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Mercantilización financiera y crisis climática (III)

publico
Antonio Fraguas

El terco sentido de los datos

Todo esto es la respuesta de los «Foros Económicos». Nada más que vueltas al mismo sitio (¿será eso la Economía Circular?). Solo algunas cifras: 100 grandes corporaciones emiten el 70% del CO2 actual (el 70% entidades privadas) y dentro de estos, 20 empresas emiten el 35% del CO2. Asimismo, el 10% de la población más rica del planeta emite el 50% de los gases de efecto invernadero. Ahí están las responsabilidades.

Si tenemos en cuenta que según la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), de los USA se emiten aproximadamente unas 38 GT[1] de CO2 equivalentes (34 de la industria y el sector energético y 4 de la agricultura y suelo) solo pueden ser absorbidos como sumidero 23 GT (12 por bosques y 11 por océanos) quedan 15 GT que permanecen en el sistema. Por tanto, no hay otra, es preciso reducir las emisiones y drásticamente. Para ver el alcance del enorme esfuerzo que supondría esta reducción hagamos unos simples cálculos teóricos. Según NNUU para conseguir una temperatura que no supere en el futuro los 1,5°C que es lo que recomienda el IPCC, se requiere una disminución de un 7,6% de CO2 anual (sería un 2,7% si se plantea llegar al límite de los 2°C como requiere el Acuerdo de París). ¿Qué supone esta cifra? ¿Qué esfuerzo requiere?. Podríamos tener una referencia muy gráfica. El colapso económico de la URSS implicó una reducción de 7,6 GT en 10 años (desde 1992 a 2011 aproximadamente). Las emisiones anuales totales para comparar con esta cifra serían pues de 380 GT (38 anuales en 10 años en la hipótesis planteada), esas 7,6 GT supondrían tan solo un 2% de reducción comparada. Es decir, se necesitarían «derrumbes permanentes» parecidos a la caída de la URSS para cumplir el Acuerdo de París. Algo impensable. El reto es de unas dimensiones casi incalculables. No nos engañemos. El Cambio Climático está aquí y precisa fundamentalmente políticas de adaptación porque las de remisión o mitigación solo pueden abordarse modificando drásticamente el modelo productivo y de consumo.

Ante este reto en el ámbito de las máximas potencias económicas, máximas responsables también de emitir CO2 (es decir el G-20) en un flagrante incumplimiento de un ya de por sí lábil Acuerdo de París, se limitan a mercantilizar los procesos como antes vimos (la COP25 de Madrid insiste en ellos), cuando la realidad es la siguiente:
  • Las emisiones han incrementado en todas las parcelas económicas durante el último año.
  • Las emisiones de CO2 del sector energético se incrementaron un 1,8%. Esto hace que el objetivo de atajar la subida de temperaturas y limitarla a los 1,5°C se aleje, si cabe, aún más.
  • Por lo que se refiere al sector de los transportes, sus emisiones también se han visto incrementadas durante el último año en el cómputo general de los países del G-20. Concretamente, un 1,2%.
  • El sector inmobiliario de las potencias mundiales, por su parte, ha incrementado sus emisiones de CO2 en un 4,1%.
  • El IPCC advertía que las emisiones de CO2 del sector industrial deberían reducirse al menos un 60% de cara a 2050 si se quiere limitar el calentamiento del planeta a 1,5 grados. La realidad es que, lejos de disminuir, los datos del informe apuntan a un crecimiento de la contaminación de entorno al 3%.
  • El mundo agrícola, según los últimos datos de 2016, es el único que esconde cifras globales positivas dentro del G-20, ya que recortó las emisiones de gases de efecto invernadero en un 0,4%. En el ámbito agropecuario gran parte de la emisiones tienen que ver con la deforestación para monocultivos o para el desarrollo de prácticas de pastoreo.

No obstante, los incendios de áreas naturales buscando suelos de cultivo se han incrementado de manera brutal este año (Amazonia, África, Asia …).

  • Por último, según Climate Transparency, la crisis climática ha tenido en la población del G-20 durante el último año, impactos notables sobre las formas de vida de los principales estados del mundo, en tanto que los fenómenos meteorológicos extremos vinculados a la coyuntura del calentamiento del planeta dejan cada año cerca de 16.000 muertes y pérdidas económicas de unos 142.000 millones de dólares.

Nada indica por tanto que se esté en el camino de las soluciones.

Mercantilización financiera y crisis climática
Mercantilización financiera y crisis climática

¿Hay Alternativas?: No se trata de dar la vuelta a la tortilla sino de cambiar de sartén

Siempre que se plantea el problema, se cuestionan las soluciones… es aquello de «bien, es un grave problema … pero ¿Qué hacemos?». La respuesta es obvia: lo primero ser conscientes de la enorme entidad del riesgo y por tanto no profundizar en él. Pero esto es bien difícil. La ciudadanía no solo debe modificar sus hábitos pues con ello no es suficiente. Por ejemplo, las políticas de transporte y energía que son grandes generadoras del cambio climático no pueden ser modificadas solamente por gestos o meros comportamientos personales voluntaristas sino por una acción política a gran escala.

La ciudadanía, por tanto, debe exigir a sus gobiernos y a las empresas que respeten su futuro. En las instituciones y también en la calle como ya está sucediendo ante la evidencia de que los compromisos y grandes declaraciones solo están sirviendo para mirar al cielo mientras se camina hacia el precipicio. Una trampa en el solitario ante la que la gente joven (que es joven pero no estúpida) ha reaccionado al ver tan hondamente comprometido su propio futuro.

