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La financiarización, responsable última de la inflación y de los beneficios extraordinarios

Artículo publicado originalmente en ElSaltoDiario.com

Juan Laborda
@JuanLabordah

Los análisis económicos que pululan por distintos medios de comunicación patrios, siendo muy benévolos, son, en términos generales, mediocres, dejando mucho que desear. En muchos casos nos sorprenden con simples gráficos que relacionan dos variables, y que los ofertan como curvas empíricas, cuando en realidad, si controlamos por una tercera variable, tal relación desaparece. Esos gráficos, en definitiva, solo recogen meras correlaciones espurias. Aún recuerdo una curva empírica, publicada por el servicio de estudios de un banco privado español, que relacionaba salarios y desempleo, a partir de la cual se nos vendía que una bajada de sueldos iniciaría una especie de círculo virtuoso. El problema es que cuando controlabas por el ciclo de deuda privada de la economía española la curva empírica que estaba detrás de dicha receta, desaparecía. Ahora me imagino que nos relatarán lo malo que resultará para nuestra salud el impuesto que grava los beneficios extraordinarios de energéticas y banca.

Pero los cuentos infantiles que nos relatan en la actualidad, y que devienen finalmente en cuentos de terror, son abundantes. Aún sigo atónito cuando dichos medios dan voz a quienes afirman, aún a fecha de hoy, que la inflación es un fenómeno monetario, especialmente cuando la expansión de los bancos centrales sirve para financiar en el mercado secundario a los Tesoros de sus países. La teoría del multiplicador monetario, en la que se apoya, es falsa. Tanto el Banco de Inglaterra como la Reserva Federal de los Estados Unidos ya han abandonado este relato. En septiembre de 2021 la Reserva Federal de St. Louis publicó el documento Teaching the Linkage Between Banks and the Fed: R.I.P. Money Multiplier. Pero les da igual. Solo venden ideología.

Financiarización: repunte de la inflación y de la extracción de rentas

Frente a estas explicaciones, que no se sustentan con los datos, planteamos unas hipótesis alternativas. Por un lado, la financiarización está detrás de los repuntes de inflación actuales. Por otro, dicha financiarización ha favorecido el crecimiento en el reparto de la tarta de los beneficios puros, extractores de rentas, mientras que disminuía fuertemente la participación de los salarios y del capital productivo.

En un artículo previo, detallamos en qué consistía el concepto de financiarización. Dicha acepción resume un amplio conjunto de cambios en la relación entre los sectores financiero y real que dan más peso que antes a los actores o motivos financieros (Stockhammer, 2010). Como detallamos, abarca diferentes fenómenos, interconectados pero distintos, como la globalización de los mercados financieros, el aumento de la inversión financiera y de los ingresos procedentes de dicha inversión, la creciente importancia del valor para los accionistas en las decisiones económicas; la estructura cambiante del gobierno corporativo; la creciente deuda de los hogares; la creciente frecuencia de las crisis financieras y la movilidad internacional del capital.

Lo más dramático, frente a la inacción de la política pública, es que este proceso de financiarización y/o mercantilización se ha extendido a ciertos derechos humanos

Lo más dramático, frente a la inacción de la política pública, es que este proceso de financiarización y/o mercantilización se ha extendido a ciertos derechos humanos. Desde el acceso a la energía, la alimentación, o la vivienda, hasta, recientemente, al agua, pasando por las pensiones públicas, todos y cada uno de estos derechos humanos básicos han sido, están siendo, y serán sometidos, si no existe una política pública decidida que lo impida, a un intenso proceso de financiarización, con la extracción de rentas y aumento de la desigualdad y pobreza que ello conlleva. Lo último, la idea de extenderlo en un futuro no muy lejano, aprovechando la lucha contra el cambio climático, a la misma biosfera.

Pues bien, frente al cuento de terror de que la inflación es un fenómeno monetario, ofrecemos una alternativa que se ajusta a los datos. La financiarización está detrás del repunte de inflación actual. Por un lado, la financiarización de la energía y productos agrícolas. La expansión y el acceso a los mercados derivados de materias primas a especuladores y a fondos institucionales se ha traducido en que en determinados momentos la evolución de sus precios no obedece a fundamentales económicos sino a burbujas especulativas.

 

Por otro lado, paralelo a la desregulación de los mercados derivados de materias primas energéticas y agrícolas, se produjo una reestructuración radical de los sectores industriales, de los que el eléctrico es un ejemplo destacadísimo. Detrás de dicha reestructuración, la financiarización, desplegada a través de la globalización de los mercados financieros y las decisiones basadas en la maximización del valor para los accionistas, con el consiguiente aumento del pago de dividendos y de las inversiones financieras. Ya estamos viendo, en cada dato de inflación, los resultados de dicho proceso, contrarios a los beneficios que los entusiastas de la liberalización proclamaron, produciéndose una rápida escalada de los precios de la electricidad en los hogares y empresas.

La financiarización ha contribuido a aumentar los beneficios extraordinarios de banca y energéticas

Pero, además, la financiarización ha contribuido a aumentar los beneficios extraordinarios de banca y energéticas. Vayamos de nuevo a los datos. En “Declining Labor and Capital Shares”, publicado en 2020 en The Journal of Finance, el autor, Simcha Barcai, muestra que la participación del capital, igual a la relación entre los costes de capital y el valor añadido bruto, no compensa el descenso de la participación del trabajo. En cambio, un gran aumento de la participación de los beneficios puros compensa los descensos en la participación del trabajo y del capital.

Los beneficios puros son lo que una empresa gana por encima de todos los costes de producción (materias primas, mano de obra y costes de capital). Las empresas que invierten mucho en bienes y equipos tienen altos costes de capital. Las empresas que cobran a los consumidores precios elevados en relación con los costes de producción tienen unos beneficios puros elevados. Un aumento de la cuota de beneficios puros, igual a la relación de los beneficios puros con respecto al valor añadido bruto, indica un aumento del poder de mercado y una disminución de la competencia. Por lo tanto, como corolario, en la situación actual, el pacto de rentas debería hacer recaer el coste derivado de la invasión de Ucrania y los clamorosos errores de occidente alrededor de Rusia en los beneficios puros, es decir, en los beneficios extraordinarios, entre otros, pero no solo, de energéticas y bancos.