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ATTAC ante la Conferencia internacional sobre Cambio Climático COP 21 (París)

Manifiesto

Una realidad marca la actual situación de la economía planetaria y sus implicaciones ambientales y es el hecho de que aproximadamente el 20% de la población mundial absorbe el 80% de los recursos naturales generando por tanto una evidente desigualdad social. Esta concentración tan enorme de los recursos, consustancial a la economía de mercado y al modelo capitalista que la sustenta, permite a las grandes corporaciones empresariales, especialmente las financieras, actuar desde plataformas de poder que sortean o eliminan los sistemas de regulación pública protectores de intereses comunes,  provocando crecientes incidencias ambientales al privilegiar las rentabilidades a corto plazo que recortan costes en gestión ambiental.

Todo ello lleva a la suicida insostenibilidad de este sistema capitalista, por definición basado en el desacoplamiento entre los ciclos productivos generadores de beneficio y los ciclos de los recursos naturales explotados, implicando así graves disfunciones ambientales que no son sino indicadores de los fallos de este sistema productivo.

Esta situación económica se opone radicalmente al hecho de que los recursos naturales son bienes públicos y comunes que por tanto son fuentes generadoras de Derechos que además son concatenados (al agua, a la seguridad alimentaria y sanitaria, etc …). El uso desregularizado de estos recursos atenta no solo a la sostenibilidad ambiental sino a los propios Derechos civiles.

Es por ello por lo que consideramos que ante la extrema gravedad de la situación ambiental se exige implicar de manera más firme a la ciudadanía en las políticas de prevención para que con voz propia y en su relación con sus instituciones y gobiernos, exijan el  respeto a sus Derechos al medio ambiente pues en ello va la demanda por un modelo social y económico más justo y equilibrado.

Particularmente el Cambio Climático no es sino una voz de alerta de la insostenibilidad social, económica y ambiental del sistema capitalista. Un dato ilustra este hecho: el 90% de las grandes corporaciones multinacionales (su gran mayoría del sector generador de energía) emiten 2/3 del volumen de gases de efecto invernadero.

Siendo como son las viejas políticas energéticas las principales culpables de este Cambio Global es exigible nuevos paradigmas a este nivel que lleven en un proceso de transición a un cambio basado en el equilibrio energético, en la eficiencia y en el uso de fuentes renovables que implicaran romper con los sistemas centralizados de generación energética (y por tanto de poder político y económico) y fomentar la generación distribuida y por tanto la descentralización de las instalaciones generadoras y distribuidoras de energía potenciando el autoconsumo como paradigma de un nuevo sistema para el empoderamiento de la ciudadanía también a nivel energético.

Debemos reafirmar, a su vez, que las medidas internacionales en la lucha contra el Cambio Climático asumidas hasta el momento han sido completamente ineficaces y que tan solo han servido para una inútil escenificación de la preocupación y no de propuestas firmemente tendentes a la resolución del problema. La crisis (económica y ecológica, tienen el mismo origen) exige urgentes medidas que impliquen soluciones integrales que partan de la indudable clarificación de los reales responsables del problema (los países más industrializados que colonizan a los que están en vías de desarrollo) y que deben hacerse responsables máximos de estas soluciones, huyendo de las estrategias del «todos salen ganando» (Protocolo de Kyoto) donde utópicamente se planteaba que el mercado, causante real del problema, lo resolviera. Ha pasado el momento de regular derechos de emisiones para reducir estas emisiones. Se trata ya de regular las emisiones (reducirlas) para respetar los derechos ciudadanos, que no admiten más los niveles de emisiones actuales.

Por todo ello proponemos:

  • Se debe pasar, pues, del enfoque reactivo (al que dio paso un primero de tipo correctivo) a otro más proactivo donde se revise a fondo que tipo de crecimiento o incluso decrecimiento se desea para la sociedad y a que coste, presente y futuro, rompiendo este otro paradigma de que cualquier crecimiento es positivo: no lo es si contribuye a los desequilibrios sociales y ambientales.

Principio irrenunciable en nuestra organización es la consideración esencial de un cambio sistémico a un nuevo modelo integral de «economía ecológica» es esencial para lograr la transición real a una sociedad donde la seguridad global (ambiental, social y económica) se haga efectiva.

En este sentido la tendencia a estas supuestas «economías verdes» o capitalismo verde (oxímoron en sí mismo) no son sino un paso inane que no supone sino evitar parcialmente una parte del problema. Una sociedad verde no es solo una que produce menos impactos ambientales sino que fomenta el equilibrio social, la igualdad en términos sociales y políticos.

  • Asimismo, dadas las dependencias del modelo productivo con las fuentes energéticas, es urgente alcanzar un nuevo paradigma energético, basado en el triángulo Energías Renovables/Descentralización/Autoconsumo en un escenario creciente de reducción de emisiones y donde no se contemplen las caducas propuestas que han mostrado ineficacia como mercados de derechos de emisión, geoingeniería, agrocombustibles, hidroeléctrica, REDD, entre otros.
  • Se deberá establecer una reducción de emisiones vinculantes y por tanto sancionable. Estos límites deberían establecerse en línea con lo que permite la actual tecnología, de una manera acorde con la extrema gravedad del problema en una situación tendente a lograr 0 emisiones de gases de efecto invernadero en el año 2050.
  • Creación de Fondos de Solidaridad Internacional a modo de compensación ecológica de afectados por el Cambio Climático, gestionados con absoluta transparencia y vinculados a un sistema de control internacional que condicione resultados. A estos fondos deberán añadirse los mecanismos de condonación de deuda de países afectados por el cambio climático.
  • La Nueva Política Energética debe dotarse de normativa y apoyo financiero necesario a las medidas de ahorro y eficiencia en el consumo energético y de las energías renovables y autoconsumo. Asimismo, será obligada la paralización de Proyectos de extracción de combustibles fósiles y nucleares de cualquier tipo: Fracking, petróleo, gas, carbón …, así como instaurar auditorías de gestión de los sistemas de explotación de instalaciones energéticas en régimen concesional sin olvidar los necesarios apoyos específicos a las cooperativas de gestión energética.
  • Movilidad Sostenible con la puesta en marcha de procesos de redefinición de redes de transporte de movilidad sostenible intra e inter grandes urbes con el fomento de transporte público y de vehículos no contaminantes pero especialmente vinculadas a la reordenación territorial y la redefinición de áreas urbanas, peatonalización y rehabilitación.
  • Recaptura de los Bienes Comunes. Es preciso compartir lo que nos es común, los recursos naturales como bienes públicos: agua, semillas, tierra, biodiversidad, subsuelo, … por ello a los procesos de auditoría de los sistemas de gestión concesional, será preciso añadir una normativa de protección como servicios públicos y blindaje ante procesos de privatización. Asimismo, deberán definirse sistemas con el apoyo público adecuado para proteger, difundir y fomentar modelos de producción local, más eficientes en el uso de la energía y más sostenibles en un cómputo global y por tanto de menor huella ecológica.
  • Huir de Procesos «Bussines as Usual» con nuevos paradigmas que invaliden la bondad de un crecimiento económico ilimitado, de las grandes infraestructuras, de la creciente industrialización de la agricultura. Por ello se debe limitar la ampliación de los tratados de libre comercio pues facilitan un régimen desregularizado y opaco a nivel comercial, permitiendo inversiones indiscriminadas que incrementan la crisis climática. Por tanto se deberá evitar el avance de al menos: TTIP, CETA y PISA.