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La desigualdad generacional también vota el 20D

Rosa María Artal – Comité de Apoyo de ATTAC España

Rajoy jugando a obtener votos de los mayores en pequeñas poblaciones. Olmedo, Valladolid.
Rajoy jugando a obtener votos de los mayores en pequeñas poblaciones. Olmedo, Valladolid.

El último barómetro del CIS ha vuelto a sorprender dando una victoria holgada al PP. El estado de opinión conservador que pronostica otorga buenos resultados a Ciudadanos, hunde  al PSOE, frena Podemos aunque mejora con las mareas de izquierda, y baja también a Unidad Popular. El dato más relevante es un 41,6% de encuestados que no tiene decidido el voto a pocos días de acudir a las urnas. Con su participación todo podría dar la vuelta, o justificar estos resultados del CIS, poco coherentes con todo lo ocurrido hasta ahora. Pero hay más variables a tener en cuenta. En particular cambios generacionales profundos que influyen en el voto.

Esta legislatura, la del PP de Mariano Rajoy, tiene como una de sus principales señas de identidad el pronunciado aumento de las desigualdades. Y en todos los terrenos. Desigualdad económica, entre los seres humanos, entre hombres y mujeres en particular, en el acceso a todos los servicios: sanidad, educación y vivienda como pilares esenciales. Derivas que se venían marcando, incluso desde hace décadas, han encontrado en las políticas de este conservadurismo neoliberal y éticamente laxo su mejor caldo de cultivo.

Un primer gráfico nos mostraría la pirámide demográfica: España se ha hecho vieja. De los más de 36 millones de ciudadanos con derecho a voto, casi la tercera parte, 11,5 millones, tienen más de 60 años. Casi el doble de los que había en las primeras elecciones democráticas.  Mientras tanto, ha disminuido el número de jóvenes electores que apenas llegan al 15%, ni aun extendiendo el tramo hasta los 30 años.

El desarrollo, una mejor sanidad, han ido aumentando la esperanza de vida, en la tónica de los países más civilizados. Al mismo tiempo, el control de la natalidad y, en su caso, las dificultades económicas disminuyen el número de hijos, para adaptarlo al que se puede atender.  En los años setenta del siglo XX, España registraba una tasa de crecimiento vegetativo del 10% (Informe FOESSA) como los países en vías de desarrollo, mucho más si son católicos por decreto y sin píldora anticonceptiva como sucedía en el nuestro.

Acabamos de saber-por el INE (Instituto Nacional de Estadística) que la mortalidad se ha disparado en España en aumento descomunal: más del 10,5% en el primer semestre de 2015, en datos absolutos. Esta tendencia se inició en 2012, con la cifra más alta en una década. Era el primer año de gobierno del PP y sus recortes en sanidad. Esa disminución en concreto, los copagos farmacéuticos y el aumento de la pobreza son las variables que suelen influir en vivir menos años. Los olvidados e intocables suicidios entran, probablemente, en la estadística. También ha descendido el número de nacimientos (un 0,8%). Y por tanto el balance: estamos en crecimiento negativo.

El hecho es que el 20D será mayor la capacidad de decisión de los mayores que de los jóvenes.

La segunda instantánea nos remite a los ingresos disponibles según la edad: Hemos llegado a la situación insólita de que la renta que perciben los jubilados supere a la de los trabajadores en activo. Por el baremo que el INE llama “unidad familiar”. Y eso cuando los pensionistas españoles cobran menos de la media europea (15.574  euros frente a 19.441 de promedio en la UE). Los interesados pueden ver datos complementarios en un excelente trabajo de Luis Faci publicado en CTXT este verano. El Gobierno ha tratado menos mal a los mayores retirados por el supuesto “nicho electoral” que representan. Y dado que contribuyen a la ‘paz social’ haciéndose cargo con sus pensiones y ahorros de sus hijos y nietos. Hasta el 80% de ellos les prestan algún tipo de apoyo económico. No será eterno. Y menos con políticas ultraliberales que acaban reduciendo la esperanza de vida –esas que según el CIS van a ganar las elecciones-. Se añade la Reforma Laboral del PP que ha supuesto una merma considerable de los sueldos.  Los datos constatan –de forma inequívoca- un empeoramiento generalizado de los salarios y condiciones laborales, excepto en los puestos mejor remunerados que se han mantenido o incrementado.

