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Empleo y economía 4.0 (y II)

Albino Prada – Comisión JUFFIGLO de ATTAC España

Podría imaginarse que llegaremos, tal como lo habría predicho ya Carlos Marx en el lejano año de 1847, a un capitalismo apenas de máquinas robotizadas y sin casi trabajadores; aunque ya él advirtiese que: “si la maquinaria destruyese íntegra la clase de los obreros asalariados, ¡que espantoso sería esto para el capital, que sin trabajo asalariado dejaría de ser capitalista¡”(Marx 1968: 60). Tendencia que apuntaría a un mega capitalismo sin trabajadores en todo aquello que pudiese ser digitalizado (librerías, hospitales, taxis, hoteles, tiendas, bancos, transportes, etc.); sólo con robots, drones y servidores de big data. Ciertamente sin olvidar que esos capitalistas pudiesen serlo sin encontrar consumidores.

Un buen ejemplo de estas tendencias lo tenemos en el portal global de ventas Amazon. En un inicio, un amplio equipo humano de editores y críticos escogían y reseñaban los títulos que aparecían en su web. Paulatinamente se experimentó con motores de búsqueda masiva que realizaban automáticamente recomendaciones asociadas a cada producto. Se llevó a cabo un test comparado de las ventas que conseguían los editores humanos tradicionales respecto a las generadas por el algoritmo y el equipo editorial se desmanteló (Mayer y Cukier, 2013).

A causa de este tipo de sustituciones a día de hoy mientras la rateo de empleo por millón facturado en ventas es de 3,1 para la distribución comercial en España (Mercadona alcanza un 3,7), Amazon genera 1,3 y Google 0,9.

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Fuente: elaboración propia con datos del INE y webs corporativas

Otro buen ejemplo: la utilidad Skype cuando contaba con el doble de clientes que la British Telecom empleaba a doscientas personas frente a las noventa mil que empleaba BT en el Reino Unido. De manera que, si acaso no se requiriesen recursos energéticos crecientes, sería imparable llegar a ver cómo «los labradores están siendo reemplazados por «tractores dron» y otros sistemas robóticos que, mediante sensores, señales por satélite y software plantan semillas, fertilizan y escardan campos, cosechan y empaquetan cultivos, ordeñan vacas y cuidan ganado» (Carr 2014: 252).

Como ya sucede, por citar otro de entre muchos potenciales ejemplos, en el caso de la multiplicación de pasajeros en un tráfico aéreo mundial cada vez más low costy automatizado (desde la compra del pasaje al propio vuelo).

Y es así que frente a la eventual promesa de un mayor tiempo de ocio gracias a la automatización o a la digitalización de los servicios, lo que encontramos es un desempleo creciente así como empleos no dignos(temporales, a tiempo parcial, sin horarios) acompañados de un aplazamiento de la edad de jubilación. En toda actividad que pueda ser digitalizada el empleo, sobre todo el digno y no precario, está amenazado (Martin 2015).

Solo una casta menguante, de analistas lógicos, estaría blindada en el corazón de una empresa que lo externaliza casi todo. Porque casi todos los demás que conservan su empleo, mutan en subempleados, precarios, temporales o desempleados en potencia, trabajadores periféricos, subcontratados, externalizados, falsos autónomos.

Es el caso de las plataformas digitales (Uber, Airbnb, etc.) que transforman trabajos a tiempo completo en destajos o a tiempo parcial, y que lejos de ser formas de economía colaborativa (pro-común como Couchsurfing) son auténticas plataformas rentistas.

Lo mismo que sucede, más en general, en las diversas plataformas digitales de externalización a escala global: limpieza (Handy), aparcar vehículos (Luxe), entrega comestibles a domicilio (Instacart), reparto bebidas (Drizly), cuidadores de perros, realizar tareas domésticas, localizar profesionales, etc. Plataformas casi siempre capitalizadas por fondos de inversión, empresas de capital riesgo, fondos de cobertura y fondos soberanos.

Los números son abrumadores. Desde Alemania Clickwolker presume de 700.000 clic-trabajadores en 136 países, la japonesa Lancers de 420.000 trabajadores registrados, siendo éste un país en el que se esperaba llegar en 2018 a los diez millones, AMT cuenta con 500.000 realizadores de tareas, Upwork tiene registrados en su portal 9.000.000 de personas disponibles, sin olvidar Amazon Mechanical Turk, PeoplePerHour o CrowdFlower. Todas ellas emplean a nuevos sirvientes, realizadores de tareas, socios o falsos autónomos que tienen una jornada laboral difusa (con plena disponibilidad), realizan en parte labores no remuneradas, siempre a tiempo parcial, su remuneración nunca es salarial, asumen microtareas externalizadas, y no son despedidos sino desactivados.

Proyecciones más globales, para Estados Unidos o el Reino Unido, evalúan que casi la mitad de los actuales empleos estarían amenazados por este tipo de cambio tecnológico (Standing 2017: 32; Frey y Osborne (2013); Elliott (2015)). Y en la propia China, donde uno podría imaginar que los costes laborales desincentivan dicha digitalización y robotización, el gigante Foxconn ya habría reducido a la mitad el empleo humano en su planta de Kunshan (de 110.000 a 50.000 personas (ver aquí)).

No estamos, ni cuantitativa ni –menos aún- cualitativamente, ante unas previsiones de empleo esperanzadoras que acompañen a lo que dimos en llamar economía 4.0, aunque otros aspectos podrían ser no menos preocupantes. ¿Hay razones para temer riesgos e incertidumbres derivados de las mutaciones que la digitalización masiva provocará en esas actividades?.

(Hasta aquí un fragmento de un DOCUMENTO publicado por la Fundación 1 de Mayo)

Descargar aquí el documento completo: http://www.1mayo.ccoo.es/nova/files/1018/Estudio101.pdf