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Caja, hucha y pensiones

Albino Prada – Comisión JUFFIGLO de ATTAC España

El presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) anunciaba recientemente que el déficit de nuestra Seguridad Social iba a superar este año en mucho las previsiones del Gobierno, acercándose a los dos puntos del PIB. Como quiera que ya se ha dispuesto de 9.000 millones del Fondo de Reserva (y habrá que volver a hacerlo en diciembre) puede estimarse que el déficit de ingresos total supera los tres puntos del PIB, 30.000 millones de euros.

Es una cifra de vértigo, pues con solo ella se supera el 3 % de endeudamiento total que como máximo nos autoriza Bruselas, lo que conducirá a que, si no se plantean alternativas, los paladines del pensamiento económico único pongan encima de la mesa el aplazar la edad de jubilación varios años y reducir aún más la pensión inicial. Ahorros en el gasto que provocarán más dificultades al empleo juvenil y un mayor riesgo de pobreza entre los pensionistas.

¿Hay alguna propuesta alternativa por el lado de los ingresos? Como es bien sabido, nuestro sistema se financia con un porcentaje sobre los salarios (tanto por parte del trabajador como por la empresa). Recientemente Comisiones Obreras proponía suprimir el tope máximo de cotización sobre los salarios, que actualmente está en 3.640 euros mensuales. Este tope impide recaudar para el sistema unos 7.500 millones de euros de los empleados con mayores salarios.

Es una propuesta que tendría que adoptarse cuanto antes, pero que refuerza los salarios como base de cálculo del sistema. Que lo sean para la aportación del trabajador no ofrece dudas, pero no así para las empresas, pues sectores con muy poco empleo por valor añadido (como el de energía eléctrica) aportan muy poco, mientras que si el empleo es mayor (como automoción) se estará penalizando el mismo.

Como la parte empresarial es decisiva (más de dos de cada tres euros de ingresos), hacer que su aportación dependa menos de los salarios y empiece a hacerlo respecto al resto del valor añadido supondría una fuente de ingresos de mayor potencia, y además creciente con la actual automatización masiva.

Reducir la aportación empresarial actual sobre los salarios (de un 20 % actual medio a un 15 %) y completarla con una aportación del 10 % sobre los excedentes, en una simulación para un año reciente, permitiría incrementar la financiación del sistema en tres puntos del PIB.

Reduciendo de paso las cotizaciones para actividades intensivas en empleo (automoción) e incrementándolas notablemente para las de muy alto valor añadido por empleo (electricidad). Incentivando el empleo y la competitividad de las primeras, y evitando que la automatización salga de rositas respecto a la protección social.

Si en uno de estos últimos años nuestra caja de la Seguridad Social ingresaba 100 y gastaba en prestaciones sociales 117, con esta reforma de los ingresos (sin topes y no solo sobre los salarios) la caja ingresaría 135. Sin provocar déficit, sin vaciar el Fondo de Reserva y sin prolongar la vida laboral o empobrecer a los pensionistas. Pero no dude usted que será esto, y no aquello, lo que seguiremos haciendo.

 

Doctor en Economía y ensayista.

Publicado en La Voz de Galicia