Skip to content

Las vacas socialistas

Carlos Martínez – ATTAC Andalucía

Cuando se habla de la gestión municipal y de cómo los ayuntamientos surgidos en estas últimas elecciones municipales están cambiando las cosas en los municipios, pocas veces se piensa en aquellos que gobiernan el 90% de territorio del estado español.
Los municipios rurales son los grandes ignorados. No solo sufren envejecimiento y discriminación –pues sus vecinas y vecinos reciben proporcionalmente menos servicios públicos que los urbanos- sino que además están sufriendo un proceso de despoblación, peligroso, muy peligroso para la defensa del ecosistema y la soberanía alimentaria, la industrialización agraria a gran escala, junto a la invención de una nueva agricultura transgénica, química infectada de productos híbridos artificiales y cancerígenos que en ganadería bate tristes records. Esta agro-ganadería artificial que muchas personas deben cultivar, al objeto de sobrevivir, junto con la nefasta PAC o política agraria común de la Unión Europea, destruyen nuestro modo natural de vida y alimentación. Una PAC que ni es agraria, ni es común, ni menos europea, pues está al servicio de las grandes multinacionales del sector. Toda esta mezcla acaba con nuestros pueblos.
A pesar de ello, hay otros modelos de gestión agraria, como el de Carcaboso en Extremadura, uno de los municipios pioneros en ser libre de productos transgénicos, gobernado por una joven alcaldesa Lorena Rodríguez ecosocialista y extremeña, que tuvo un gran maestro en el arte de luchar por la tierra y la agricultura ecológica y natural.
Hay vacas socialistas. Sí. En Almaraz de Duero, José Martin alcalde por Ahora Decide/Alternativa Socialista ha impulsado una ganadería comunal y pública, socializada y de propiedad municipal, que crea poco a poco empleo, limpia los terrenos comunales, mantiene el equilibrio ecológico de tierras públicas y de paso comienza a crear recursos para un pequeño municipio rural zamorano, evitando su muerte. Las vacas socialistas son toda una metáfora del intento heroico, pero posible de pequeños pueblos que se niegan a desaparecer. A veces las vacas socialistas (pues es un impulso de un socialista, enfrentado al bipartidismo y a un lerdo aparato provinciano socio-liberal) pueden ser un ganado público o pueden ser dotar de servicios públicos y cuidados municipalizados, que no privatizados, para atender a una población muy envejecida de la Castilla y León profundos, que todavía crean más empleo.
Así, con la tranquilidad y la dureza de pedernal leonesa, alcaldes y alcaldesas socialistas, crean en Zamora o en Extremadura o en otras regiones, ejemplos de defensa de lo público y de expansión y extensión del sector público o bien de apoyo público a pequeños labradores locales, al objeto de garantizar la vida. Muchas veces la solución pueden ser las vacas socialistas o tierras sin transgénicos o el cuidado de ancianos que lo dieron todo, por parte de jóvenes que de paso tienen futuro.
El apoyo a la economía social y alternativa, la iniciativa de pequeños agricultores creando calidad, frente a la mierda alimentaria con la que nos inundan las multinacionales. Mierda que está siendo engullida por las clases populares, por la clase obrera empobrecida, que solo tiene acceso a productos baratos y/o de baja calidad, debido a los recortes salariales, los empleos basura, la precariedad y el paro. Un estado desigual, en una Europa más desigual. Una opción de clase. Ya que las clases trabajadoras son catalogadas de consumidores baratos por las grandes superficies, pues creemos productos baratos semi-elaborados y hagamos negocio engordado e inyectando colesterol a los pobres. Total. Esa es la máxima de un gran negocio aliado de empresas químicas, farmacéuticas y comercializadoras-distribuidoras.
El mundo también se cambia a base de pequeñas cosas. Pero todo eso puede desaparecer si el TTIP, arrasa a las vacas socialistas en beneficio de vacas capitalistas engordadas a base de piensos transgénicos, hormonas y vitaminas artificiales. Las vacas capitalistas son un gran problema para la salud, pero también para la democracia y la posibilidad de construir una sociedad más justa. Por eso es imprescindible volver a luchar por la soberanía alimentaria. Pero para que exista la soberanía alimentaria y dejemos de alimentarnos con productos veneno y falsos, hace falta que existan agricultoras, ganaderas, agricultores y pueblos.
La apuesta pública por una agricultura y ganadería que sea social, libre de transgénicos y fitosanitarios venenosos, es imprescindible, pues de lo contrario el mundo agrario, se ve obligado a cultivar lo que le ordenan y encima a cambio de tan solo supervivencia, en el mejor de los casos. Agricultores pobres, creando frutos inventados en laboratorios para pobres, haciendo ricos a los comercializadores y a los propietarios de las grandes empresas de abonos o “semillas seleccionadas”. La agricultura también se ha convertido en una suerte de nueva esclavitud. El campesino ha pasado de ser el aparcero del cacique o del señorito, a serlo de la gran superficie.
Por eso se deben defender con uñas y dientes a las vacas socialistas de Almaraz de Duero. Por eso personas como José Martín, deben marcar el camino de una nueva sociedad. Ojalá hayan muchas y muchos Lorena Rodríguez y Pepe Martín.

Carlos Martínez es miembro del Consejo Científico de ATTAC España