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El fascismo financiero y la irreformabilidad del sistema (II): Origen e instrumentos

Alfredo Apilánez – trampantojos y embelecos

2) Causas e instrumentos del fascismo financiero

2A) ‘El mecanismo se encasquilló’: Nixon Shock, 1971

En los años 70 se produce la crisis más grave del capitalismo desde la segunda guerra mundial. El mecanismo se encasquilló. Después del auge casi inagotable de los ‘treinta gloriosos’, las economías occidentales entran en la fase de estancamiento conocida como estanflación, con altos niveles de inflación y desempleo. El sueño de un capitalismo estable, con crecimiento sostenido y un cierto equilibrio entre el trabajo y el capital y gestionado a través del Estado del bienestar y las políticas redistributivas de tipo keynesiano se truncó abruptamente. El desplome de la rentabilidad provocó un cambio drástico en la política del capital. Era necesario como siempre aumentar la explotación del trabajo para restaurar la maltrecha tasa de ganancia. Pero la cuestión era cómo lograrlo sin erosionar gravemente el consumo y la capacidad de reproducción del sistema. Fue en ese momento cuando el «capital ficticio», como lo llamaba Marx, levantó el vuelo. ¿Por qué se produce esa explosión del capital financiero? El resumen que hace el economista marxista Michel Husson de la génesis de la financiarización es inmejorable: “De este modo, la falta de oportunidades para sostener una acumulación rentable, a pesar de la recuperación de los niveles de ganancia gracias a la ofensiva neoliberal sobre los trabajadores, movilizó una masa creciente de rentas financieras en busca de valorización: allí es dónde se encuentra la fuente del proceso de financiarización”.

El crecimiento desorbitado del crédito y del casino financiero sería, por tanto, una consecuencia de los obstáculos del proceso de acumulación “real”, una fuerza que contrarresta la tendencia al estancamiento y que ayuda a sobrevivir al sistema más allá de su fecha de caducidad. Como explica Husson: “El consumo derivado de ingresos no salariales (rentistas) y el recurso al crédito deben compensar la caída drástica del consumo salarial. He aquí, por cierto, la raíz del brutal aumento de la desigualdad”.

Se acabó la ‘buena forma de hacer ganancias’ y comienza la podredumbre del capitalismo senil que cada vez se basa menos en actividades productivas y más en el casino financiero global: la pérdida de dignidad del capital, como la califica Toni Negri, una de las luminarias de la posmodernidad.

Si hubiera que elegir una fecha simbólica para el inicio de la contrarrevolución neoliberal y del proceso de financiarización ésta sería el 15 de agosto de 1971 (“el día en que la historia financiera del mundo cambió para siempre” en los solemnes términos de Alejandro Nadal).  En el llamado Nixon Shock el gobierno estadounidense suspendió la convertibilidad entre el dólar y el oro, dinamitando el mecanismo regulador del comercio y las finanzas internacionales surgido de la Segunda Guerra Mundial. Los circuitos financieros se vieron anegados de dólares imprescindibles en el comercio de las fuentes de energía y materias primas estratégicas. Los petrodólares y eurodólares que fluían hacia la banca de Wall Street proporcionaron el combustible para el crecimiento exponencial de las “innovaciones” financieras y fueron el sustento de las formidables burbujas inmobiliarias y de la geopolítica actual basada en el binomio dólar-oro negro. Hipotecas y drones. He aquí las bases del imperialismo decadente del Tío Sam y su inseparable billete verde. Como explica el experto financiero estadounidense Michael Hudson: “Ante el hecho de que cerca de la mitad de los gastos discrecionales del gobierno de EE.UU. son para operaciones militares, no sería descabellado afirmar que el sistema financiero internacional está organizado de tal manera que financia al Pentágono”

¿Cómo se canalizan los enormes flujos de riqueza real que son necesarios para restaurar la ganancia del capital y sostener la maltrecha arquitectura del capitalismo senil?

2B) Máquina de succión: Deuda pública y privada volcando ingentes flujos de riqueza real al casino que nos gobierna

2B1) Banca Central independiente: la mamporrera de las finanzas globales

En el corazón de la economía política global está el sistema de la banca central independiente de los gobiernos. Y el control de la banca central global representa sin duda uno de los ejes de la geopolítica imperial.

