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Blackrock y el reverdecimiento del sistema capitalista

Artículo publicado originariamente en El Salto

Cecilia Carballo

@CARBALLOCECILIA

 “La resiliencia es mucho más que resistir un choque repentino en los mercados, también significa comprender y abordar los cambios estructurales a largo plazo”. Cuando Larry Fink (Presidente de Black Rock) hizo estas observaciones y dió a conocer cuáles serían las principales directrices de su negocio, entre ellas la  atención hacia los riesgos físicos asociados al cambio climático y que la sustentabilidad sería el nuevo estándar de inversión, no estábamos aún en este punto, era sólo enero de 2020.

El Tsunami provocado sobre los mercados y la crisis económica derivada del parón completo de las cadenas de producción situaban de nuevo a la reina de todas las gestoras como protagonista. BlackRock, la mayor gestora de activos del planeta, con cinco veces el PIB español y dueña del Ibex 35 (posee más del 3% en 20 de las 35 empresas del selectivo) vuelve a ser noticia. Pese a las pérdidas acumuladas en dos meses, se ha posicionado lanzando un mensaje de estabilidad, recuperación y largo plazo. Justo lo que necesita el mercado europeo para tener las espaldas bien cubiertas durante la reconstrucción. No podemos olvidar que la gestora, también es la principal propietaria de empresas alemanas cotizadas.

El reciente anuncio de la Comisión Europea de contratarle como asesor sobre factores ambientales, sociales y de gobierno (ESG) en su supervisión bancaria evidencia el esfuerzo por reverdecer el sistema sin cambiarlo. Resulta paradójico que el mayor inversor mundial en combustibles fósiles, sector financiero y de los principales financieros mundiales de la industria armamentística se convierta en gurú del ya famoso Green Deal.

El anuncio de la CE de contratar a BlackRock como asesor sobre factores ambientales y sociales en su supervisión bancaria evidencia el esfuerzo por reverdecer el sistema sin cambiarlo

Si todo cambia para que no cambie nada, podemos también incluir en el cocktail que la baza demócrata para recuperar el poder en EE UU pasa por apostar por un Green New Deal. Un súper Plan Marshall con tintes verdes que movilice inversiones enormes en sectores bajos en carbono, genere empleo masivo y permita mantener el consumo en niveles aceptables para que nada se interrumpa. A fin de cuentas Biden no es Sanders, y la refundación del capitalismo, ahora más verde, sería factible.

BlackRock afianza un modelo monopolista –concentra la riqueza en pocas manos–, modelo por el que en otros tiempos, la misma Comisión Europea que ahora le contrata, temía su impacto negativo sobre la competencia y el consiguiente aumento de la desigualdad.

Su estrategia de largo plazo busca rentabilidades para alimentar planes de pensiones de asalariados liberales que no confían en el Estado de bienestar. Es un capitalismo que reescribe las reglas del contrato social y le podría dar cierto respiro a las previsiones del FMI. Se trata también de un capitalismo más tecnológico, reverdecido y predictible, apoyado en la inteligencia artificial para decidir cómo proteger y hacer crecer las inversiones. Y anclado en  sus decisiones sobre la transposición de las directivas de la Task Force on Climate-related Disclosures (TCFD) y de la Sustainability Accounting Standards Board (SASB).

BlackRock asesora y ha asesorado a numerosos Gobiernos. Han sido expertos en aconsejar a las administraciones cómo privatizar el patrimonio público en épocas de crisis, por tanto, no parece muy tranquilizador que sean ellos los encargados de asesorar a la Comisión sobre el abordaje financiero de alguno de los aspectos de su Green Deal.

O tal vez sí, y simplemente estemos ante la constatación de que las cosas se modifican en la forma pero no en el fondo. Y las personas damnificadas de lo que ocurre volverán a ser las mismas de siempre. La respuesta a si estamos ante un reverdecimiento del capitalismo la veremos a lo largo de las próximas semanas.

CECILIA CARBALLO

DIRECTORA DE PROGRAMAS DE GREENPEACE ESPAÑA

ATTAC España, no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.