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Cibernética económica alemana

Albino Prada – Comisión JUFFIGLO ATTAC España

La cibernética económica consiste en una gestión de nuestras economías basada en criterios de aplicación automática, de naturaleza presuntamente técnica. Se habría impuesto en la Unión Europea frente a la opción de una política económica basada en elecciones sociales explícitas, sobre alternativas que presentan ventajas e inconvenientes.

Para el economista francés F. Lordon los más radicales defensores de esta cibernética económica serían los ordoliberales alemanes que la habrían impuesto a grandes dosis en la construcción de la UE, del BCE y del euro.

Habrían desactivado así el control de la soberanía popular sobre las decisiones económicas y abducido lo público al servicio de los intereses empresariales privados. Es este un neoliberalismo radical, cimentado en la aplicación automática de reglas técnicas, de valores-consigna. Es el caso del 3 % como referente automático y valor-consigna del máximo endeudamiento presupuestario permitido para todos los Estados de la UE. El resultado de su aplicación ordoliberal es que este año en la eurozona la media de endeudamiento será del -1,9 %, mientras en EE.UU. será del -4,4 % (más del doble). Mientras tanto, aquí creceremos un 1,6 % y allí un 2,3 %. Sin comentarios.

Automatismo de esa cibernética económica lo es también confiar a las primas de riesgo y agencias de calificación la disciplina presupuestaria de los países, frente a la opción de que el Banco Central actúe como prestamista de último recurso para neutralizar el poder de los acreedores.

Lo resumía así, para el caso del BCE, el actual presidente del Bundesbank, Jens Weidmann (sí, el mismo que supervisa su zombi Deutsche Bank): «Hemos procurado que las políticas económicas nacionales queden deliberadamente expuestas a la tutela normalizadora de los mercados financieros, y no queremos que las intervenciones del BCE relajen esta sana disciplina bajando artificialmente los tipos de interés».

Otro valor-consigna es el mandato al BCE de controlar la inflación en torno al 2 %. Un automatismo que en la Reserva Federal de EE.UU. -y otros muchos bancos centrales- se relaja o se condiciona al crecimiento y al empleo.

En este caso, en los dos últimos años en la eurozona se anotó un cero por ciento de inflación. Un (in)cumplimiento, a la baja y pasado de rosca, que Alemania ha impuesto en la eurozona. Que favorece a los acreedores y penaliza a los países deudores, a su crecimiento y a su empleo.

Ante tal empanada cibernética ultraliberal, y ante el inminente riesgo de implosión del euro, el BCE amenazó en su día con hacer todo lo que estuviera en su mano para evitarlo. Lo que al menos embridó las primas de riesgo -ante la airada protesta de Jens Weidmann- en estos últimos trimestres.

Aunque seguimos bajo control del piloto automático cibernético alemán (con ajustes austericidas de déficit y disculpando la deflación); control que condena a los países más endeudados, como España, a un prolongado período de desempleo y de creciente precariedad social.

 

Publicado en La Voz de Galicia