Según Ellen Brown, el general estadounidense Wesley Clark se refirió a siete ‘estados forajidos’ –Irak, Libia, Somalia, Sudán, Irán, Siria y Líbano- que serían objeto de ataque luego del 11-S de 2001. “¿Qué tenían en común estos países? Además de ser islámicos, no eran miembros ni de la Organización Mundial del Comercio ni del Banco de Pagos Internacionales y todos tenían banca central pública que les permitía salir del circuito cerrado del dólar estadounidense.

Precisamente los golpes financieros que hemos visto en los casos de Grecia y España se basan en la pérdida de soberanía monetaria de los Estados y la consiguiente dependencia de los mercados privados para la financiación de la deuda pública ante la prohibición del BCE de financiarles directamente.

La esencia del funcionamiento, aparentemente absurdo, de la máquina de succión comandada por la banca central independiente queda espléndidamente resumida en la siguiente afirmación: “Es una idiotez que el estado permita al banco central fabricar el dinero, para tener que pedir luego prestado este dinero y pagar intereses por él”. El resultado es un volcado ingente de recursos públicos al casino financiero. En 2011, el gobierno federal de los Estados Unidos pagó 454.000 millones de dólares en intereses sobre la deuda federal (casi ¡un tercio! del total de 1.1 billones de dólares pagados en impuestos sobre la renta ese año) en una colosal transferencia de rentas del trabajo hacia la expropiación financiera. ¿Por qué cuando la FED pone dinero nuevo en el mercado lo hace contra deuda pública en manos de la banca privada con intereses que asume el estado?, ¿existe alguna justificación “técnica” de tan depurado y clamoroso latrocinio? El reputado economista James Galbraith nos lo aclara: “¿Podría el Tesoro ahorrarse este galimatías y pagar sus cuentas sin la existencia de los bonos? Económicamente, claro. ¿Por qué no lo hace? La respuesta es simple: al hacerlo revelaría que la “deuda pública” es una farsa. En España los pagos de intereses de la deuda ascendieron a la astronómica cifra de 30000 millones de euros en 2017, un 10% del gasto público destinado a engrosar las arcas de los dueños del casino. Así resume el economista marxista belga Eric Toussaint el cambalache en la vieja Europa: “Desde 2010, el BCE compra títulos de la deuda pública en el mercado secundario: no los compra directamente a los Estados sino a los bancos que, a su vez, los compraron en el mercado primario a los Estados, y que no saben cómo desembarazarse de ellos. (…) Si el BCE comprase títulos públicos en el mercado primario, se aportaría una financiación directa a los Estados”. “El resultado es que en la eurozona los Estados se encuentran privados de la existencia de un prestatario de última instancia y dependen de los mercados para su financiación. De este modo ha podido instalarse el gobierno de la renta a través de la deuda soberana, una dictadura de las finanzas globales que dicta las políticas económicas de austeridad y de expropiación de las instituciones del bienestar social”. Como explica Nadal: “Los estados modernos están de rodillas frente a los caprichos de los mercados financieros. Los poderes soberanos se han degradado al rango de clientes del sistema financiero internacional”.

¿En qué se basa ideológicamente el cambalache? En el concepto sagrado del monetarismo friedmaniano: el Estado despilfarrador creador de inflación y destructor de la iniciativa privada al que hay que alejar de la impresora de billetes. Gran parte de la literatura académica a favor de la independencia de los bancos centrales se basó en los modelos de expectativas racionales, donde se suponía que los gobiernos tienen incentivos para engañar al público con sorpresas monetarias, a fin de conseguir aumentos transitorios en el empleo o para reducir la carga de la deuda pública. Había pues que tomar medidas al respecto: en el tratado de Maastricht de 1992 se consagra la prohibición de financiar a los gobiernos por parte del BCE, dejando a la banca privada el escandaloso privilegio del monopolio del crédito al sector público.

2B2) Deuda privada: la banca comercial como planificador económico

Comenzaré con una anécdota altamente ilustrativa de la función real, casi esotérica en su fabulosa simplicidad, de la banca privada en el capitalismo senil.  El economista mejicano Alejandro Nadal relata este curioso episodio judicial ocurrido en Estados Unidos en 1969.