El proceso es complejo, muy complejo porque las soluciones no pueden ser parciales y el tiempo se ha acortado. Hace 30 años se planteaban muchas de las cosas que hoy siguen siendo objetivos. Entonces era urgente; hoy es emergente, y ya no valen tiritas para curar un cáncer. La única solución es cambiar el modelo productivo y de consumo, cambiar los paradigmas pasados, cambiar las estructuras convivenciales y las relaciones de poder que han implicado el abuso de los recursos naturales y por tanto de los bienes comunes que estos implican y los desequilibrios ecológicos que devinieron en desigualdades sociales.

El Medio Ambiente es un indicador, una voz inmejorable para alertar de las desviaciones del modelo de los márgenes de equilibrio socioecológico. Paso a paso se debe alumbrar el futuro de un nuevo modelo de economía social y solidaria de mayor proximidad a la ciudadanía basado en principios de cooperativismo y autogestión que suponen menor impacto ecológico y energético. Un modelo nuevo, resiliente a la crisis climática, en el que se mide el futuro con parámetros más realistas por integrales que un mero indicador contable como el PIB. Lo claro es que la alternativa al capitalismo no es un capitalismo más verde, pues éste ya ha demostrado su fracaso.

Estos últimos 40 ó 50 años de neoliberalismo (y los pasados 10 años en que uniformemente se ubica la crisis) dejan ver las grietas de un modelo que se niega a desaparecer. Pero los sistemas ecológicos han dicho basta. Están en crisis desde hace más de un siglo. Lo podemos llamar Antropoceno, Colapso ambiental, Sexta extinción… da igual. La tendencia es clara. O hay cambios en los patrones y paradigmas económicos o esto no durará mucho porque el modelo está, estructuralmente, en crisis que no es solo económica, sino también ecológica y por tanto global.

En esta situación es obvio que el Estado regulador debe tener un papel esencial en un primer estadio de cambio de modelo y fortalecer su papel como conector entre Mercado y Naturaleza, un rol de interfaz que permitiría las correcciones adecuadas partiendo de algunos principios esenciales:

  • Asumir la urgencia de la situación poniendo el foco en el último informe del panel de expertos internacionales IPCC en cuanto a la necesidad imperiosa de reducir emisiones de gases generadores el calentamiento global.
  • Abandonar por completo los combustibles fósiles en una transición que asegure el 100% de energía renovables redefiniendo todas las planificaciones estratégicas sectores (industria, transporte, agua, regadíos, ordenación territorial, etc…) con el objetivo de reducir emisiones netas de CO2 y poniendo en marcha políticas activas en materia de biodiversidad en medio rural pero también urbano, como factor esencial de adaptación y mitigación del cambio climático.
  • Hacer hincapié en que este cambio climático ahonda en el desequilibrio social, haciendo más vulnerable a quién previamente ya lo es y por tanto abriendo más la brecha de la desigualdad y ruptura de la cohesión social. Las acciones de lucha deben primar la economía social y de proximidad en un esquema de sostenibilidad socioecológica y bioeconómica.
  • Insistir en sensibilizar a la ciudadanía en que el cambio climático es un indicador de un modelo productivo y de consumo que es preciso rectificar, fomentando sistemas de concertación social basados en la transparencia y así ahondando en modelos de democracia participativa.

¿Cómo hacer efectivos estos principios? Algunas propuestas:

  • Con Políticas de blindaje de recursos y servicios públicos como herramientas de resiliencia al cambio climático.
  • Incentivando una fiscalidad ambiental a las grandes corporaciones, ligada a los impactos ambientales producidos y sus riesgos especialmente en las transacciones financieras.
  • Fomentando el ahorro energético y las energías renovables y de los sistemas interconectados para una mayor descentralización energética empoderando a estructuras ciudadanas independientes de grandes empresas.
  • Creando políticas de interland ciudad/medio rural con un creciente interés en los entornos rurales buscando la descentralización, con el fomento de la biodiversidad como herramienta de resiliencia.
  • Fomentando sistemas de seguimiento a determinados productos perniciosos socioecológicamente.
  • Ir revisando todas las políticas de urbanismo y planificación territorial con principios específicos de aplicación energías renovables y movilidad sostenible.
  • Aplicando políticas reales de transición hidrológica con la absoluta revisión de los paradigmas asumidos hasta el momento (gestión del agua desde las demandas predeterminadas como adecuadas globalmente.

Estas nuevas orientaciones en el tiempo conllevarían a un segundo estadio del modelo tendente a sistemas de la Economía de lo común, donde modelo de economía social y solidaria fueran más y más dominantes, con incentivo de la economía de cercanía o proximidad (más eficiente en términos energéticos y sociales en tanto generadora de cohesión), con sistemas corporativos agroecológicos y/o de comercio justo, donde temas esenciales como aplicación de Renta Básica Universal ayudarían a conformar un nuevo Contrato Social en base a principios de solidaridad intergeneracional donde todo debiera concluir con nuevos medidores de la evolución de la sociedad humana (más allá del PIB). El Cambio Climático pasaría así de ser una oportunidad de negocio a otra para cambiar el mundo y evitar así el Colapso . El tiempo pasa y se acorta para tomar soluciones , mas allá de Cumbres y Ferias del Clima nos jugamos el futuro .

NOTAS
[1] Datos tomados de comunicación por Valeriano Ruiz.