Alejandro Nadal – Consejo Científico de ATTAC España

A través de esa política monetaria los bancos centrales de Estados Unidos, Japón y la eurozona, compraron activos de los bancos privados con el fin de incrementar el crédito y reactivar la economía. La Fed suspendió su programa en 2014 pero no ha normalizado su hoja de balance y la liquidez que inyectó sigue moviéndose en los mercados financieros del mundo. Además, Japón y la eurozona también aplicaron sus versiones de flexibilización monetaria (en Europa al ritmo de 60 mil millones de euros mensuales este año).
Para esas operaciones los bancos centrales crearon dinero de la nada. Pero como la inflación se mantiene por debajo de las metas de esos institutos monetarios y el crecimiento sigue siendo endeble, la pregunta de todo analista es la misma: ¿dónde acabó todo ese dinero ligado a la flexibilización monetaria?
La respuesta es que la política monetaria no convencional sirvió para crear la burbuja especulativa más grande en la historia del capitalismo. Por eso los indicadores de las bolsas de valores más importantes del mundo se ven tan rozagantes y vigorosos. Pero cuidado, las apariencias engañan y más que un anuncio de rehabilitación económica esas señales del mercado bursátil muestran que el crecimiento de precios de activos financieros es desmedido y poco sustentable. El FMI lo reconoce al señalar en el informe citado que la expansión monetaria ha generado aumentos injustificados en el valor de activos financieros y constituye un incentivo para el apalancamiento y el endeudamiento del sector privado. Es decir, los riesgos para la estabilidad financiera se están trasladando desde el sector bancario a todo el sistema financiero y no financiero.
En síntesis, la flexibilización de la política monetaria sirvió para crear lo que tanto daño hace en las economías capitalistas, un episodio de inflación en el precio de activos; es decir, una mega-burbuja. Y cuando esa bomba explote, no sólo los mercados financieros entrarán en una crisis, sino que la economía real (no financiera) se verá afectada por una onda de expansión destructiva que hará palidecer a la de 2008.
Ni el FMI, ni los bancos centrales, saben que hacer frente a este dilema. Si se lleva a cabo la normalización (de la flexibilización monetaria) a un ritmo demasiado rápido se corre el riesgo de ahogar la “recuperación”. Pero si se mantiene la expansión monetaria, la burbuja en los mercados financieros (y el apalancamiento en el sector privado no financiero) seguirá inflándose hasta reventar con efectos catastróficos.
El dilema en que se encuentran el FMI y los bancos centrales no se puede despejar manteniendo las viejas ideas sobre tasas de interés natural (à la Wicksell) o viejos esquemas sobre demanda agregada (al estilo de los nuevos keynesianos). Sólo se puede resolver con una revolución en el análisis económico.
Fuente: La Jornada