika. Planteó una propuesta de financiación que no tenía sentido. Le puedo asegurar que cuando hablaba con banqueros en Wall Street y la City de Londres estaban de acuerdo conmigo. Así que el enemigo no es sólo el capital, tampoco sólo la troika o el nacionalismo. Son todos estos factores juntos. Lo que necesitamos es sentarnos tranquilamente y pensar qué podemos hacer para formar una coalición de demócratas razonables porque es lo que hace falta para estabilizar Europa. Luego podemos estar en desacuerdo sobre el capitalismo, los mercados y todo esto.

Pero dijo que el rescate de Grecia en realidad fue un rescate de los bancos. ¿Su poder está por encima de la democracia?
Mira, no culpo sólo a los banqueros. Conozco a banqueros de la City y de Frankfurt que alucinaban en 2009 y 2010 cuando se les devolvió todo su dinero con los rescates. Los banqueros no esperan recuperar todo su dinero. Dan préstamos sabiendo que algunos de éstos son especulativos y que habrá algún que otro impago. Y de repente el Eurogrupo declara que la deuda es sagrada y todo el mundo debe recuperar su dinero. El capitalismo no funciona así. La bancarrota y los impagos son esenciales en el capitalismo. Si siempre se devolvieran todos los préstamos los bancos no cuidarían a quién le dan dinero. ¿Cómo invitarles a ser totalmente responsables si saben que siempre recuperarán su dinero y que, si no se lo da el Estado griego, General Motors u otra empresa, se lo darán los contribuyentes europeos o americanos? Los neoliberales saben que los mercados funcionan con bancarrotas. Se llama moral hazard (dilema moral). Pero, de repente, el dilema moral era ayudar a los pensionistas y no rescatar a los bancos.

¿Está de acuerdo con los analistas que temen que pronto habrá una nueva crisis financiera?
No vamos caminando hacia una nueva crisis porque no hemos salido de la que comenzó en 2008. Lo que pasó es que Draghi, de forma muy habilidosa, tapó la crisis en los mercados de bonos, pero de esta forma desplazó el problema a otras áreas como la falta de inversión y la deflación. El resto del mundo se recuperó pero no Europa. Ahora el resto del mundo está a punto de caer. Tenemos la tormenta perfecta en el Tercer mundo o las economías emergentes, como se llama ahora al Tercer mundo, donde se acusa la caída de los precios de las materias primas mientras sube el dólar. Esto provocará un desafío tremendo para el mundo capitalista. Europa aún no se ha recuperado de la crisis anterior. Es responsable de haber creado sufrimiento en su continente y de no haber ayudado al resto del mundo a prevenir la próxima crisis.

La Comisión Europea ha aprobado el presupuesto del nuevo gobierno socialista de Portugal, a pesar de que no cumplió con todos los requisitos que se le pedía. ¿Cree que esta actitud más flexible marca un cambio de posición en Bruselas respecto a lo que pasó con Grecia?
Sí y no. La Comisión ha sido cada vez más flexible con los presupuestos de Italia, Francia y Portugal, y ojalá lo sea con España, pero es sólo porque se ha dado cuenta de los errores del pasado. Es un poco demasiado tarde. Este nivel de flexibilidad no va a funcionar porque las fuerzas deflacionarias que fueron desatadas por los rescates y la austeridad extrema en todas partes no pueden ser contenidas al flexibilizar un poco las reglas. En Portugal, los ministros tenían que suscribir el acuerdo con la troika para que el presidente de la República aceptara un gobierno socialista con apoyo de la izquierda. Efectivamente, será business as usual. Este presupuesto lo habría podido pasar el anterior gobierno conservador. No hay un cambio serio de política. Cuando la ciudadanía echa a un gobierno y elige a otro pero continúan las mismas políticas por la presión de la troika, provoca un gran trauma para la democracia. Los votantes tienen todo el derecho de preguntarse para qué sirve votar.

El PSOE y Podemos, si llegan a formar gobierno, quieren ir a Bruselas a renegociar los objetivos de déficit. ¿Cree que lo tendrán más fácil ahora?
Sí, pero es irrelevante. Serán diferencias marginales, unos puntos para arriba o para abajo. ¿A quién le importa? Tenemos una gran depresión en la periferia de Europa que se manifiesta de forma distinta según la provisión de liquidez por el BCE, pero no hemos tratado el problema de la falta de inversión. Esa crisis es terrible en España y Portugal pero también en Alemania. En Alemania tenemos el nivel de inversión más bajo desde 1945 y eso con los tipos de interés en mínimos en Europa. ¿Qué nos dice esto? Cambiar los objetivos de déficit en unas décimas para España y Portugal es como reordenar las tumbonas en el Titanic. Los nuevos gobiernos de España y Portugal no deberían ir a Bruselas para regatear unas décimas sino para intentar cambiar las reglas de la eurozona y la política del BCE. ¿Debería el BCE seguir comprando deuda alemana por 60.000 millones cada vez haciendo bajar los intereses allí en vez de ayudar a la recuperación de Portugal? ¿No sería mejor que adquiriese grandes cantidades de bonos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para poder iniciar un gran programa de inversión en tecnología y energía verde? Eso es lo que deberíamos estar haciendo y para eso necesitamos gobiernos progresistas en Europa, no para regatear sobre los objetivos del déficit.

¿Cree que PSOE y Podemos deberían formar gobierno?
No me corresponde comentar sobre esto, pero realmente no importa. Lo que importa es el cambio. Mira Syriza. Nos eligieron para gobernar, luchamos y capitulamos al final. Ahora Syriza es un gobierno que está implementando un programa imposible. ¿Importa si lo hace Syriza o cualquier otro partido? No. Da igual qué banderas e ideales ostentan los partidos, lo que importa es su voluntad para lograr un cambio razonable en Europa para acabar con el ciclo de deuda-deflación.

¿En qué consiste el movimiento DiEM25 /PlanB y cuáles son los objetivos?
Es muy sencillo. Queremos evitar la desintegración de Europa que está amenazando con desarrollos horribles en los próximos diez años. Creemos que la única forma de lograrlo es a través de un aumento de la democracia, la democratización de las instituciones europeas para estabilizarlas y en dos años comenzar el proceso para una asamblea constituyente que dará a Europa una verdadera constitución, diseñada y escrita por la gente, desde la base a través de los representantes elegidos en la asamblea. Esta constitución debería sustituir todos los tratados que existen y que no tienen sentido en términos financieros y que condenan a Europa a la desintegración. Ya tuvimos una división norte-sur, luego una este-oeste, ahora se está desmoronando el centro y Reino Unido quiere semisepararse. Estas divisiones no pasan porque a la gente no le guste la idea de Europa sino porque ha perdido la fe y la confianza en que las actuales instituciones europeas logren mantener el centro unido.

¿Qué fuerzas están detrás de este proyecto?
Tú, yo, todos. Los ciudadanos de Europa que han sido despreciados por Bruselas y Frankfurt.