El señor Daly –tras retrasarse en las cuotas y recibir la demanda de la entidad bancaria acreedora- reclamó paralizar la ejecución de su hipoteca y el consiguiente “lanzamiento” de su vivienda con el inverosímil argumento de que el banco “no había usado dinero real, sino virtual, para efectuar el préstamo”. El abogado Daly contó, en el juicio posterior, con un apoyo inesperado: “en el proceso fue llamado a declarar el presidente del Banco reclamante. En su testimonio declaró que, en efecto, su banco había creado íntegramente los 14 mil dólares al inscribir una entrada en su contabilidad acreditando dicha suma al señor Daly, tal como si éste hubiera realizado un depósito por esa cantidad: ‘tanto el dinero como el crédito comenzaron su existencia cuando fueron creados de esta forma’”. “Me suena muy fraudulento,” expresó el juez. La sentencia fue favorable al demandante al quedar acreditado que el contrato era nulo -“al carecer de una contraprestación legítima por parte del banco”-  y el señor Daly conservó su casa y se le condonó el resto de la deuda.

La esencia del sistema monetario contemporáneo es la creación de dinero, de la nada (“out of thin air”), por los préstamos a menudo insensatos de la banca privada. Esta es la función clave que desempeña la banca en el sostén de la tasa de ganancia en el capitalismo senil volcando enormes flujos de riqueza real al casino y planificando la actividad económica hacia las burbujas inmobiliarias. Con una diferencia de enorme relevancia social con la banca tradicional: actualmente la actividad principal de la banca se basa en el crédito personal y no productivo. Las finanzas dirigidas a los ingresos personales apuntan a satisfacer necesidades básicas de los trabajadores -vivienda, pensiones, consumo, seguros, entre otras-. Difieren cualitativamente de las finanzas dirigidas a la producción capitalista o la circulación. Los individuos se concentran en obtener valor de uso, mientras que las empresas apuntan a la expansión del valor de cambio.

La inferencia lógica es de una relevancia tan abrumadora como ignorada: los bancos crean dinero para el principal del crédito pero no para los intereses. Éstos se tienen que pagar con más créditos a interés compuesto y más extracción de riqueza real, lo que convierte la espiral de la deuda y la sobreexplotación laboral en las conditio sine qua non de la actual fase parasitaria de la acumulación de capital –no hay crecimiento sin deuda creciente- y, a la vez, en su límite principal. Tal configuración agudiza la fractura social entre los que disfrutan de rentas financieras, y los que están condenados a sufragarlas mediante los menguantes ingresos salariales.

Un concepto que pasa completamente desapercibido pero que quizás nos ayude a entender el mecanismo de funcionamiento de esta máquina de succión de riqueza social que representa la hegemonía absoluta del dinero-deuda de la banca privada (97% de los medios de pago) es el de los intereses ocultos. Todos los productos o servicios incorporan cargas de intereses ocultos necesarios para la financiación de su producción: bienes de consumo, suministros o servicios públicos contienen una importante carga de intereses de las deudas crecientes contraídas  para producirlos. Se trata de una transferencia colosal de rentas financieras desde los que son sólo consumidores, que gastan lo que ganan con sus crecientemente magros ingresos salariales, hacia los rentistas y los poseedores de títulos de propiedad. Una estructura generadora de las enormes cotas que alcanza actualmente la desigualdad social.

2B3) El casino que nos gobierna

Gran parte de esta máquina de succión (al fin y al cabo, átomos de trabajo humano valorizado) que acabamos de describir acaba en el casino de las finanzas globales. Los productos financieros derivados que circulan por los canales opacos de la banca en la sombra suponen al menos diez veces la riqueza real producida por la encasquillada maquinaria del capitalismo actual. Las siglas incomprensibles (CDO, CDS, swaps) y los tecnicismos propios de la jerga financiera camuflan lo que son simplemente apuestas para exprimir al máximo los hilillos de riqueza real tratando de multiplicarlos hasta el infinito y así sostener las ingentes ganancias especulativas causantes de las burbujas colosales y de las crecientemente violentas crisis económicas. Veamos algunos ejemplos de la surrealista operativa de las finanzas en la sombra.

