Eduardo Garzón – Consejo Científico de ATTAC España
Ésta es la tercera entrega de una serie de artículos en los que iré abordando poco a poco la relación entre la creación de dinero y la inflación, con el objetivo de rebatir muchos falsos mantras ampliamente extendidos y ofrecer explicaciones alternativas más serias que las que imperan en el imaginario colectivo. En el anterior artículo comenzamos a verificar la afirmación de que los precios dependen de la cantidad total del dinero debido a la ley de la oferta y la demanda, y para ello utilizamos un sencillo ejemplo con diamantes. Ahora continuamos la exploración para el caso del dinero utilizando esas mismas premisas.
2.2. El valor del dinero no se desprende directamente de la cantidad total del mismo
Las premisas que hemos utilizado en el ejemplo de los diamantes se cumplen perfectamente para el caso del dinero: éste cambia su volumen total constantemente, y esta información no llega a la gente en el mismo momento ni de la misma forma.
La cantidad total de dinero en una región determinada no deja de cambiar: cada vez que una entidad bancaria otorga un crédito el volumen total de dinero aumenta, y viceversa (cada vez que una persona o empresa devuelve un préstamo, el volumen total de dinero disminuye)[1]; cada vez que el Estado gasta por encima de lo que ingresa, el volumen total de dinero aumenta (y viceversa)[2]; cada vez que el banco central aumenta su balance, el volumen total de dinero aumenta (y viceversa)[3]; cada vez que a un país entra más dinero del que sale a través de distintas vías como las exportaciones o las remesas, el volumen total de dinero aumenta (y viceversa)[4]. Además, esto ocurre en lugares muy diferentes unos de otros, de forma que es completamente imposible saber cuánto dinero total hay en cada momento.
Animo al lector a que haga una prueba: ¿podría decirme cuánto dinero hay ahora mismo creado? ¿Y dentro de una hora? ¿A que no tiene ni idea? Entonces, ¿de dónde sale esa creencia tan extendida de que usted valora el dinero en función de la cantidad total que haya del mismo, y que por lo tanto valorará menos el dinero si éste se creara de la nada? Como si usted supiese que ahora mismo se está creando X cantidad de dinero en la otra parte del país. Inquietante.
Las autoridades monetarias suelen publicar periódicamente indicadores que tratan de cuantificar cuánto dinero hay en una región económica en concreto. Por ejemplo, el Banco Central Europeo publica agregados monetarios para la Zona Euro. Pero esto no es suficiente para que tengamos una información exacta y detallada de la cantidad de dinero que hay en circulación, fundamentalmente por tres motivos:
1) Aunque la cantidad de dinero cambia prácticamente cada instante, la publicación de los indicadores monetarios no lo hace al mismo ritmo, sino que se realiza de forma periódica, en ocasiones mensualmente, de forma que no es útil para saber en cada momento cuánto dinero hay.
2) La gente no se pone a mirar todo el rato el nivel del indicador publicado por la autoridad monetaria. En todo caso eso lo hacen los profesionales especializados en cuestiones monetarias y financieras, que evidentemente son sólo una pequeña minoría. Sería absurdo pensar que cuando una persona cualquiera va a realizar una transacción económica (vender una barra de pan, por ejemplo), primero ha mirado el indicador monetario para saber cuánto dinero hay en total y así darle al mismo su valor correspondiente. Esto suena absurdo pero es lo que subyace al fin y al cabo en esa creencia tan extendida de que el valor del dinero depende de su cuantía.
3) Los indicadores monetarios no son exactos. Esto es así porque hay dinero que escapa al control de las autoridades. Por ejemplo, cuando un vendedor amigo nos fía dinero en su tienda (permite que nos llevemos un producto o que utilicemos un servicio pero sin pagarlo todavía), lo que está haciendo esa persona es crear dinero en sentido general[5], y evidentemente de ello no se enteran las autoridades monetarias y por lo tanto ese aumento de dinero no acaba reflejado en el indicador monetario. Otro ejemplo: cuando una persona pierde una moneda al colarse por una alcantarilla, o cuando pierde un billete por combustión, por introducirlo en la lavadora, o por el motivo que sea, la cantidad de dinero se reduce pero las autoridades tampoco lo acaban reflejando en los agregados monetarios.