El problema, mucho más allá del 20D, es que las oportunidades  de trabajo difícilmente van a crecer. La economía financiera –que solo mueve anotaciones contables- se ha desbordado en detrimento de la real y para producir ya tienen a los países de mano de obra aún más, mucho más, barata.  El lema de que “el trabajo esclavo de unos, perjudica a todos” cada vez es más constatable, si alguna vez no lo fue. Y también que, por todos los medios que se quiera oír hasta con los oídos tapados, nos dicen que las pensiones no son sostenibles. Las últimas recomendaciones de la OCDE, esta misma semana como aviso a navegantes, dejan claro que los nuevos jubilados no dispondrán de ingresos suficientes para cubrir sus necesidades y se propone pensar en alguna ocupación acorde con su edad y aptitudes. Ultraliberalismo puro.  De echarse a temblar. Y eso el día en el que el PP metía mano de nuevo en la hucha de las pensiones a la que ha dejado exhausta en sus 4 años de mandato.

El tercer esquema al que atender habla de las intenciones de voto por tramos de edad. Y es el que, teniendo en cuenta los anteriores, más interesa ahora.

El bipartidismo se mantiene con los mayores de 55 años que –recordemos viene a ser la franja más numerosa de votantes-. Los apoyos de los jóvenes en cambio les son escasos, sobre todo al PP. Los menores de 35 años se decantan por Podemos y Ciudadanos , mucho más por el partido que lidera Pablo Iglesias. Y es el tramo en el que se anotan más indecisos.

Y más bajas. Involuntarias. Aquí entra otra variable: el voto en el exterior.  Pese a todas las protestas y campañas, las dificultades para ejercer ese derecho a los numerosos jóvenes  y menos jóvenes que el paro ha expulsado de España, van a dejar fuera de las urnas al 94% de ellos. No podrán votar no menos de 1.750.000 españoles. Una anomalía que habría de subsanarse inexcusablemente y ya porque el resultado se adultera sin ellos.

No es cierto que todos los mayores voten conservador, uno siempre conoce… excepciones.  O no tanto. Esa generación, con menos estudios, hubo de luchar por construir un país democrático y se movió entre el trabajo, el coraje e ideales más o menos ingenuos –desde las flores hippies al rechazo de la guerra y prácticamente “inventar” el rock-. Es cierto que, por ejemplo, en los hogares de ancianos de la Comunidad de Madrid bailan ‘El Relicario’, un cuplé, agarrados, como hacían sus padres, no ellos. Estampa de películas en blanco y negro que presencié boquiabierta meses atrás. Hay una cierta tendencia a la gerontocracia, propiciada por el involucionismo que ha imprimido el PP a la sociedad española. Hace ya mucho tiempo que se ensalza la juventud mientras se le siegan oportunidades, ahora los conservadores entre los mayores marcan su impronta. Y la eterna brecha generacional se agranda, o se agranda como siempre el inmovilismo y los deseos, la necesidad, de cambio.

El éxito de Ciudadanos es explicable precisamente por esto. Para muchos mayores “los jóvenes” han de ser como Albert Rivera. Repeinados, con vestimenta clásica, moderados, fieles a los preceptos. Pedro Sánchez es aceptado al menos por sus características coincidentes con el modelo, aunque un punto de insolencia le haga menos homogéneo. El resto de los nuevos valores cumplen el estereotipo al completo; incluso la hoy vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, a quien se considera ‘muy preparada y formal’, ignorando su mano férrea en la aplicación de las políticas de Rajoy y las suyas propias en algunas decisivas, como la informativa. Alberto Garzón también les gustaría “si no fuera tan radical”. Pablo Iglesias y los líderes de Podemos se apartan por completo del prototipo para este sector, aunque lo sean para jóvenes y la ‘gente corriente’. Al igual que Garzón.

Más viejos que jóvenes. Más poder de decisión de los mayores. Con más ingresos estos dentro de una precariedad galopante para todos. Un futuro oscuro, salvo el de quienes se baten por lograr ese puesto al sol del poder y los pocos que de entre ellos lo consiguen.

La última variable nos remite a su acceso a la información. El 70% de los españoles, insistamos, dice hacerlo por televisión, incluidos los debates espectáculo de estructura arbitraria. No son los jóvenes, ellos apenas ven cadenas convencionales. La campaña electoral también se va a jugar, se va a seguir jugando, en la tele. Para gran parte de la generación que ahora sobrepasa los 60 años, El País todavía es un periódico progresista. Más de la mitad de los que no ven otro horizonte que el bipartidismo, no se acercan a Internet  ni para hacerse una cuenta de correo electrónico, privándose  de encontrar su propia información y criterio. La realidad que tiene muchos más matices que los ofertados en pantalla o papel plano. Y con anuncios.

Habrá vida tras el 20D y, si nos descuidamos, puede ser al compás de ‘El Relicario’… como último cuplé.

 

Artículo publicado en eldiario.es/

El Periscopio