Con la comida sí se juega

Pocos ejemplos más ilustrativos que el enorme crecimiento de los mercados de futuros de alimentos y materias primas para entender las dramáticas consecuencias de la financiarización a muerte.

“No es un negocio agradable, pero se gana mucho dinero”. Declaraba un broker, con cierta conciencia moral, del mercado de futuros –el más importante del mundo en cuanto a la especulación sobre commodities– de Chicago. Dicen que el parpadeo de un ordenador en Sidney puede mover miles de millones de euros en base al precio futuro de un quintal de maíz en el mercado de Chicago.

Prácticamente 2.000 millones de personas utilizan más del 50% de sus ingresos para adquirir alimentos. El Parlamento Europeo ha admitido que los movimientos especulativos son los responsables de casi el 50% del aumento del precio de los alimentos. La entrada en el mercado de derivados financieros basados en productos alimentarios, por parte de poderosos inversores, ha sido posible gracias a la liberalización, a partir del año 2000, de las normas en los mercados de derivados financieros de materias primas.

En 2010 y 2011, el fulgor del estallido de las revueltas populares en el Norte de África y en Oriente Medio tuvo entre sus principales detonantes la escalada artificial del precio de los alimentos.

“El mercado de los alimentos se ha convertido en un casino por una única razón: hacer que Wall Street gane todavía más dinero” declaraba un investigador de la ONU.

Patriotismo versión banca española: apostar por la quiebra de tu propio país

Bajo el críptico término de CDS (permutas de incumplimiento crediticio, producto que asegura al comprador una indemnización en caso de impago o reestructuración del crédito subyacente) se esconde una de las armas de destrucción masiva –como definió Warren Buffet a los derivados- que fueron un elemento clave en la crisis financiera de las primas de riesgo de los países del sur de Europa a partir de 2010.

Estos productos, aparentemente tan sofisticados, equivalen en realidad a comprar un seguro contra incendios para la casa de tu vecino para luego hacer todo lo posible para prenderle fuego y quedarte con la pasta. Si sustituimos la casa del vecino por la deuda pública griega o española, eso fue precisamente lo que ocurrió en la crisis de la deuda pública que provocó la implementación de la agenda dura neoliberal de reformas estructurales y recortes sociales que describimos anteriormente. Los bancos españoles, rescatados con dinero público, especulaban comprando CDS de deuda soberana que hacían subir la prima de riesgo y ocasionaban enormes pagos de intereses al erario público, apostando a favor de la quiebra de su propio país.

¡Pálmala que me forro!

El megabanco alemán Deutsche Bank diseñó en 2012 un peculiar fondo de inversión denominado “brújula de vida 3“. Quien compra una participación está apostando contra la esperanza de vida de uno de los 500 norteamericanos escogidos para este menester. Si uno de los integrantes muere después de la fecha escogida por el inversor, gana el banco, si fallece antes de esa fecha, gana el inversor. Se desconoce si los afectados dieron su consentimiento a que alguien pudiera tener interés en acelerar su paso a mejor vida. Este negocio “especulativo” es “perfectamente legal”. La oficina de Defensor del Pueblo de la Asociación de Bancos alemanes, a la que no pertenece Deutsche Bank, calificó el creativo producto financiero como “difícilmente compatible con la dignidad humana”.

2C) Monetarismo y tótem de la inflación: la teoría económica basura detrás del potro de tortura neoliberal

Veamos ahora someramente los “profundos” fundamentos de la teoría monetaria ortodoxa con la que se lava el cerebro a los estudiantes en las facultades del mundo entero.

La siguiente parábola la formuló el ínclito mister Friedman -alias ‘helicóptero Milton‘- como ilustración de las nefastas consecuencias de caer en la tentación de activar la “impresora de billetes”.

“Imagínate que una mañana te despierta el sonido de un helicóptero que sobrevuela tu barrio. Te asomas a la ventana y ves que de él están arrojando paquetes que caen frente A cada una de las casas de tu calle. En cada paquete hay 10.000 dólares en billetes nuevos, un regalo de tu gobierno. ¿Qué harías?