Es decir, es absolutamente imposible tener una información precisa y detallada de cuánto dinero hay en circulación en todo momento. En consecuencia, también es imposible que el valor que cada persona le otorgue al dinero dependa directamente de la cantidad del mismo. En otras palabras: el valor del dinero no se deduce estrictamente del volumen que exista del mismo (aunque ambas cosas estén relacionadas, como veremos más adelante). La gente no le pone precios a sus bienes y servicios en función de cuánto dinero haya en el mundo o en su región porque sencillamente no tienen idea de cuánto hay. Aquellos que dicen que la creación de dinero provoca inmediatamente y automáticamente pérdida de su valor están hablando de un mundo mágico y no del mundo real.
Es ridículo pensar que si en un pueblo de Zamora aumenta el volumen de dinero porque un banco le concede un préstamo ello vaya a disminuir el valor del dinero de una persona que resida en un pueblo de Almería. Ni siquiera le repercute en nada a otro vecino del mismo pueblo de Zamora. Lo mismo para el caso en el que el Banco Central Europeo creara directamente dinero para que el Estado financiase una ayuda económica a discapacitados, por ejemplo. La cantidad del dinero aumentaría y no por ello el valor del dinero menguaría. Es más que evidente. Por eso podemos concluir con rotundidad que “la creación de dinero no implica necesariamente que pierda valor”. Esto es totalmente irrefutable.
Ahora bien, quizás el lector esté pensando en que si el dinero se crea en poca cantidad es cierto que seguramente no perdería valor, pero que el asunto sería muy diferente si se crearan grandes cantidades de dinero. Muy bien, efectivamente no es lo mismo crear dinero para dárselo a una persona (como en el ejemplo del crédito) o a un colectivo (como en el ejemplo de los discapacitados) que crear dinero para dárselo a todo el mundo (por ejemplo, para financiar una renta básica universal). Enseguida iremos con ello. Pero que el lector se percate de lo siguiente: la afirmación consistente en “la cantidad de dinero es lo que explica el valor de éste” continúa siendo falsa. Consecuentemente también sigue siendo falsa la aseveración “la simple creación de dinero provoca una disminución de su valor”, porque si se crea poco dinero el efecto será nulo. Lo que importará, en todo caso, es cuánto dinero se crea, y no si se crea o se deja de crear.
Si se crea poco dinero, no pasará nada; si se crea mucho, seguramente sí. La pregunta lógica ahora sería: ¿a partir de qué nivel de creación de dinero éste comienza a perder valor? Pero para responder a esa pregunta necesitamos cambiar de hipótesis, de perspectiva y de modelo. El que hemos utilizado hasta ahora no nos sirve, porque está poniendo el centro de atención en algo que no lo debería recibir: la cantidad de dinero total existente. No es esto lo que determina el valor del dinero, sino otros elementos muy diferentes (aunque tengan relación indirecta con la cantidad de dinero). Esto es lo que veremos en el próximo epígrafe. Abandonaremos la lógica que hay detrás del ejemplo de la arena y los diamantes recogido en la introducción de este hilo de artículos y pasaremos a utilizar la lógica que subyace en el ejemplo del helicóptero, mucho más útil para comprender el fenómeno de la inflación.
[1] Para profundizar en ello: http://eduardogarzon.net/dinero-bancari/
[2] Para profundizar en ello: http://eduardogarzon.net/un-euro-de-deficit-publico-es-un-euro-que-incrementa-el-ahorro-privado/
[3] Para profundizar en ello: http://eduardogarzon.net/que-es-la-expansion-cuantitativa-o-quantitative-easing-y-sus-consecuencias/
[4] Para profundizar en ello: http://eduardogarzon.net/el-deficit-publico-es-necesario-para-que-las-familias-y-empresas-puedan-ahorrar/
[5] Es decir, dinero entendido como deuda, como pagaré, como el compromiso de compensar esa transacción de alguna forma en el futuro. Puede verse una explicación detallada de ello en el III.1 “Naturaleza del dinero” en el capítulo “Trabajo Garantizado para entidades locales y/o autonómicas” ubicado en el cuarto número de la revista “Pensar desde Abajo” y disponible aquí: http://eduardogarzon.net/trabajo-garantizado-aplicacion-en-entidades-locales-yo-autonomicas/