Friedman utilizó esa metáfora para tratar de entender lo que pasaría si el gobierno transfiriera dinero en efectivo a los ciudadanos (a través de pagos electrónicos o de rebajas fiscales, el helicóptero servía de jocosa metáfora) para reactivar la demanda en la economía. “Es fácil ver cuál será el resultado final. Sólo se conseguirá con esto una subida de los precios. Los nuevos billetes no crean ninguna capacidad productiva adicional”

Aquí tenemos al malo de la película. El Estado derrochador keynesiano pretendiendo interferir con su querencia dilapidadora en el libre desarrollo de los mercados desregulados.  El causante de las ineficiencias que provocan el peor de los males económicos. Recordemos que el único objetivo del BCE es el control de la inflación.

El brillante economista postkeynesiano Nicholas Kaldor explica el triunfo del monetarismo en la Inglaterra de Thatcher y sus implicaciones profundas en el vaciamiento de soberanía del estado democrático: “Sin duda alguna los monetaristas habían ganado la guerra ideológica ya que en todo el mundo se ponía en práctica la política monetaria, de manera exclusiva, para combatir la inflación. Además su victoria se vio reforzada por el modo en que se les concedió la “independencia” a los bancos centrales siguiendo las líneas marcadas por la Reserva Federal. Era una independencia entre comillas puesto que los bancos centrales eran más dependientes que nunca de los caprichos de los mercados financieros internacionales. Simplemente habían sido liberados de la supervisión de los políticos democráticamente elegidos”

Kaldor explica asimismo la agenda oculta que esconde la lucha contra la inflación y el déficit público: “la subida de tipos de interés y los recortes brutales de gasto habían derrotado a la inflación reduciendo la demanda. Era pues la contracción en la producción y el empleo lo que había derrotado a la inflación. El control de la oferta monetaria y la lucha contra la inflación no eran más que unas convenientes cortinas de humo que daban una coartada ideológica para medidas tan antisociales”.

Así pues, Thatcher, como Pinochet o Videla, incluso compartiendo consejeros como sus admirados Hayek y Milton Friedman, basaba su discurso tecnocrático en la coartada de la lucha contra la inflación y el estado derrochador como pantalla perfecta para encubrir el tratamiento de choque neoliberal al uso.

El programa práctico que ofrece pues el monetarismo neoliberal es enfrentar abiertamente a los trabajadores con el desempleo, eliminando los colchones amortiguadores del Estado del Bienestar, a fin de fracturar su capacidad de resistencia y desarticular los sindicatos. Luego, la fuerza del mercado libre, la fuerza del desempleo, sería el árbitro de la relación salario–ganancia. Una interpretación marxista diría que se trata de vendarnos los ojos y suscitar el temor a la inflación para justificar el mantenimiento del ejército de reserva, arguyendo que se intenta evitar que el crecimiento de los salarios inicie una espiral’ salarios-precios’. Nunca se oye hablar de una espiral renta-precios’ ni de una’ espiral intereses-precios’ que son precisamente las vías de la máquina de succión rentista para volcar riqueza social hacia el casino.

Incluso la medida estándar de la inflación, el IPC, oculta los ámbitos reales donde se desarrolla la desposesión rentista de las clases populares: el precio de la vivienda no está incluido en la ‘cesta de la compra’ del IPC al no considerarse bien de consumo. Sin embargo, los intereses pagados al banco por un préstamo hipotecario son gasto puro aunque no estén incluidos en el IPC. Para más inri, el gasto en alquiler (un 2,5% en la cesta de la compra) está enormemente infravalorado al ser abrumadoramente mayoritario en España el parque de vivienda en propiedad. ¿Nadie se ha preguntado por qué la brutal subida del alquiler que se está produciendo en las grandes ciudades españolas en los últimos tiempos no dispara la inflación? De este modo, los gastos más importantes –hipoteca y alquiler- en las capas humildes de la población no se incluyen en el IPC y por tanto no es necesario reducirlos en la cruzada antiinflacionaria encabezada por la banca central global.

Texto elaborado para la ponencia homónima desarrollada en el marco del Foro que, bajo el título “El derecho a la vivienda frente al capitalismo financiero”, organizó la Asociación 500×20 del barrio de NouBarris de Barcelona los días 7 y 8 de julio de 2018.

 

Blog del autor: https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2018/07/09/el-fascismo-financiero-y-la-irreformabilidad-del-sistema/